*Este artículo fue publicado en junio de 2021. Este jueves, 8 de septiembre, ha fallecido la reina Isabel II a los 96 años.
La onda expansiva de la entrevista que concedieron Harry y Meghan a Oprah Winfrey el pasado 7 de marzo ha sacudido los cimientos del Palacio de Buckingham. La Firma –The Firm, es como se refieren a la Casa Real Británica– está sufriendo las devastadoras consecuencias de las declaraciones de los ya exmiembros de la familia.
Días después el mundo –y la prensa– sigue intentado digerir, perplejo, todo lo que se dijo en el encuentro, de más de dos horas de duración. Un sinfín de reproches a la Corona y una Meghan que quería, sin aproximarse ni un poco, imitar la valentía de Lady Di en su entrevista con Martin Bashir, en 1995.
“No sé cómo podían esperar que después de todo este tiempo”, dijo Markle a Winfrey, “siguiéramos callados si La Firma está jugando un papel activo en perpetuar falsedades sobre nosotros”, continuaba la exactriz.
El apodo La Firma, digno del villano de una película, se puso hace 80 años, en uno de los momentos más convulsos de la monarquía inglesa: la abdicación de Eduardo VIII en 1936. Atribuido alternativamente al padre de la reina Isabel II, el rey Jorge VI, que sucedió a su hermano mayor, y a su marido, el príncipe Felipe, el mote se mantuvo hasta convertirse casi en una marca registrada.
La Firma, la empresa más rentable de Reino Unido
La Firma –también conocida como Monarchy PLC– es la cara pública de un imperio de 28.000 millones de dólares que inyecta cientos de millones de libras en la economía del Reino Unido cada año.
Las bodas televisadas (se calcula que el impulso a la economía británica de la boda real de Harry y Meghan fue de 1.500 millones de dólares), las giras por los países de la Commonwealth y los eventos públicos generan un enorme interés –y beneficios– para una empresa que abarca desde inmuebles de primera categoría en el centro de Londres hasta remotas tierras de cultivo en Escocia.
Es innegable que el clan Windsor tiene muy buen filón en los medios de comunicación británicos –y del mundo–. En la entrevista con Oprah, Markle habló del “contrato invisible” con los tabloides, describiendo una relación que es a la vez simbiótica, aduladora y, ciertamente, siniestra.
Hace tres años, Brand Finance, una empresa de valoración de marcas con sede en el Reino Unido, estimó las contribuciones de La Firma a la industria de los medios de comunicación en casi 70 millones de dólares. Esa cifra parece pequeña después de que la entrevista de Harry y Meghan se emitiera en más de 60 países. E incluso el príncipe reconoció que han visto la aclamada serie de Netflix The Crown.
Los ocho eslabones principales
Quién consigue formar parte de La Firma y cosechar los beneficios se ha convertido en un punto de gran controversia a lo largo de los años. Tras la salida de Harry y Meghan de sus funciones oficiales, el número de miembros de la realeza se ha reducido a ocho.
El príncipe Carlos, primero en la línea de sucesión, y su esposa, Camila, duquesa de Cornualles; el príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión, y Kate, duquesa de Cambridge; la princesa Ana, hija de la reina; y el príncipe Eduardo, hijo menor de la reina, y su esposa, Sofía, condesa de Wessex.
Según la historiadora y comentarista de la realeza Carolyn Harris, el movimiento para reducir el círculo íntimo tiene que ver tanto con la consolidación de los recursos como con el mantenimiento del control de la reputación. “Estos esfuerzos de racionalización tratan de contrarrestar la preocupación de la opinión pública por el hecho de que la Beca Soberana vaya a parar a demasiada gente y que haya demasiados fondos para la realeza menor”, afirma Harris a Forbes US.
En el negocio desde hace 1.000 años
Un negocio familiar de más de 1.000 años de antigüedad que sabe que la percepción pública que lo sustenta es vital para su éxito. “Es un negocio de influencia muy formalizado”, explica David Haigh, director ejecutivo de Brand Finance, a la revista.
Sin embargo, a diferencia de una familia como las Kardashian, los Windsor no se benefician personalmente del negocio en sí, aunque se calcula que han aportado 2.700 millones de dólares anuales a la economía del Reino Unido.
El impacto que la familia real tiene en la economía es principalmente a través del turismo, pero Haigh señala que hay otros beneficios financieros, como la cobertura gratuita de los medios de comunicación de Gran Bretaña (que fue un estimado de 400 millones de libras en 2017).
