Una familia afgana intenta huir del país.

Desde que ayer, domingo 15 de agosto, los talibanes tomaran el control de Kabul, la capital de Afganistán, las imágenes del pánico de los ciudadanos intentando huir en el aeropuerto han dado la vuelta al mundo. Son las últimas y agonizantes escenas de un conflicto que, durante 2021, ha hecho que al menos 400.000 afganos se hayan visto obligados a abandonar sus hogares a causa de hayan sido desplazados dentro de su propio país ante el avance de los talibanes, según ACNUR, la agencia de refugiados de la ONU.

Según informó la agencia Reuters el pasado viernes viernes, Estados Unidos ha evacuado a 1.200 afganos a los que se les han otorgado visas especiales de inmigrante (SIV) para ex intérpretes y otros ayudantes de las fuerzas estadounidenses que están en riesgo de represalias. Y desde Washington aseguran que sacarán a 3.500 más en los próximos años, mientras intenta convencer a países del centro de Asia y los Balcanes de aceptar a refugiados.

Miles de afganos podrán buscar asilo en EE UU, aseguró el Departamento de Estado el pasado 2 de agosto, con la creación de una nueva categoría de refugiados para aquellos en riesgo porque trabajaron para organizaciones no gubernamentales o medios de comunicación de EE UU. Aunque antes de eso, tendrán que haber conseguido cruzar las fronteras del país, controladas por los talibanes.

Canadá, por su parte, dará la bienvenida a 20.000 refugiados, según aseguró el pasado viernes su ministro de Inmigración, y dará prioridad a los defensores de los derechos humanos, las mujeres, las personas LGBTQ y otras personas en riesgo de persecución por parte de los talibanes.

Muchos de los países que han detenido las deportaciones y acordado dar la bienvenida a más refugiados son países miembros de la OTAN, que ha liderado formalmente la coalición de tropas occidentales en Afganistán desde 2003. Alemania, Dinamarca, Bélgica, los Países Bajos, Grecia (todos miembros de la OTAN) y Austria escribieron a la Comisión Europea el 5 de agosto para instar a que continúen las deportaciones de los afganos rechazados para el asilo.

Ante el avance de los talibanes dentro del territorio afgano, países como los Países Bajos, Dinamarca y Alemania cambiaron de idea y detuvieron las deportaciones. Dinamarca acordó el jueves aceptar a 45 ciudadanos afganos que trabajaban para las fuerzas del país, según Al Jazeera.

Por su parte, Austria, Grecia y Bélgica han justificado su posición en entrevistas y declaraciones en Twitter. «Que las regiones de un país no sean seguras no significa que cada ciudadano de ese país automáticamente tenga derecho a protección», escribió el lunes Sammy Mahdi, el secretario de Estado de Asilo y Migración belga.

Finlandia, Suecia, Noruega y Francia también han dejado de deportar personas a Afganistán, según Al Jazeera. Y España traerá a las personas que hayan trabajado con los militares y cooperantes españoles en la región.

Antecedentes clave

Alrededor de 2,9 millones de personas ya estaban desplazadas internamente en Afganistán a finales de 2020, y 2,6 millones de afganos eran refugiados en el extranjero.

En Europa, donde las políticas y la retórica antiinmigración han surgido después de que más de 2,5 millones de personas, la mayoría huyendo de Siria, Afganistán e Irak, buscaron asilo en 2015 y 2016, dar la bienvenida a más refugiados es políticamente tóxico para muchos votantes.

En Estados Unidos, los republicanos conservadores se han opuesto más abiertamente a los refugiados, pero esta primavera el presidente Joe Biden también había planeado permitir la entrada de tan pocos refugiados como Donald Trump antes de que los progresistas de su partido lo llamaran.