El miedo es una emoción común experimentada por todos los seres humanos, y desempeña un papel crucial en nuestra evolución. Nos ayuda a reconocer posibles peligros y a reaccionar ante ellos, garantizando así nuestra supervivencia en circunstancias peligrosas. Pero, ¿te has preguntado alguna vez qué ocurre en nuestro cerebro cuando experimentamos miedo? Y lo que es más interesante, ¿por qué tanta gente se siente atraída por las experiencias aterradoras y los sustos?

La verdad es que el miedo tiene un complejo conjunto de dimensiones psicológicas que varían de una persona a otra. Y es una emoción intensa. Por eso algunas personas disfrutan de la emoción y la excitación que produce el miedo, buscando actividades como el puenting y, especialmente en esta época del año, las películas de terror y las casas encantadas. Estos individuos encuentran placer en las situaciones de miedo dentro de un entorno generalmente controlado, ya que les proporciona una sensación de excitación y un subidón de adrenalina.

Por ejemplo, aunque menos peligrosos que los deportes extremos, los miedos inducidos por el entretenimiento tienen efectos psicológicos y fisiológicos. Cuando vemos una película de terror o visitamos una casa encantada, nuestro cuerpo y nuestro cerebro responden como si la amenaza fuera real. Nuestro ritmo cardíaco aumenta, la adrenalina corre por nuestras venas y nuestros sentidos se agudizan. Esta respuesta fisiológica intensifica la experiencia emocional, creando un encuentro único y memorable.

¿Qué ocurre cuando nos asustamos?

En primer lugar, el miedo comienza con la percepción de una amenaza potencial a través de uno o varios de nuestros sentidos. Ver una serpiente, oír un ruido fuerte u oler algo inusual puede desencadenar la respuesta inicial. A continuación, la información sensorial se procesa en el tálamo, una parte del cerebro encargada de transmitir los datos a otras áreas del cerebro para su posterior procesamiento.

A continuación, la amígdala desempeña un papel fundamental en el procesamiento de nuestras emociones, incluido el miedo. Recibe información del tálamo y evalúa rápidamente los datos sensoriales para determinar si representan una amenaza. Si la amígdala percibe una amenaza, inicia una respuesta de miedo que activa el hipotálamo, desencadenando la liberación de hormonas del estrés como la adrenalina y el cortisol. Estas hormonas preparan al cuerpo para una respuesta de lucha, huida o congelación, aumentan el ritmo cardíaco, dilatan las pupilas y redirigen el flujo sanguíneo a los músculos.

A continuación, la rama simpática del sistema nervioso autónomo se encarga de activar la respuesta fisiológica del cuerpo al miedo. Esto da lugar a diversas reacciones físicas, como el aumento del estado de alerta, la sudoración y la intensificación de los reflejos. Aunque estas respuestas son automáticas, el cerebro también evalúa la situación y decide el curso de acción apropiado. La evaluación cognitiva puede conducir a una continuación de la respuesta automática de miedo o a una reducción del miedo si la amenaza percibida es mínima o se considera segura.

Curiosamente, las experiencias de miedo suelen estar asociadas a la formación de recuerdos. La amígdala interviene en la consolidación de los recuerdos emocionales. Esto ayudó a nuestros antepasados a aprender a evitar situaciones potencialmente peligrosas en el futuro. Pero cuando una amenaza disminuye o nos damos cuenta de que no era tan mala como pensábamos al principio, nuestro córtex prefrontal trabaja para ayudarnos a extinguir nuestro miedo mediante el análisis lógico.

Zombie enterrado saliendo de la tierra en un cementerio con niebla. (Foto: Getty)

A las personas que buscan el miedo les encanta Halloween

Al comprender estos procesos basados en la neurociencia y la fisiología, podemos aplicar estas lecciones a los comportamientos de búsqueda del miedo de los amantes de los deportes extremos, las casas encantadas y las películas de miedo. Resulta fácil entender por qué un entorno «seguro» permite sentir una serie de experiencias placenteras.

  • Te da un subidón de adrenalina. Experimentar miedo desencadena la respuesta de lucha, huida o congelación del cuerpo, lo que provoca la liberación de adrenalina. Esto puede ser estimulante y placentero para muchas personas, ya que puede hacer que se sientan más alerta y vivas.
  • Tienes sensación de control. En un entorno seguro, como ver una película de terror o visitar una casa encantada, las personas pueden experimentar miedo sin peligro real. Esta sensación de control sobre la situación puede ser atractiva, ya que pueden elegir sentir miedo y alejarse cuando ya han tenido suficiente.
  • Algunos encuentran la catarsis emocional. La liberación de emociones, incluido el miedo, puede ser catártica. Enfrentarse al miedo en un entorno controlado puede proporcionar una forma segura de procesar y liberar las emociones reprimidas, reduciendo en última instancia el estrés y la ansiedad.
  • Experimentamos un vínculo social. Muchas personas disfrutan experimentando el miedo con otras, ya sea viendo una película de miedo con amigos o visitando una casa encantada en grupo. Las experiencias de miedo compartidas pueden reforzar los vínculos sociales.
  • Ansiamos la novedad. Las actividades que inducen miedo pueden ser emocionantes y novedosas, y ofrecer una ruptura con la rutina de la vida cotidiana. El cerebro busca la novedad y la estimulación, y estas experiencias pueden satisfacer esa necesidad.
  • Te sientes realizado. Vencer el miedo puede producir una sensación de logro. Muchas personas disfrutan con la sensación de superar sus miedos, aunque sea en un entorno controlado.
  • Existe un contexto cultural. Algunas culturas tienen una larga historia de celebración y aceptación del miedo en diversas formas. Y las preferencias individuales varían mucho a la hora de expresar esas tradiciones.
  • En pocas palabras, escapismo. La gente utiliza las experiencias que inducen miedo como una forma de escapismo, que les permite olvidar temporalmente sus preocupaciones cotidianas y sumergirse en un mundo diferente y más emocionante.

Sea cual sea tu motivo, si este otoño te encuentras buscando algo de miedo y libertad, tienes que saber que no estás solo. Y que no eres raro. Tu cerebro y tu cuerpo están condicionados para encontrar placer en situaciones que sobrepasan tus límites normales, y buscar situaciones seguras pero anormales. Así que enciende la cola de las películas de terror e invita a tus personas favoritas a pasar un buen rato.