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Georgina Rodríguez: «Estoy encantada de ser la mujer de Cristiano, pero lo que tengo en el banco lo he trabajado yo»

La 'influencer' española con más seguidores, empresaria, modelo y pareja de Cristiano Ronaldo, se ha convertido en todo un icono de la cultura pop con su documental en Netflix. Así es, o eso creemos, la mujer que lo ha revolucionado todo.
Georgina con abrigo de Fendi, 'body' de Intimissimi y sus propias joyas. Fotografía: Papo Waisman.

A principios de febrero, en Manchester, hace frío, llueve y graniza. Pero la modelo, empresaria, actriz e influencer Georgina Rodríguez calza unos zuecos sin calcetines. Dice que va así por comodidad –está embarazada de seis meses de mellizos– y porque, reconoce, tampoco le hace falta nada más para ir de casa al coche y de casa al hotel donde recibe a FORBES. Y reparamos en su calzado por una sencilla razón: no es el bolso ni el vestido de punto ni el pelo recogido en una sencilla coleta… son sus pies descalzos lo que la diferencian del resto del equipo. Unos pies a los que les da igual el tiempo que haga fuera porque no van a pasar frío.

Georgina Rodríguez (Buenos Aires, 1994) no es como los demás. Al menos, no como la mayoría. Para los que aún no hayan visto la serie de no ficción de Netflix, Soy Georgina, en ella se muestra a lo largo de seis capítulos cómo es su vida: un recorrido que narra desde sus humildes orígenes al comienzo de su relación con el que hoy es su pareja, Cristiano Ronaldo, hasta su acomodada vida actual.

En esta mezcla de reality y documental, esta exdependienta de una tienda de bolsos de lujo –que ahora colecciona, como reza el claim de la serie– viaja en avión privado entre sus casas, disfruta de joyas, ropa de marca y coches exclusivos, reflexiona en voz alta sobre los quehaceres cotidianos de una madre a cargo de cuatro hijos, y comparte experiencias al alcance de muy pocos junto a su hermana, su pandilla de amigos –las queridas– y, por supuesto, con el amor que le profesa el mejor futbolista del mundo. Resumiendo, una fantasía. 

Encuentro en Manchester

Pero volviendo a la realidad, estamos en el condado de Cheshire, en Mottram Hall, un hotel cercano a su casa al que Georgina ha llegado en la van con la que suele ir a recoger a sus hijos al colegio. La han acompañado un conductor y Sergio y Jorge, esos hermanos idénticos que velan por su seguridad y que también salen en su documental. Pero en este momento, todos parecen invisibles.

Georgina es una mujer de apariencia serena y tranquila, que posa disciplinada, habla poco y despacio, y sólo se ausenta para mirar de vez en cuando el móvil o probar un trozo de pizza. El encuentro tiene lugar en el mismo hotel donde al día siguiente dará una fiesta sorpresa a Cristiano por su cumpleaños. Gio –como la conocen en su círculo más cercano– cuenta que le va a regalar un coche, un Cadillac Escalade que después aparecería en su cuenta de Instagram –@georginagio–, con el texto: «Felices 37 años al amor de mi vida. Te amamos infinito. Mejor padre y mejor compañero de vida que Dios nos ha podido destinar». El post tuvo 5,5 millones de likes

La mujer de los 40 millones de seguidores

Esos ‘me gusta’, a Georgina no le sorprenden. Con casi 40 millones de seguidores en su red social es la influencer española número 1, con mucha diferencia. Y la media de visualizaciones de cada cosa que sube a su red roza los 50 millones. De modo que cuida mucho lo que dice. «Soy muy consciente de la influencia que tienen las redes y por eso siempre intento actuar con valores positivos y con respeto a los demás. No me asusta la responsabilidad. Está claro que a unos puedes gustarles más o menos, pero siempre actúo desde la razón y el corazón», confiesa. 

Georgina Rodríguez
Georgina con ‘blazer’ de Emporio Armani, ‘body’ de Intimissimi y joyas propias. Fotografía: Papo Waisman.

