Hace unos años recuperé la costumbre de escribir y empecé a publicar textos sobre lo que se me fuera ocurriendo en mi perfil personal de LinkedIn, una costumbre que me ha resultado casi terapéutica. Uno de los primeros, el 8 de abril de 2018, se lo dediqué a alguien que siempre ha sido y será una fuente de inspiración: Pau Donés. Mañana se cumplirá un año desde su muerte, pero todos sus aprendizajes siguen ahí. Por «eso que tú nos das», Pau, hoy recupero ese artículo para este ‘status’ de los lunes en Forbes. Sigue igual de vigente:

Ojalá todos los días pudiera vivir sin prisa. Eso me permitiría coger la Línea 4 del Metro de Madrid, una de las menos concurridas y, a la vez, una de las más lentas, dado que va parando en decenas de estaciones hasta llegar a mi destino diario: Mar de Cristal. Vivir despacio, creo que no hay mayor maravilla. Algo tan cotidiano como sentarte en los asientos de plástico azul del suburbano madrileño con un buen libro te predispone para una jornada en la que pocas cosas pueden ir mal. Pero, desgraciadamente, la cotidianidad suele ser frenética y toca coger las líneas 8 y 10 para recortar tiempo en el camino al trabajo. Si en el recorrido anterior todo era parsimonia, en éste realizas un curso avanzado en efluvios corporales, convirtiéndote en experto en diferenciar desodorantes (o la ausencia de los mismos).

Pau Donés era un tío brillante. Sus letras atestiguan que fue un auténtico visionario para toda una generación

En resumen, que la mayoría de las veces debes enlatarte en estos vagones y, por tanto, sacar el móvil para intentar ver algo. El otro día, por supuesto con prisa, tomé las líneas 8 y 10, pero el brillante Querido Antonio me las alegró. En una publicación de Twitter llamada ‘Exégesis de La Flaca’ desmenuzaba la famosa canción de Jarabe de Palo, llegando a tres conclusiones: se trata de una oda nutricional («una cerveza tras otra, pero ella nunca engorda»); hay rimas que Bécquer difícilmente aprobaría («enloquezco de ganas de dormir a su ladito, porque, ¡Dios!, que esta flaca a mí me tiene loquito»); y algunos párrafos serían codificados por el difunto Canal Plus («mojé mis sábanas blancas como dice la canción recordando las caricias que me brindó el primer día»).

Esta disertación me hizo pensar en Jarabe de Palo, muchas veces vilipendiado por repetir ritmos y fórmulas (no termino de estar de acuerdo) y por la profundidad de sus letras (con Depende y Bonito como principales ejemplos). Llegué a una conclusión: Pau Donés era un tío brillante, no sólo por el ejemplo que ha dado a todo el mundo a lo largo de estos últimos meses, sino porque sus letras atestiguan que fue un auténtico visionario para toda una generación. ¿No es así?

Empecemos por Depende, esa hipérbole al relativismo actual. Una época en la que llamar a las cosas por su nombre y tener una mirada firme se penaliza. «Que el blanco sea blanco, que el negro sea negro, que uno y uno sean dos… Depende, de según cómo se mire todo depende», cantaba Jarabe de Palo. Esa actitud de relativismo provoca que al final haya una cantidad exacta de opiniones que pueden expresarse. Tirarte a la piscina es lanzar el penalti por el centro. Si arriesgas e intentas ajustar al palo, corres el riesgo de haber ofendido a alguien. En cualquier caso, no sé por qué preocuparme, «si aquí estamos de ‘prestao’, uno nace y luego muere y este cuento se ha ‘acabao'».

La gente se altera demasiado, siendo Twitter un gran ejemplo de ello. Son enfados de rápida combustión, que ponen de manifiesto la alteración de una generación

La gente se altera demasiado, siendo Twitter un gran ejemplo de ello. Son enfados de rápida combustión, como un plato de pasta, que duran el tiempo que pasas dentro de la red social, en los que nos produce gran indignación un tema del que hemos pensado tanto como en las ligas nacionales de curling, pero que ponen de manifiesto la alteración de una generación. ¿Lo sabía Pau Donés cuando escribió las líneas «De vuelta de todo, de vuelta de nada, de vuelta y vuelta, tan joven y de vuelta»? ¿Era consciente de que los milenials iban a vivir en un contexto de crisis, de que si tenían miedo iban a gritar? No puedo dejar de pensar en ello.

Reflexionaba también acerca de la forma de huir de esta quemazón, de esta vida rápida, que ha hecho que proliferen los aficionados y pseudo-aficionados al yoga o al mindfulness, por ejemplo, como forma de aprender a parar y que la vida no te pase por encima, como método para ver las cosas con un mayor optimismo, a que todo nos parezca Bonito. Pau nos donó el mejor consejo que se podía dar, fue un pionero ‘yogui’: «Hace tiempo alguien me dijo cuál era el mejor remedio cuando sin motivo alguno se te iba el mundo al suelo. Si quieres, yo te explico en qué consiste el misterio: que no hay cielo, mar, ni tierra, que la vida es un sueño…».

Pau Donés no sólo ha compuesto himnos, sino que también tiene una faceta oculta, la de ser un Nostradamus del siglo XXI. Escrito todo esto, comprendo que tu reacción sea pensar un Déjame Vivir y desearme que me levante un poco antes para llegar a tiempo a coger la línea 4 de Metro.

Gracias, Pau.

Feliz lunes y que tengáis una gran semana.