La Fundación Bill y Melinda Gates está aumentado sus donaciones este año para hacer frente al aumento de las necesidades a nivel internacional. Su director general, Mark Suzman, anima a las grandes fortunas de todo el mundo a hacer lo mismo.
En su carta anual –publicada la semana pasada– y en una conversación con Forbes previa a la publicación de la misma, Suzman explica que el presupuesto de la Fundación Gates para 2024 se eleva a 8.600 millones de dólares –300 millones más que el año pasado–, camino de los 9.000 millones en 2026. El gasto adicional se destinará en parte a atender las necesidades de quienes se enfrentan a la pobreza extrema, que había seguido una tendencia a la baja pero ha aumentado desde que se produjo la pandemia de Covid-19.
Aunque alaba los esfuerzos de otros filántropos, como MacKenzie Scott, Jeff Skoll, Azim Premji de India y Tsitsi Masiyiwa de Zimbabue, también le gustaría que los demás multimillonarios del mundo hicieran más donaciones. «Hacemos avanzar las cosas, pero no lo hacemos solos», escribe Suzman en la carta anual. En abril del año pasado, Forbes encontró 2.640 multimillonarios con un patrimonio conjunto de 12,2 billones de dólares. Según los cálculos de Suzman, si cada multimillonario donara el 0,5% de su patrimonio neto, se obtendrían 61.000 millones de dólares en donaciones, aproximadamente siete veces el presupuesto de este año de la Fundación Gates.
Suzman señala que en EE UU, Canadá y Australia, las fundaciones filantrópicas están obligadas a desembolsar al menos el 5% de sus activos cada año. «Personalmente, creo que podría ser más, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de dólares con ventajas fiscales», escribe. La Fundación Gates, dice, desembolsa anualmente alrededor del 10% de sus activos. Cuando le pregunto cuánto cree que debería ser el porcentaje de desembolso requerido, se muestra reticente. «Quiero hablar de la oportunidad. Lo importante es donar ahora a gran escala», afirma, y añade que hay una amplia gama de formas de donar.
La Fundación Gates pretende dirigir su capital filantrópico a lugares donde las fuerzas del mercado no funcionan, explica Suzman. Uno de ellos son las enfermedades infecciosas. La tuberculosis (TB) mata a más personas que cualquier otra enfermedad infecciosa; 1,6 millones de personas murieron de tuberculosis en 2021. La Fundación Gates y el Wellcome Trust están financiando conjuntamente un ensayo clínico de fase III de varios años de duración de una vacuna contra la tuberculosis pulmonar, una forma activa de TB que no obtiene mucha protección de la vacuna contra la TB que se administra actualmente a bebés y niños. Ninguna empresa farmacéutica se ha mostrado dispuesta a financiar el ensayo, que costará 550 millones de dólares.
Y la Fundación siempre está buscando nuevas soluciones para mejorar la vida de los más pobres del mundo. Suzman menciona dos: la mandioca resistente a la sequía y las aves de corral resistentes a la sequía, es decir, pollos que pueden sobrevivir con menos agua y seguir produciendo huevos y carne. «Conocí a algunas mujeres que distribuyen estos pollos. Realmente se está ampliando», afirma.
Bill Gates y Melinda French Gates, que copresiden la Fundación Gates, son algunos de los mayores donantes filantrópicos de Estados Unidos y del mundo. Encabezan la lista anual de Forbes de los estadounidenses que más han donado durante toda su vida. Su objetivo es agotar los activos de su fundación en un plazo de veinte años tras la muerte de Bill y Melinda. Con 68.000 millones de dólares en activos en la fundación a finales de 2022 (la información financiera más reciente disponible) y otros casi 68.000 millones en el Gates Foundation Trust –que mantiene la dotación y financia la fundación Gates– hay capital de sobra para mantener en marcha los motores filantrópicos.