Transformar, hacer cambiar de forma a alguien o a algo, mudar de porte o costumbres a alguien. El Diccionario de la Lengua Española describe así un verbo que encierra un potencial enorme en cualquier faceta de la vida, personal o profesional. La industria tampoco se libra de estas fuerzas transformadoras y, hoy, en un momento marcado por fenómenos como la digitalización o la sostenibilidad, el mundo del diseño ha logrado una posición protagonista e indispensable.
¿Cuáles son los principales retos? Adaptarse y conectar con las necesidades y valores del cliente, que exige agilidad pero también productos diseñados para evitar la obsolescencia. La premisa aceptada parece ser diseñar y producir más y mejor con menos recursos. Esto se lleva a la práctica gracias a la producción y el consumo responsable, tal como indica el punto número 12 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Los desafíos de la eficiencia y de crear productos que perduren sin renunciar a la estética están presentes en los talleres y estudios valencianos de diseño desde hace generaciones, por la impronta histórica y cultural de la ciudad. Sin embargo, esta sensibilidad se ha acentuado tras la elección de Valencia como Capital Mundial del Diseño en 2022, una oportunidad para abrir la reflexión sobre la identidad del diseño valenciano y el valor que aporta a los procesos de producción y a la transformación de las industrias.
¿Cómo abordar esta época de cambio? Combinar el análisis de los datos que aporta la realidad con la intuición para comprender las necesidades de las personas es la base para diseñar bien, aclara la diseñadora Marisa Gallén, Premio Nacional de Innovación y de Diseño 2019 y directora del estudio Gallén+Ibáñez. “El buen diseño, además de cumplir con los aspectos funcionales y aportar valor cultural, debe estar comprometido con una sensibilidad preocupada por el medioambiente y por la justicia social en toda la cadena de producción”, explica.
Pero el sector debe ser capaz de mostrar su utilidad para la sociedad porque el diseño, aunque tenga un importante componente artístico, debe resolver problemas concretos como adaptar los procesos para la transición ecológica. “Por eso pienso que será un diseño sostenible, que aproveche los recursos de nuestra generación sin comprometer los recursos de las generaciones futuras. Avanzará hacia una sensibilidad más social y más centrada en la calidad de vida que en generar consumo”
El punto de partida está en la producción responsable como motor de la economía a nivel local y global y en que los diseñadores integren el uso eficiente de los recursos naturales en sus procesos creativos. En definitiva, pensar y repensar, trabajando para buscar soluciones creativas y estéticas que cuiden el medioambiente, explica el diseñador Pepe Cosín.
El CEO de Cosín Estudio y profesor de diseño cree que “la sostenibilidad y la digitalización son fundamentales para la transformación del diseño. En el mercado nacional e internacional, el consumidor final está eligiendo esa sensibilidad hacia la ecología y el respeto al medioambiente. Las empresas líderes lo aplican antes, pero es un camino sin retorno”. Y es que la sociedad y las nuevas generaciones aprecian cada vez más que los productos que adquieren respeten la economía circular.
El entorno y la sociedad exigen a las empresas una serie de cambios, desde cómo diseñan sus productos, los materiales y recursos que utilizan, hasta cómo se presentan ante el mercado. Así lo cree José González, Chief Innovation Officer de Zumex, fabricante de máquinas de zumo de naranjas presentes en gran parte de los supermercados. Y considera que este momento es propicio para repensar cómo se resuelven los problemas de los usuarios.
“En Valencia estamos bendecidos con un gran talento creativo, el cual sirve de palanca para impulsar este tipo de retos de diseño, que son cruciales para la sociedad y para un mejor uso de los recursos, que son limitados”, indica González. Por ejemplo, el origen de las máquinas Zumex está en el aprovechamiento de las naranjas que por su mal aspecto (“ugly food”) eran rechazadas en el mercado. Y otro eje es la perdurabilidad, que se puede acreditar con sellos de no obsolescencia programada, como ISSOP, que aportan valor a los clientes.
Para Xavier Giner, profesor de Diseño de Producto en la EAS de Valencia y codirector del Arxiu Valencià de Disseny (AVD), las estrategias empresariales están mostrando un compromiso más sólido con el diseño circular. Por otra parte, la revolución tecnológica ha sido un salto cualitativo en la capacidad de las pequeñas empresas de diseño para llegar al mundo haciendo un buen manejo digital.