Barbour y whisky Johnnie Walker
No solo eso, también hay muchas órdenes reales concedidas por la monarca: un sello de aprobación de productos de consumo de alta gama como las chaquetas Barbour y el whisky Johnnie Walker. Haigh calcula que una orden real puede aumentar los ingresos de su titular hasta un 10%.
Sin embargo, no todo el mundo quiere formar parte de la maquinaria monárquica. Las enormes presiones que conlleva el trabajo han expulsado a miembros de la familia, incluyendo, por supuesto, a la princesa Diana y ahora a Harry y Meghan.
Una decisión que no siempre ha terminado bien para los que se han ido –o sido expulsados–. Pero, arropados con amigos influyentes en Estados Unidos, acuerdos multimillonarios con Hollywood y una opinión pública sedienta de sensacionalismo, Harry y Meghan pueden encontrarse mucho mejor económicamente (y emocionalmente) que aquellos que, en palabras del nieto pequeño de la reina Isabel II, permanecen “atrapados.”
Isabel II Corp.
Desde que heredó el trono de su padre, en 1952, la reina Isabel II ha presidido La Firma, aunque no tenga la última palabra sobre la gestión del negocio. El príncipe Felipe, el patriarca de la familia Windsor, de 99 años, fue en su día un poderoso miembro de la empresa, pero hoy ya está retirado formalmente de sus funciones oficiales.
Tampoco ha sido el príncipe Harry el único empleado que ha perdido La Firma recientemente. La sociedad destituyó, después de que se expusiera su estrecha con el difunto financiero Jeffrey Epstein, acusado de pedofilia, al príncipe Andrés.
No solo hay empleados de sangre en la corporación, la Casa de Windsor tiene miles de recurridos en todo el mundo. Solo en el Palacio de Buckingham trabajan unas 1.200 personas. En el Crown Estate, la institución que supervisa los bienes de la monarquía, otras 450 personas.
28.000 millones en activos
La corona posee, pero no puede vender, casi 28.000 millones de dólares en activos a través del Crown Estate (19.500 millones de dólares), el Palacio de Buckingham (4.900 millones de dólares), el Ducado de Cornualles (1.300 millones de dólares), el Ducado de Lancaster (748 millones de dólares), el Palacio de Kensington (630 millones de dólares) y el Crown Estate Scotland (592 millones de dólares).
Forbes también estima que la reina Isabel tiene otros 500 millones de dólares en activos personales.
En el año fiscal que terminó el 31 de marzo de 2020, el Crown Estate obtuvo más de 700 millones de dólares. Más de 475 millones de dólares de beneficios. La familia real recibe el 25% de los ingresos del Estado de la Corona, que también se conoce como Subvención Soberana, y el 75% restante va al Tesoro Británico.
La última Subvención Soberana recibida por la realeza fue de unos 120 millones de dólares. Una cantidad que la familia utiliza exclusivamente para los gastos oficiales, que incluyen nóminas, seguridad, viajes, limpieza, costes de mantenimiento y gastos informáticos.
Los gastos privados de la Reina y de su familia también se sufragan con otra asignación a través del Ducado de Lancaster, denominada Privy Purse. En el último ejercicio fiscal, el Ducado de Lancaster registró un beneficio neto de 30 millones de dólares.
La Firma no escapa a la crisis de la Covid-19
Como en cualquier negocio, la pandemia ha hecho mella en los ingresos reales. En septiembre, el balance real se enfrentaba a un posible déficit de 45 millones de dólares. Pérdidas debidas a la caída del turismo y de las visitas a los lugares de interés real en el Reino Unido a causa de los cierres.
También añadió que la realeza no iba a pedir financiación extra al Tesoro. No es que la Reina necesite llenar sus arcas. Los 500 millones de dólares de patrimonio personal de Su Majestad se deben a sus inversiones, arte, joyas y propiedades inmobiliarias, incluidos dos castillos: Sandringham House y Balmoral Castle.
La mayor parte pasará al Príncipe Carlos cuando finalmente suba al trono. Y al igual que su madre, no poseerá directamente la mayoría de esos 28.000 millones de dólares. Ahí se incluye el patrimonio personal de la Reina, los activos del Crown Estate, sus posesiones en Escocia, el Ducado de Lancaster, el Ducado de Cornualles y dos palacios: Buckingham y Kensington.
Príncipe Carlos, Inc.
A sus 72 años, el Príncipe Carlos, el eterno heredero, tiene la segunda mayor fortuna dentro de la familia real. Como duque de Cornualles, Carlos obtiene unos ingresos del Ducado de Cornualles que se suman a los que ya recibe de la Subvención Soberana.