Sin embargo, a muchos les ha sorprendido que, con tanta cautela, haya sido la protagonista de un documental en el que esa vida se expone sin aparente filtro. Pero ella no dudó en ningún momento: «Me pareció un reto profesional apasionante», reconoce. «Y tratándose de una plataforma líder internacional y a la vanguardia de las nuevas tendencias, fue una decisión muy fácil y un honor formar parte de algo tan especial». 

La vida de los otros

Javier Tomás es socio director de Komodo, la productora que ha rodado el documental durante casi un año con ella. El productor, destaca la valentía de Georgina y también su potencial: «La conozco desde hace tiempo –explica– y sé de todo su poderío y su fuerza, mucho más allá de ser la mujer de Cristiano Ronaldo, uno de los mejores futbolistas de la historia y el más influyente del mundo». 

«No me asustó nada», confiesa Georgina sobre los preámbulos de su aventura audiovisual. «Desde el principio supe lo que quería mostrar, tuve las cosas muy claras y me impliqué por completo», explica la que figura en los créditos como directora de contenidos. Esto es, ha sido Georgina quien ha decidido expresamente qué contar y hasta dónde llegar. El productor de Komodo, apunta, por otra parte, que la participación de Ronaldo en la serie fue «absolutamente voluntaria». 

«Creo que las personas se sienten identificadas las unas con las otras de manera natural», dice Georgina, conocedora del impacto que provoca entrar en «la vida de los otros». Y añade: «Me encantaría, por ejemplo, ver un reality de la Reina Letizia», dice sin sonrojo. 

Soy Georgina, en el top 10

Sin embargo, no se puede obviar que, desde que se emitió el documental el pasado 27 de enero –día de su 28 cumpleaños–, las redes se han visto inundadas de memes y parodias de Georgina. Algunos medios le han dedicado reseñas no precisamente amables, pero ninguno ha pasado por alto el fenómeno, ocupando sus páginas con cientos de artículos y tribunas. Pero, tras ese eco mediático, las cifras hablan por sí solas: hasta el 13 de febrero, el reality se posicionaba en el top 10 de programas de televisión en habla no inglesa de la plataforma más vistos en todo el mundo, con más de 12 millones de horas semanales y en países de cuatro continentes. Gio contempla todo este revuelo con cierta distancia. «Entiendo que mi documental no le guste a todo el mundo… a mí tampoco me gusta todo el mundo», zanja. 

Georgina mantiene la misma postura hoy que ayer, y que antes del documental, cuando más allá de su relación sentimental era conocida principalmente como ‘la mujer de Cristiano Ronaldo’. No en vano ya ha manifestado cuál es su postura ante una vida repleta de posibilidades económicas. Una postura que cualquiera podría imaginar ante el poco probable caso de que a alguno de ustedes le tocara la lotería. ¿Dejarían acaso de comer sus platos favoritos? ¿O renunciarían a esa prenda que les hace sentir bien cuando están cómodos en casa? 

Aunque ella ya ha respondido esta pregunta al aire con su manifiesta defensa de la normalidad, hace algunas aclaraciones más. «Es cierto que me ha ido bien en los últimos años, pero también he trabajado mucho, he sabido enfocar mi tiempo y mis redes sociales. A veces me llaman ‘mujer de’ de manera despectiva, pero a mí no me hace daño. Estoy encantada de ser la mujer de Cristiano Ronaldo, estoy completamente enamorada de él y por ello me siento afortunada. Soy consciente de que ser su mujer me ofrece muchas oportunidades, pero lo que tengo en el banco lo he trabajado yo, lo he construido yo. Estoy orgullosa de mi trabajo y de cómo he gestionado mi carrera, encontrando el equilibrio entre mi dedicación profesional, personal y familiar». 