“Por ejemplo, todas las empresas de mobiliario de Valencia están abriendo estructuras de comercialización online y utilizan las redes sociales para promocionar sus productos y posicionarse, algo que hace diez años era impensable. Esto cambia todas las reglas, incluso desde la concepción de los objetos”, destaca.
La transformación y el diseño valenciano
En algunas épocas, se ha tenido una concepción demasiado limitada y estrecha del diseño, como un accesorio que añadir a un proyecto, pero se ha demostrado que es un eje estratégico para desarrollar los negocios del mañana.
La creación de máquinas inteligentes y conectadas, conocidas como “Internet de las cosas” (Internet of Things o “IoT”, por sus siglas en inglés), que aprovechen la digitalización para ofrecer un servicio diferencial, es uno de los ejes del diseño industrial. Para José González, la integración de aplicaciones que obtengan información en tiempo real, con datos representados en un panel de control que mejoren la planificación y optimización de los costes en el negocio de los clientes son pruebas tangibles de que el diseño es fundamental.
¿Qué supone la integración de elementos como la inteligencia artificial y el big data? “Para los optimistas, esto significa que las máquinas nos facilitarán las tareas y tendremos más tiempo para crear y reinventarnos. Para los pesimistas significa que nos quedaremos sin trabajo porque diseñará la inteligencia artificial”, explica Marisa Gallén, que insiste en que el proceso de diseño explora múltiples soluciones, construye prototipos para validar hipótesis creativas. Y si no funciona, desanda el camino y explora soluciones alternativas. “Como nuestro método de trabajo está orientado a despertar la creatividad, digamos que nos entrena y capacita para innovar”, aclara.
Para que esa capacidad transformadora se aplique de forma responsable de cara a la sociedad y el medio ambiente, Gallén está convencida de que es necesario que los diseñadores desarrollen un ‘pensamiento ético’. “Como diseñadora, debo preguntarme para quién trabajo, qué valores promueve mi cliente y si son compatibles con los míos. En definitiva, qué tipo de diseñadora quiero ser”.
Tendencias de futuro para el diseño
Contar con un producto diferenciado y una buena implantación internacional son algunas de las bazas que tiene el sector del diseño valenciano para aportar a la transformación industrial impulsada por la sostenibilidad y la digitalización. “Hay una tensión interesante, una dialéctica entre productos que circulan en un mundo global pero que llevan una marca o un espíritu local”, explica Xavier Giner, que insiste en la oportunidad que supone la elección de Valencia como Capital Mundial del Diseño.
“Nosotros no podemos competir por precio, sino por aprecio. De ahí la importancia de dotarse de una identidad de marca clara, que el diseño valenciano como tal sea percibido como un elemento diferencial. El usuario es el que debe buscar el diseño y apreciarlo. Y para lograrlo es necesario educar la sensibilidad”, apunta
Poner al consumidor en el centro es otro punto clave. “Venimos de un ciclo en el que mandaban los fabricantes y los diseñadores, pero ahora, con las ventas online, quienes sepan ver las necesidades de los usuarios, con miles de tendencias que hay, y caminar hacia una oferta más sostenible y personalizada, son quienes sobrevivirán”, señala Pepe Cosín.
Hay consciencia de que los cambios y los avances tecnológicos se dan a mayor velocidad. “El futuro de los diseñadores pasa por entender la sociedad en la que actúa, controlar las herramientas y la nube digital. Si el mercado se transforma, si aparece una nueva disciplina creativa, ahí estaremos, dispuestos a seguir aprendiendo y transformándonos”, sentencia Marisa Gallén.
El diseño se adapta a las nuevas corrientes, a las nuevas herramientas tecnológicas, al igual que lo hace el mercado. Dar respuesta a las sensibilidades de los usuarios y a los valores y compromisos del entorno es la base para impulsar la transformación industrial a nivel nacional e internacional. Hay talento, hay creatividad y hay método. El diseño acelerará la digitalización e impulsará la sostenibilidad porque no es un accesorio, sino una pieza fundamental para todo proyecto empresarial con futuro.