Tenemos que tomarnos realmente en serio el desafío de la velocidad. Tratándose de la industria del automóvil, tenderíamos a asociarlo al rendimiento del motor en la carretera, pero el reto resulta mucho más decisivo que eso. “Hace 8 o 10 años, veías un coche conceptual y salía al mercado una década después. Ese plazo se ha reducido a cuatro o cinco años, pero los grandes fabricantes chinos nos han demostrado que se puede hacer realidad en dos o tres”, explica a Forbes España en entrevista exclusiva Ozgur Tohumcu, director general de Automóvil e Industria de Amazon Web Services (AWS).
En su opinión, ese vértigo tiene todo el sentido en un negocio tan enfocado al gran consumo. “Si lo piensas como usuario, ¿qué otro producto estarías dispuesto a aceptar que estuviera diseñado hace cinco años?”. La velocidad importa, sí, “por eso los entornos basados en la nube y el uso de inteligencia artificial (IA) generativa, son cruciales: porque permiten diseñar, desarrollar y probar cosas más rápido”.
En el caso de Mercedes-Benz, pese a lanzar la Mercedes Intelligent Cloud, sus servicios de coches conectados también se operan en AWS. “Literalmente, hace unos días estuve en Stuttgart (Alemania) y ahora son casi 10 millones de vehículos los que se ejecutan en la nube de AWS”. Hasta la ficha del grupo chino Geely pasa por el despacho de Ozgur Tohumcu, “los hemos ayudado en ventas y marketing”.
“El recorrido del cliente comienza cuando quiere comprar un Ferrari, grupo que por cierto también trabaja con nosotros, y visita la página web para configurar su nuevo coche”, diseñado, cómo no, “con nuestros servicios de IA generativa”. La herramienta de configuración se ejecuta en AWS, el potencial comprador va al concesionario y “todo el proceso de venta y posventa se ejecuta en AWS”, y una vez sale a la carretera con su flamante deportivo “la experiencia del coche conectado del vehículo también se ejecuta en AWS”.
De todo ese tránsito de la industria del automóvil hacia la nube, la parte más deslumbrante es la de fabricación. “Volkswagen va a Siemens y le dice: ‘mira, tengo cerca de 160 fábricas a nivel mundial y no quiero operarlas de forma aislada, necesito una columna vertebral que aproveche la infraestructura común de datos e IA’”. ¿Por qué quiere Volkswagen que sus fábricas estén conectadas? “Porque el cliente, cuando pide su próximo Seat Cupra, quiere saber exactamente cuándo se lo entregarán, todo surge de las expectativas del cliente”, insiste Ozgur Tohumcu.
Le sugiero la imagen de un sector tecnológico arracimado en torno a las Casas de los gigantes de la nube, como si de un Juego de Tronos se tratara. “No siento que estemos construyendo estos rascacielos, estamos sentando las bases sobre las que otros construyen”, responde el ejecutivo mundial de AWS. Suena menos pretencioso, en efecto.
BMW estaba desarrollando su sistema de conducción autónoma más reciente y llamó a AWS. “Querían usar chips Qualcomm en el vehículo, pero para poder probar cómo funcionarían, querían que pusiéramos las versiones exactas de esos chips en nuestros centros de datos. Este es, en mi opinión, un excelente ejemplo”, añade Ozgur Tohumcu.
En su intervención en el reciente IAA de Múnich, dedicó una parte sustancial de su discurso a la revolución de los agentes de IA (e incluso de los “sistemas agénticos”) que se avecina. “Si diriges una fábrica, no basta con obtener una recomendación de la IA, realmente quieres que eso se convierta en acción”. La gran diferencia es que los agentes de IA “tienen un punto de vista, lo convierten en acción y aprenden”. De ese modo, “su precisión y exactitud mejora cada vez más”.
Al principio, quizás haya una persona involucrada en garantizar que el proceso no causa más problemas que los que resuelve, “pero con el tiempo, ya no será necesaria”. El siguiente paso son los sistemas agénticos. “Son increíbles”, según el directivo mundial de AWS, “porque, de repente, puedes reunir a un grupo de ellos y hacer que se comuniquen entre sí y ejecuten tareas en toda la empresa históricamente desconectadas y aisladas”.
La compañía norteamericana ha anunciado un servicio de Nube Soberana Europea. “La idea es que sea algo completamente aislado, operado en Europa y por personal europeo, de hecho, comenzará en Brandeburgo (Alemania)”, explica Ozgur Tohumcu. “Siendo justos, habrá quienes digan: ‘sigue siendo AWS y queremos nuestra propia nube’. Veremos aparecer actores europeos intentando hacerlo. Será interesante ver cómo evolucionan los próximos 5 a 10 años”.
En toda la estrategia de AWS en el sector industrial, da la impresión de que falta una pieza como la que ha puesto sobre la mesa Google al promover Intrinsic, una compañía ubicada entre la nube y los robots y sistemas autónomos que protagonizarán la futura IA física. Se lo digo a Ozgur Tohumcu. “Si retrocedes un poco antes de llegar a AWS y vas a un centro logístico de Amazon, comprobarás que hay mucha IA física en acción desarrollada allí en los últimos 20 años y ahora es súper avanzada”, responde.
“Muchos de nuestros clientes en el sector industrial y el automóvil quieren visitar nuestros centros logísticos y ver cómo concebimos las operaciones, la IA física y sus aplicaciones”, añade. “Usamos mucho conocimiento en nuestras operaciones diarias en Amazon. No subestimaría lo que estamos haciendo allí, despierta mucho interés”. ¿Una línea de diversificación potencial de negocio en el futuro? “No diría diversificación, pero es importante comprender, cuando construimos la tecnología y los servicios de AWS, que nos basamos también en aprendizajes propios”.
La expansión de los servicios de la compañía de Ozgur Tohumcu está ligado al despliegue de centros de datos. Cita el caso de Hyundai, Samsung y LG en Corea del Sur. “Hay una gran correlación entre dónde están los clientes y dónde se están realizando las inversiones”, indica. “Hay una gran inversión, por eso, en Alemania, que es un gran mercado para nosotros. Por eso, la primera instalación de la nube soberana está ahí”.
Su argumento es muy parecido al que usa el sector de la microelectrónica: ¿quieres inversiones? Ofrece sedes de clientes y actividad industrial. A eso se le llama empezar la casa por los cimientos, una tarea en la que España tiene mucho recorrido por delante.
