Es una de las acciones publicitarias más arriesgadas que se recuerdan: una marca reconocía en la única televisión que existía que su producto no gustaba a la primera. Discrepancias internas entre directivos ingleses y españoles, un actor francés desconocido en España y un primer ‘spot’ con una semioculta Ana Obregón dieron lugar a un éxito burbujeante: las ventas se duplicaron en tres años.
publicidad
Publicado enOpinión
De profesión, Pinocho
Publicado enOpinión
¿Y si dice que sí?
Publicado enOpinión
¡Corre, Lola, corre!
Publicado enOpinión