Los negocios de Gio

Sus ingresos hasta la fecha proceden de fuentes diversas. Sin contar con las colaboraciones que realiza ocasionalmente con marcas o eventos, Georgina es embajadora internacional de la firma de joyas Chopard, mantiene un contrato con la marca estadounidense de sportswear Alo yoga y es administradora de Insparya Hair Medical Clinic, sociedad en la que participa también Cristiano Ronaldo: «Me encargo de supervisar y gestionar algunos aspectos de la clínica. Siempre estoy al corriente  de los últimos  avances y estoy muy satisfecha del trabajo que realizo por que es uno de los negocios que tengo más rentables», explica, obviando el contrato con Netflix para llevar a cabo una segunda parte del documental que, aunque no confirman oficialmente desde la plataforma, ya está en marcha.

 «En cuanto a lo económico, me van a disculpar, pero de cuántos millones hay en mi cuenta bancaria prefiero no hablar», elude elegantemente Georgina. Porque para ella el dinero no es lo único. «En el mundo capitalista en el que vivimos es una herramienta útil, yo siempre lo he valorado y sé lo que cuesta ganarlo. Sigo siendo igual de ahorradora ahora que cuando tenía mucho menos», aclara. «Cuando me ofrecen un proyecto que no se identifica conmigo o no está sujeto a los valores con los que yo convivo, es razón más que suficiente para declinar la propuesta». Y continúa su disertación sobre el dinero: «Ser rico no es sólo tener dinero ni acumular millones en un banco. Hay gente que tiene mucho en el banco y muy poco en su vida». 

La familia, lo primero

Porque si hay una prioridad en la vida de Georgina, es su familia: «Lo que más me llena en todos los sentidos es el amor de mis hijos y de mi marido, y la mayor parte de las cosas que compartimos que no son materiales. Eso es lo mejor que tenemos y lo cuidamos día a día. El amor es nuestra mayor riqueza».  

Georgina y Ronaldo pronto sumarán seis hijos. Tres, por parte de él –el mayor, Junior, y los mellizos Eva y Mateo, de gestación subrogada– y Alana, hija de ambos, más los dos bebés que esperan en breve, un niño y una niña. Ella se deshace en la vida de los pequeños: «A mis hijos procuro inculcarles el valor del esfuerzo, la constancia y el trabajo. Queremos que entiendan y valoren lo afortunados que son pero, por encima de todo, que aprendan a respetar a las personas», dice. 

Su pareja es un gran deportista, pero también un hombre hecho a sí mismo. Ambos coinciden en un pasado común, de extracción humilde. Ella relata parte de su experiencia vital en el documental. E incide en ello recordando, por ejemplo, su trabajo de camarera cuando era una jovencita: «Aquello me enseñó sobre todo que es un trabajo duro, pero también a tener empatía con el público y  a adaptarme a todo tipo de situaciones». 

La superación

Georgina insiste en que fue una niña normal. Criada en el seno de una familia de clase normal. Hija de un argentino, Jorge Rodríguez –cuyo nombre heredó en su declinación femenina– y una española, Ana María Hernández, pasó buena parte de su infancia en un pueblo –Jaca, Huesca– donde desarrolló una de sus mayores pasiones, la danza clásica. Dice que esa formación determinó parte de su carácter, alimentado por la disciplina, el esfuerzo y el compañerismo.

Georgina ballet niña
Georgina en su primera actuación de ballet siendo niña. Fotografía: Cortesía de Georgina Rodríguez.

«Soy tremendamente exigente en todos los aspectos de mi vida, tanto profesional como personalmente. Creo que una de las claves del éxito es la búsqueda de la excelencia. Pero también hay una parte importante de aprendizaje en este camino gracias a los errores y la superación de los obstáculos que te vas encontrando», confiesa. Sin embargo, antes del éxito, reconoce haber tenido siempre «una mente positiva» que le hace ver el lado bueno de las personas. 

Cuenta también una escena que recuerda con especial cariño de su infancia. Cómo, siendo niña, veía películas de Sara Montiel con su bisabuela. Aquella bellísima actriz tal vez definió de algún modo el físico que luce hoy. Y parte de su misterio. Porque, pese a lo que pueda generar la exposición de su vida de puertas afuera, ella se resguarda muy bien: «Todo lo que se ve en el reality es real. Pero mi realidad va mucho más allá», sortea. 

