La pandemia del coronavirus está en plena expansión: lo que fue considerado un problema local, o como mucho asiático, se ha convertido en una pesadilla global. Sobre la tragedia humana, con miles de muertes prematuras en el mundo y muchos millones de vidas más en juego, la atención de la población y de los medios de comunicación se centra en la preocupación inmediata.
Cómo prevenir su propagación, qué hacer si se produce un contagio, cuántos puestos de trabajo se pierden y cuál va a ser el impacto económico de paralizar la actividad económica por un tiempo indefinido. Pero, ¿qué hay del mañana? ¿Cómo va a transformar esta crisis nuestra política, nuestra manera de trabajar y de producir? Como todas las grandes crisis, el coronavirus nos da una oportunidad más de poner nuestro cuentakilómetros a cero y plantear qué mundo queremos para el futuro. Tras superar el miedo o la ira, es el momento de pensar en el largo plazo.
Crisis sistémica y por lo tanto no diversificable
La caída continua de las principales Bolsas empequeñece los momentos de pánico más agudos de la crisis sistémica de 2008, cuya peor sesión fue un 33% más benigna que la de estas semanas. La reacción de los inversores no significa que el mundo, tal como lo conocemos, vaya a desaparecer. Lo que significa, sencillamente, es que el mercado no es capaz de ver una respuesta coherente y nítida al problema, utilizando sus modelos y marcos conceptuales vigentes. Su respuesta se parece mucho a la que nos daría el asistente de voz de nuestro teléfono móvil si le preguntamos, ¿qué es lo que hace genial a Picasso? Nos dirá: “Lo siento, pero no puedo ayudarte”.
La crisis del coronavirus entra dentro de la categoría de lo que denominamos shock extra financiero. Lo que hace diferente a este shock respecto de otros en esta tipología, como el escándalo de Cambridge Analítica o el Diesel gate, es que se trata de una crisis sistémica y por lo tanto no diversificable. Como tal, revela una serie de vulnerabilidades en nuestro sistema socio-económico.
A nivel social nos recuerda la importancia de contar con un sistema robusto de coberturas de salud y de desempleo que amortigüe el impacto y que haga que el que esté enfermo pueda diagnosticarse, tratarse y que no se vea obligado a trabajar, convirtiéndose en un mecanismo de transmisión del virus. A nivel económico, nos muestra los riesgos invisibles de muchos paradigmas empresariales de las últimas décadas. ¿Qué pasa con los hiper-eficientes sistemas de lean manufacturing cuando se paraliza la actividad económica? Los mercados se desabastecen. ¿Qué ocurre cuando las cadenas de valor se vuelven complejas y globales? Que el impacto de estos shocks se acelera y las crisis se vuelven sistémicas. ¿Qué ocurre cuando ponemos la fe ciegamente en los medicamentos genéricos porque son más baratos? Que India, por ejemplo, que concentra gran parte de su producción, establece restricciones a la exportación de antibióticos y otros medicamentos básicos para asegurar su suministro local en detrimento del resto del planeta.
Si hay algo que podemos aprender de esta crisis es que debemos fortalecer la sostenibilidad y el largo plazo en la toma de decisiones de nuestros gobiernos y nuestras empresas. Como anticipaban los profesionales dedicados a la sostenibilidad, estamos viendo que las compañías más avanzadas en la gestión de aspectos ambientales, sociales y de buen gobierno, están siendo capaces de encarar mucho mejor esta crisis. Aquellas compañías que han apostado por el cuidado de la salud de sus empleados, han sido mucho más rápidas en valorar y responder a la importancia de la crisis. Aquellas que han desarrollado modelos de gestión del capital humano más avanzados, han sido capaces de cambiar de un entorno presencial a uno virtual, sin apenas sacrificar la productividad de sus empleados. Y los mercados así lo reflejan. A pesar del fuerte batacazo de las bolsas mundiales, las compañías líderes en sostenibilidad han tenido un comportamiento mucho más benigno en los mercados. En Europa, las compañías más sostenibles han caído un 4,8% menos que sus índices de referencia. En Estados Unidos un 2,5% menos.
A pesar de la gravedad de la situación, la crisis del coronavirus es la antesala de una crisis mayor. Quizá sea una pandemia mucho más letal nos sacuda en un futuro próximo, o algún otro suceso impredecible. Con toda seguridad será el cambio climático, como fuente inagotable de shocks sistémicos durante las próximas décadas. Es la naturaleza de las cosas. Debemos estar preparados. Pensemos en el largo plazo. Pensemos en ser sostenibles.
¿Cuáles son las principales vulnerabilidades de la crisis del coronavirus desde el punto de vista empresarial y económico?
1. Cadenas de suministro
Las cadenas de producción han sido hiper-optimizadas para minimizar los costes logísticos y de almacenamiento. La falta de stocks de reserva pone en jaque las cadenas de producción globales paralizando la actividad económica.
2. Capacidad de producción local
La externalización de la producción añade complejidad a la gestión de las cadenas de valor. El cierre de fronteras provoca escasez de componentes a nivel local lo que agrava el problema y supone otro freno a la actividad económica.
3. Cobertura sanitaria
En algunos países, la falta de coberturas básicas por la ausencia de una sanidad pública universal, deja desprotegidos a millones de ciudadanos sin acceso a la sanidad a nivel global.
4. Cobertura social
La falta de, o una insuficiente cobertura por desempleo en diversos sectores –autónomos, empleados del hogar- pone en peligro sus economías familiares lo que se traduce en insolvencias e incrementa el riesgo de pobreza. Esto fuerza, además, a personas a trabajar aunque estén enfermas, facilitando la propagación del virus e incrementando el riesgo para la sociedad en su conjunto.
5. Modelos de negocio
Además de lo mencionado respecto a las cadenas de suministro, algunos modelos de negocio son especialmente vulnerables a reducciones en la actividad económica. Cualquier industria con un alto nivel de costes fijos (aviación, automoción) o sectores de consumo como el turismo, restauración, ven amenazada no solamente la rentabilidad de un ejercicio fiscal sino su potencial quiebra si la situación se prolonga en el tiempo.
6. Altas tasas de endeudamiento
Las compañías con altos niveles de endeudamiento son también especialmente vulnerables debido a que el servicio de su deuda no se contrae con el PIB sino que se mantiene constante ante un nivel de ingresos decreciente.
Jaime Silos es director de Desarrollo Corporativo de Forética y responsable del Clúster de Transparencia y Buen Gobierno.
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