Opinión Eugenio Mallol

Mesa y mantel de carne vegetal y cereales

Manejar las expectativas en el ámbito de las nuevas tecnologías de la alimentación se ha vuelto una tarea oracular.

A ver quién se atreve a encontrar sentido a lo que está sucediendo en el sector agroalimentario desde que le impactó la revolución digital. Deloitte analiza en un informe el estancamiento de las ventas de la carne a base de plantas (plant-based meat, PBM) tras su atronador estallido de mediados de la pasada década. La resaca está siendo dura, la cotización de la compañía pionera en el sector, Beyond Meat, se ha desplomado en un año de 102 a 15,5 dólares.

Pero apenas unos días después de la publicación de ese informe, nos topamos con la imagen de tres deportistas famosos, Ricky Rubio, Sergi Roberto y Sergi Busquets, y de un humorista de éxito, David Broncano, sosteniendo una hamburguesa vegetal de la startup española Heura. Han participado en una inyección de capital de 20 millones de euros.

Deloitte argumenta que el mercado objetivo podría ser más limitado de lo que se pensaba. La inflación ha reducido en nueve puntos porcentuales la disposición a pagar la prima de precio por un producto más saludable (aunque los productores de PBM sostienen que ayudará precisamente a alcanzar la paridad con la carne real). Y se han vuelto habituales las opiniones que cuestionan sus beneficios para la salud.

Crisis, qué crisis, ahí está Beyond Meat haciendo frente a la tempestad con el anuncio de que su bistec a base de plantas se lanza en más de 5.000 tiendas de Walmart y Kroger en Estados Unidos. Si el rebote del marketing sirve para recuperar el interés del mercado por la compañía, quizás todo se deba, como sostiene el experto Adam Hanft, a una desastrosa estrategia de branding y de diferenciación.

Manejar las expectativas en el ámbito de las nuevas tecnologías de la alimentación se ha vuelto una tarea oracular. Cuando la startup MycoWorks decidió rediseñar la estructura de la raíz de los hongos, llamada micelio, para crear un material similar al cuero, cómo imaginar que un día se encontraría al otro lado de la mesa no a una marca de moda, sino al brazo inversor de General Motors, GM Ventures.

El gigante automovilístico ha tomado una participación en la compañía porque su material coincide con el rendimiento del cuero de origen animal y tiene una menor huella ambiental. Este es el tipo de confluencias a las que cada vez se ven abocados más sectores a lomos del imperativo de la sostenibilidad.

Pero el vaivén tecnológico en el que anda sumido el sector agroalimentario no puede desviar la atención del delicado momento que atraviesa desde el punto de vista geoestratégico. Agravado por la salvaje invasión de Ucrania. El fundador de Sweden Foodtech, Johan Jorgensen, acaba de reflejarlo en una dura reflexión en la que llama nada menos que a preparar un Plan Marshall para cambiar el paradigma de producción actual.

En su caso, parecen más sólidos los argumentos que las soluciones, especialmente la que llama a plagar el Trópico de nuestro planeta de explotaciones basadas en la sinecocultura. Hace una regla de tres: si 10 metros cuadrados de este modelo de cultivo multivarietal darían de comer a una persona, con el 1% del suelo de los trópicos podríamos alimentar a 50.000 millones. A cambiar el flujo global de la comida, por tanto.

El Banco Mundial advierte de que nos estamos convirtiendo en una sociedad marcadamente cerealista, lo cual nos asegura calorías seguras y baratas. En los últimos 60 años se ha cuadruplicado la producción de cereales, mientras que la población ha crecido un 150%. Todo esto tiene consecuencias geopolíticas y no precisamente a favor de los países menos desarrollados. Hasta 2030 la NASA prevé un crecimiento del 17% en la producción de trigo y una disminución del 24% en la de maíz. Quid prodest?

El cambio climático es el otro gran vector de revolución tecnológica. La Universidad de Aalto en Finlandia sostiene que cuando acabe el siglo un tercio de la producción mundial de alimentos podría acabar situándose fuera del “espacio climático seguro”.

Según AgFunder, el mayor número de operaciones de inversión en agtech a nivel mundial se producen en el ámbito de la comida innovadora (424 el año pasado), aunque el volumen de inversión (4.800 millones de dólares) se sitúa aún muy lejos de la categoría estrella, la tienda de alimentos online (egrocery, con 18.500 millones).

No van tal vez tan mal encaminadas nuestras celebrities al apostar por Heura, por tanto. La crème de la crème de las aceleradoras lideran la inversión en agtech: SOSV, Y Combinator, Techstars y Big Ideas Ventures, son las cuatro primeras. Pero es difícil adivinar el resultado, los caminos del sector agroalimentario son inescrutables hoy en día.

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