Dueña de su marca personal

Entrar por la puerta grande del showbusiness, para ella no es «nada personal, sólo negocios», dice haciendo un guiño divertido a FORBES. Y denota tener mucho más control de la imagen que quiere proyectar de lo que suponemos. Porque en este punto, Georgina ya ha deslizado su apellido. No le hace falta. Sólo tecleando su nombre en Google, el buscador arroja más de 126 millones de referencias. Si esto no es un crossover en toda regla, que venga el espíritu de Sara Montiel a rebatirlo. 

La fascinación que hoy en día ejercen las parejas mediáticas, ya sea la formadas por futbolistas y modelos, como antes lo fueron los toreros y las folclóricas, no es nueva. El poder mediático se reproduce en una nueva generación de influencers

Y aunque Georgina es la última y señora dueña de su marca personal, también reconoce encontrar inspiración en otros. Ella cita a la madre Teresa de Calcuta, a Martin Luther King, a Amancio Ortega o a su hija, «mi brillante amiga Marta. Una mujer inspiradora, fuerte y con un enorme sentido de la estética», y reivindica la necesidad de impulsar la paridad de las mujeres en cargos de gran responsabilidad», aunque después y en petit comité, lamente que, de quienes más críticas recibe, sea precisamente de las mujeres. Pero no de todas. Aunque vaya descalza.  

«Es un espectáculo, señores»

El pasado 20 de febrero, en el programa A vivir que son dos días, de la Cadena Ser, Javier del Pino y Juan José Millás, debatían sobre el poder, el dinero y el amor y, en su conversación, el escritor relataba sus impresiones tras haber visto Soy Georgina. Millás citaba a Pessoa y a Michael Herr, autor de Despachos de guerra, para relatar la importancia y la responsabilidad que tenemos en el simple acto de mirar. Sin embargo, en esta ocasión y a diferencia de las habituales y deliciosas disquisiciones que la pareja de periodistas brindan cada fin de semana, ambos se refirieron al documental de Georgina con términos como «un híbrido entre la pornografía y el terror con toques de humor negro» o «una muestra del vacío existencial». Hasta que, en un momento dado intervino telefónicamente la socióloga Patricia Soley-Beltrán.

Esta especialista en sociología del cuerpo con más de 25 años de experiencia y autora del libro ¡Divinas! Modelos, poder y mentiras, argumentaba en contra de sus contertulianos reivindicándolo como un fenómeno de la cultura popular. Y lo explicaba en términos sociológicos reflexionando sobre cómo la identidad femenina se ha construido desde hace más de un siglo sobre unos roles tradicionales asentados en nuestro imaginario.

Aunque resulta difícil resumirlo aquí, el rico argumentario de Soley-Beltrán
–consulten el programa en su versión podcast– lo que venía a plantear es que, el supuesto «escándalo» que referían Millás y Del Pino llegaba tarde, citando, entre otras, la teoría de John Berger quien, en su libro Ways of seeing resume que «los hombres actúan y las mujeres aparecen». Y, tras una llamada a la prudencia a la hora de emitir juicios sin un análisis serio previo, la socióloga clamaba con un sonoro: «Es un espectáculo, señores. Una ensoñación», e instaba a considerar el efecto que cada una de las acciones que vienen determinadas por los distintos canales audiovisuales, generan millones de decisiones de consumo, especialmente en una de las grandes industrias del mundo: la moda. 

Pero más allá de la temática del documental o de lo que cueste un bolso, este planteamiento irritó hasta tal punto que la invitada fue poco menos que colgada en directo. Una reveladora muestra de que, una vez más, los hombres actúan y las mujeres aparecen. ¿Y si no fuera siempre así? Respondan ustedes.

Realización: Melania Pan. Estilismo Ona Goeree. Hair & Make up: Fer Martínez y Sergio Serpiente. Asistente digital: Eduardo Navarro. Postproducción Longestline Studio. Producción: Pan Creative Studio. Agencia Georgina: Angels Project. Agradecimiento: Mottran Hall Hotel. Wilmslow Road, Mottram SK10 4QT, Reino Unido (champneys.com). 

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