A su tierna edad, 20 años de nada, el J12 es todo un icono relojero. El flechazo del respetable con esta pieza de buceo que alumbró en 2000 Jacques Helleu, entonces director creativo de relojes de Chanel, fue inmediato. Helleu se inspiró para concebirlo en la silueta de una clase de veleros que participan en la America’s Cup, de los que tomó su nombre, y puso de moda la cerámica, en negro primero y en blanco en 2003. El brillo de este material resistente a los arañazos conquistó a mujeres y también a algunos hombres, y pasó a representar a la marca igual que la camelia, el perfume Nº5 y la chaqueta de tweed.
Como no hay nada eterno, su diseño ha evolucionado, aunque de manera discreta. El año pasado, Arnaud Chastaingt, director del estudio de creación de relojes de Chanel, decidió cambiarlo todo, pero la operación apenas se percibe. Introdujo un nuevo calibre automático, el J12.1, de Kenissi, un fabricante con sede en Ginebra del que Chanel compró el 20% hace un año, y retoques estéticos, como un bisel más delgado y una corona más reducida.
Ahora que cumple dos décadas, el J12 deja atrás el minimalismo en blanco o en negro para unir ambos colores en un solo modelo, denominado J12 Paradoxe. Elaborado por completo en cerámica, la dificultad de su producción radica en que se requieren dos cajas de distintas dimensiones, una blanca y otra negra, que hay que cortar para después ensamblar en un soporte metálico.
Esa nueva proporción de un tercio de cerámica negra y dos tercios de blanca se transforma en el J12 Paradoxe Diamond en un tercio de diamantes de talla baguette y dos tercios de caja de cerámica negra. La versión de cerámica del Paradoxe tiene un precio de 7.150 dólares (unos 6.400 euros), y la de diamantes, limitada a 20 unidades, cuesta 192.600 dólares (172.800 euros).
Y aún hay otra vuelta de tuerca del reloj, porque Chanel ha presentado también este año su primer J12 no cerámico, el X-Ray, con una caja (de 38 mm de diámetro) y un brazalete hechos completamente de zafiro transparente, algo nunca visto hasta la fecha. Tanto la platina como el puente de minutería y el de engranaje son de zafiro.
Su bisel luce diamantes baguette, que también están presentes en los índices de las horas, y alberga un nuevo calibre, el 3.1. de cuerda manual. Se trata de una edición limitada a 12 piezas, difícil, pues, de conseguir.