Casi 1.250 kilómetros por carretera separan el centro de Liubliana de los Campos Elíseos de París. La capital eslovena parece mucho más lejana todavía si tenemos en cuenta la realidad social, económica y demográfica de ambos territorios. No en vano, hablamos de una de los dos potencias más importantes de Europa y un país que no está en el top 100 mundial por población ni el top 60 en PIB per cápita.
Sin embargo, la histórica avenida parisina tuvo que rendir homenaje a Eslovenia el pasado 20 de septiembre, cuando un lampiño ciclista de solo 21 años ponía a su nombre el Tour de Francia, una prueba deportiva que es mucho más que eso para los galos.
Tadej Pogacar, nacido en el municipio de Komenda, una minúscula comunidad formada por 14 pequeños pueblos en el centro del país, es el primer esloveno en ganar la prueba ciclista más importante del mundo, además de ser el segundo más joven de la historia en conseguir tal hito.
Al subir al escalón más alto del podio, además, debió invadirle un sentimiento de familiaridad, de estar en casa, sobre todo cuando comenzaron a sonar las notas del Zdravljica, el himno nacional esloveno, y a su lado una garganta lo cantaba con la misma convicción que él.
Esa voz era la de Primoz Roglic, su compatriota, que acabó segundo la prueba tras vestir el maillot amarillo durante gran parte del recorrido. Roglic, un veterano que ya supera la treintena, es natural de Trbovlje, una localidad a menos de 100 kilómetros de la capital y que cuenta con 17.000 vecinos.
Todo francés de bien debió sentir algo en su interior viendo aquella idílica escena, toda vez que no se escucha la Marsellesa para honrar al campeón del Tour de Francia desde que Bernard Hinault salvara el honor galo en 1985.
Es muy posible que esos mismos franceses se preguntaran cómo es posible que el David esloveno derrotara así al gigante galo. En su defensa hay que decir que no son los únicos que se han sentido así.
Luka Doncic lleva un par de temporadas destrozando el parqué en la NBA después de hacer suya Europa con el Real Madrid. El jugador de los Dallas Mavericks, natural de Liubliana, ya es habitual en los partidos All-Star en los que está presente la élite de la élite del baloncesto mundial. El pasado verano terminó de cimentar su posición de megaestrella firmando un contrato con Jordan que le ata a la marca durante los próximos cinco años y que le reportará, se estima, unos 75 millones de dólares.
Doncic no solo ha alcanzado la gloria individual. Junto a sus compañeros de la selección nacional es todavía el vigente campeón del Eurobasket tras imponerse a Serbia en la final de Estambul en el año 2017. Por culpa de la pandemia todavía no se ha disputado otro campeonato de Europa, por lo que Eslovenia será el país que más tiempo ha retenido el título desde la Segunda Guerra Mundial.
También con las manos, si bien en un deporte radicalmente diferente, juega Jan Oblak, que lleva desde 2014 defendiendo la portería del Atlético de Madrid. Natural de Skofja Loka, al noroeste del país, el esloveno es posiblemente el mejor del mundo en su posición. Ha sido cuatro veces portero menos goleado de la Liga Santander y nominado dos veces el Balón de Oro.
Por si fuera poco, el actual presidente de la UEFA, el organismo que rige el fútbol europeo, también es esloveno. Se trata de Aleksander Ceferin, que fue nombrado en septiembre de 2016 con la clara tarea de renovar el organismo manchado por el periodo presidido por Michael Platini, apartado por el Comité de Ética.
Identidad social
Volvamos de nuevo a la pregunta que se hicieron esos franceses viendo el podio del pasado Tour de Francia. ¿Cómo es posible que un país con poco más de dos millones de habitantes y con un PIB de 80.000 millones de euros produzca tal cantidad de atletas de máximo nivel?
Eslovenia, como muchos otros países, adquirió la independencia y la soberanía propia después de un largo periodo de dominio soviético sobre los Balcanes. Comenzó entonces una larga carrera en la que las élites buscaban darle a los ciudadanos una identidad nacional, algo con lo que identificarse en un mundo que era casi nuevo para ellos. Ya no eran parte de la Yugoslavia comunista, eran eslovenos.
Tal y como explica el sociólogo Frank Lechner, este proceso es todavía más urgente en aquellos territorios que han tenido una historia convulsa de lazos políticos o con grandes flujos de inmigración. En su trabajo señala que el deporte es una de las mejores formas de dar una respuesta a la pregunta “¿quiénes somos?”. Eso es algo en lo que Eslovenia ha trabajado durante años.
Como explica el sociólogo Frank Lechner, el deporte es una de las mejores formas de dar respuesta a la pregunta “¿quiénes somos?”
Así lo demuestran Mojca Doupona y Jay Coakley, expertos de la Universidad de Liubliana y de la de Chichester respectivamente, en su estudio “La complicada relación entre el deporte y la identidad nacional: el caso de la Eslovenia postsocialista” que se publicó en el ‘Sociology of Sports Journal’.
En dicho informe señalan que “Eslovenia usa el deporte de la misma forma que lo han usado muchos países ex soviéticos, ex colonias o países en desarrollo. Los eslovenos tienden a ver el deporte como una herramienta efectiva para forjar una identidad nacional”.
El cambio en la política de Estado tras la crisis financiera de 2008 fue decisivo. A principio de la pasada década la estructura del equipo nacional de baloncesto, que ahora es uno de los grandes motivos de orgullo deportivo del país, arrastraba una deuda superior al millón de dólares, una gran cantidad si tenemos en cuenta la economía del país.
Desde entonces se impulsó un plan diseñado para tejer una suerte de telaraña que recorriera todo el territorio para captar todo el talento posible. El deporte se usó para unir al país tras una época dura como fue la crisis y los resultados muestran el éxito de la estrategia.
“El deporte es un bien de interés común y el Estado garantiza sistemáticamente su desarrollo. Tiene gran importancia en el sistema educativo”, han explicado en varias ocasiones desde el Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte que actualmente dirige Simona Kustec.
El deporte tiene tal rango en Eslovenia que hay un día específico para conmemorarlo. El 23 de septiembre, día en el que el país logró su primera medalla olímpica, es festivo nacional. Un pequeño país de gigantes.