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Así ha sido el entrenamiento de un turista espacial para prepararse para su viaje estelar

Ha tardado mucho en llegar, pero el turismo espacial suborbital es ya una realidad.

Desde que los empresarios Richard Branson de Virgin Galactic y Jeff Bezos de Amazon volaron al espacio el mes pasado, el tema sobre cómo entrenarse para tal experiencia se ha convertido en el centro de atención. Ha tardado mucho en llegar, pero el turismo espacial suborbital es ya una realidad.

La belleza de esperar más de una década para mi propio vuelo con Virgin Galactic es que ha habido mucho tiempo para entrenar para ello. Si bien la preparación no es necesaria, decidí diseñar mi propio plan para replicar la experiencia real de los astronautas lo mejor posible. De esa manera, cuando me llamaran para el viaje —mi vuelo podría ser el 102 o uno anterior— sabré qué esperar.

En mi opinión, hay tres áreas principales con las que familiarizarse: la velocidad y la altitud extremas del aire, la ingravidez y las intensas fuerzas G experimentadas en el despegue y la reentrada.

Para tener una idea de la velocidad supersónica y las vistas desde gran altura, viajé a Rusia para coger un vuelo que llega al borde del espacio en un avión de combate MiG-25 Foxbat. Íbamos a alcanzar una altitud de 84.000 pies.

Desde allí arriba, un tercio de la altura que alcanza el SpaceShipTwo de Virgin Galactic, la oscuridad del espacio, la curvatura de la Tierra y la delgada atmósfera que se cierne sobre el planeta son supuestamente visibles. Así fue. Cuando llegamos a esa magnitud la banda de aire que envolvía a la Tierra era increíblemente delgada, casi como una cinta curva de luz púrpura azulada sobre un fondo negro.

Para llegar tan alto, fue necesario alcanzar dos veces y media la velocidad del sonido. El SS2 del Virgin Galactic alcanza su máximo algo más de tres veces la velocidad de la luz, por lo que estábamos bastante cerca. Sin embargo, era difícil juzgar la velocidad, porque cuanto más alto subíamos, menos puntos de referencia veíamos.

Lo siguiente fue coger un vuelo de gravedad cero en un Ilyushin-76, el equivalente a la aeronave de gravedad reducida KC-135 de Estados Unidos en el que entrenan los astronautas de la NASA, nuevamente en Rusia. En ráfagas de 30 segundos cada una en la parte de inmersión del vuelo parabólico, uno está completamente ingrávido y aprende a lidiar con el entorno desconocido.

Mi primer instinto mientras flotaba fue nadar a braza hacia algo, como cuando era socorrista de adolescente. Movimiento equivocado. Como estábamos en el aire, no en el agua, no fui a ninguna parte. Uno aprende que para dirigirse en una dirección particular, debe empujar algo, luego viajará sin obstáculos en la dirección opuesta al empujón. También fue genial abrir una botella de, digamos, agua, y luego tratar de atrapar en la boca las canicas de agua que se escapaban de la parte superior.

Volamos un total de 10 parábolas ingrávidas. Ahora entiendo por qué llaman a estos aviones «cometas de vómitos». De haber hecho una parábola más habría acabado enfermo, igual que otras tres personas que iban en nuestro grupo.

Finalmente, fui a entrenar en la centrifugadora NASTAR cerca de Filadelfia, Pensilvania (EE UU). El dispositivo circular, que gira como una gran manecilla de un reloj gigante con el sujeto de prueba en un tipo de crisol, es capaz de simular fuerzas G similares a las que se experimentarán en el vuelo Virgin Galactic, con un máximo de 6 G, o seis veces el peso corporal.

Allí aprendimos a respirar esencialmente con el peso de un pequeño elefante en nuestro pecho, empleando algo llamado maniobra de gancho para mantener la sangre en la parte superior del torso. No es fácil, pero funciona. Así que no me sorprenderé y estaré preparado para manejar fuerzas G similares experimentadas en SS2. Y, créame, los experimentaremos.

Por cierto, los aproximadamente 50 astronautas que he entrevistado a lo largo de los años, incluidos el senador John Glenn, Neil Armstrong y Buzz Aldrin, dicen que lo mejor es centrar la vista en el espacio, no en la ingravidez, la velocidad de la nave o las fuerzas G. Ver la Tierra allí arriba supuestamente te cambia la vida. Lo probé un poco en el MiG y no puedo esperar a verlo desde más arriba. ¡Encendamos esta vela y empecemos esta fiesta!

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