Hace algún tiempo leí la típica noticia en la que nunca puedo evitar entrar. No la encuentro y hasta quizá pienses que parezca falso, Rick, pese a lo creíble que suena. Decía algo así como: «Las 10 posiciones menos sexis para los hombres, según las mujeres». De cara al exterior cuesta reconocerlo, incluso avergüenza, pero es que me pirran estos titulares tanto como un buen queso comté o una cerveza Keler. En fin, que entré y me topé con un «estudio» que concluía una realidad poco positiva para los periodistas: las mujeres creen que son muy poco atractivos. Aunque la encuesta tiene la misma validez que la de Tezanos en las elecciones madrileñas, suena plausible. Supongo que el aliento ácido a café y las consecuencias de los malos horarios penalizan demasiado. Nadie más guapo que quien tiene un horario regular.
Si los periodistas son considerados poco sexis, pienso en qué se pensará en general de los profesionales del marketing, disciplina que practico. No creo (quizá deseo) que lleguemos a conclusiones similares, pero sí pienso que también hay un estereotipo peyorativo vinculado a nuestro puesto. Sin más fuentes que mi propia experiencia hablando con familia y amigos o tratando de escuchar a la gente en general, creo que, si hiciesen una encuesta que buscase adjetivos ligados a nuestra profesión, la palabra «mentirosos» o sinónimos como «vendepeines» saldrían pronto. Los políticos tienen el título de honor con ese adjetivo, pero es difícil encontrar una profesión sobre la que sobrevuele tanto la palabra mentira como la nuestra. Quizá sólo la de los periodistas, por si no tuvieran poco con ser feos.
«Es marketing» suele ser un argumento peyorativo habitual cuando alguien quiere quitar mérito a algo o a alguien a quien acusan de no tener fondo. La gente iguala marketing a publicidad; aunque la disciplina sea mucho más profunda que eso, yo suelo verme desesperado tratando de describir lo que hago y termino reduciendo al absurdo de esa manera, quizá fomentando aún más el cliché. ¿Cómo explicar que a veces hacemos anuncios, pero sobre todo muchos Power Point? Sea como sea, la primera reacción cuando a uno le dicen que es un mentiroso suele ser la de negarlo, la de entenderlo como un insulto. Sin embargo, y aunque el refranero sea cada vez menos acertado en pleno cambio climático, cuando el río suena, agua lleva.
Basta ya de sentirnos atacados o de victimizarnos y pensemos que algo habremos hecho mal para que la palabra mentira se nos vincule tanto, para que nuestra profesión sea una eterna sospechosa. Si la gente aprovecha para salir corriendo al baño cada vez que hay un corte publicitario, si alguien cree que le engañan cuando tiene que pagar unos céntimos de más por un producto, si cada vez menos personas tienen apego a las marcas… Es porque es un hecho que hay muchísimo que mejorar. Por fortuna, nosotros no lo tenemos tan difícil como los periodistas para cambiar el estereotipo.
Feliz lunes y que tengáis una gran semana.