Al bitcoin se le ha criticado, entre otras cosas, por la volatilidad de su cotización y por emplearse en operaciones presuntamente ilegales, pero ahora pesa sobre esta criptodivisa una carga inusitada: el desmesurado consumo de energía que exige.
La universidad británica de Cambridge ha lanzado una herramienta por internet que estima el nivel de electricidad que usa la red de criptomonedas y su comparativa con otras referencias. Por ejemplo, ha calculado que la operativa en bitcoins exige 61,76 teravatios/hora (TWh; 1 TWh equivale a 1 billón de vatios) de electricidad por año, más que muchos países y alrededor del 0,28% del consumo mundial de electricidad. De hecho, si el mercado de bitcoins fuera un país sería la 41ª nación más demandante de energía.
Toda esa sed de electricidad proviene de la potencia informática necesaria para hacer la llamada ‘minería’, el proceso en el que los ordenadores se conectan a la red para verificar las transacciones. Algunos ‘mineros’ de bitcoins incluso se han trasladado a lugares como Islandia para reducir costes.
Allí la energía geotérmica es abundante y también el aire frío del Ártico contribuye a reducir la factura de la energía necesaria para enfriar los servidores.