Desde que los minoristas tuvieron la idea de que podían hacer que los clientes escanearan y embolsaran sus propios productos, e instalaron filas de máquinas de autocobro en sus tiendas, los compradores han probado los límites de lo que podían conseguir robando. Los filetes de chuletón se marcaban como cebollas. El gouda envejecido se cayó […]
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¿Por qué les ignoráis?
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Tiendas sí, pero a qué precio
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