Una suela de zapatilla pegajosa. Ir a ponerte el café de la mañana y que se te hayan agotado las cápsulas. Un chicle deshaciéndose al morderlo porque está pasado. Un niño llorando en un avión. El trozo de una uña que no se llevó el lavabo. La instalación de las actualizaciones del teléfono móvil. Una presentación de Power Point que se bloquea. La máquina de refrescos que se traga tu moneda. Un billete más usado de la cuenta. No encontrar la pareja de un calcetín. El disco techno de Dover. Los impostados desayunos de Los Serrano. Los que dicen “performar” y otras lamentables traducciones. Una pera demasiado madura. Un tupper mal fregado. El olor del líquido azul de los baños del AVE. La palabra querella en los programas de Telecinco. La dicción de algunos actores españoles. La veneración de sagas como Star Trek. Las hombreras de la chaqueta de Ábalos. La tipografía Comic Sans. Una mesa en un restaurante junto al servicio. Una mesa coja. Un mosquito sobrevolando tu cama a las 2 de la mañana. Un producto para fregar los platos de marca blanca. Conducir con tráfico en una ciudad que no conoces. El control de metales de los aeropuertos. El segundo libro que lees de Paulo Coelho. Que algunos futbolistas locales digan “dale” en vez de “vamos”. Llevar una cartera en verano en el bolsillo del pantalón. Un “Te quiero” escrito como “tkm”. La ropa con olor a tabaco. Las personas que andan por el carril bici. Las constantes interrupciones en algunos restaurantes de postín. Melendi con el pelo alisado.

Ninguna de estas cosas es capaz de ponerme más nervioso que el anuncio de radio que repite histérica y compulsivamente “En Canalcar compramos tu coche”.

Feliz lunes y que tengáis una gran semana.