El Ducado fue fundado en el siglo XIV por Eduardo III. En la actualidad cuenta con una plantilla de 150 personas que gestionan una cartera de más de 1338 metros cuadrados de propiedades en el suroeste de Inglaterra por valor de casi 1.300 millones de dólares.
Al igual que el Estado de la Corona, el Príncipe Carlos no puede vender los bienes del Ducado, pero puede ganar dinero con ellos. Mediante el alquiler de propiedades, el Ducado obtuvo más de 50 millones de dólares de ingresos el año pasado, de los cuales 30 millones se destinaron al Príncipe de Gales y sus descendientes para mantener a sus respectivos equipos y operaciones.
Incluso sin la corona, el Ducado de Cornualles es mucho más lucrativo para Carlos que la Subvención Soberana. De los menos de 2,5 millones de dólares el año pasado, 7,3 millones financiaron a los 132 empleados personales del Príncipe, 6,75 millones se destinaron a impuestos y 4,4 millones se dedicaron a actividades benéficas.
Polémica con Archie
Una buena parte de estos ingresos también se ha utilizado para mantener a sus hijos. El príncipe Guillermo y el príncipe Harry recibieron el año pasado un total de 7,8 millones de dólares para sus propios gastos. Beneficios de los que Harry ya no participaría.
En la entrevista Meghan sugirió que parte de lo que alimentó la salida de la pareja fue la intención de la familia de negar a su hijo, Archie, el título de príncipe. También el apoyo financiero de ser un trabajador para la corona.
Esto, según el historiador real Harris, es la manifestación de Carlos en limitar el número de miembros superiores –y consolidar los recursos– de la familia. El problema es que puede interpretarse “como la exclusión de un miembro mestizo de la familia real”.
“La peor acusación posible en su discurso a Oprah era que la familia real es racista”, dice Haigh, de Brand Finance. “Eso dañaría el efecto económico [de la realeza]”. En su primera declaración tras la entrevista del domingo, la Reina abordó el asunto en un esfuerzo por mitigar las críticas de la prensa.
“Las cuestiones planteadas, en particular la de la raza, son preocupantes”, dijo Su Majestad en su comunicado oficial. “Aunque algunos recuerdos pueden variar, se toman muy en serio y serán abordados por la familia en privado. Harry, Meghan y Archie siempre serán miembros muy queridos de la familia”.
Príncipe Guillermo
El segundo en la línea de sucesión, el príncipe Guillermo, no tiene una fuente directa de ingresos a través del Ducado de su padre. Por su parte, él y su esposa, Kate tienen el poder de impulsar las ventas de las marcas sin la garantía real. Según Brand Finance, añadieron más de 165 millones de dólares a la economía del Reino Unido en 2017.
El “efecto Kate” ha incrementado a menudo las ventas de las marcas con las que viste o incluso las que emulan su estilo. En 2015, G.H. Hurt & Sons, que fabricó el chal de bebé de la princesa Charlotte, registró 100.000 visitas después de que aparecieran fotos de la recién nacida en la prensa británica.
Sin embargo, los duques de Cambridge no reciben dinero por su influencia. Guillermo recibe una renta anual del Ducado de Cornualles para cubrir los gastos privados de su familia.
En el año fiscal que terminó en marzo de 2020, el príncipe recibió casi 8 millones de dólares. Una cifra que tuvo que compartir con el príncipe Harry y Meghan Markle antes de que anunciaran que se alejaban de sus obligaciones reales.
Sin embargo, el duque de Cambridge no depende totalmente de los ingresos del Ducado –tampoco Harry–. Parte del patrimonio de su difunta madre, la princesa Diana, pasó a manos de los príncipes.
Fuera del negocio
Sin embargo, salir de la familia real no es sinónimo de pasar penurias económicas. Pese a las “quejas” de Harry y Meghan en su entrevista, la pareja no ha escatimado en gastos. Una vez asentados en California, compraron una mansión de 14 millones de dólares en Montecito, California.
Un capricho que, sin duda, pueden permitirse. Sus ingresos los forman la herencia de Diana –unos 40 millones de dólares– y la de la Reina Madre por parte de Harry. Meghan contribuiría a las arcas familiares con los 5 millones de dólares que ganó trabajando como actriz.
Conjuntamente, la pareja ha firmado un acuerdo con la plataforma Netflix que se estima entre 100 y 150 millones de dólares y por el cual podrían crear contenido visual. No solo eso, los Sussex también se han comprometido con Spotify para crear un podcast (Archewell) por el que habrían recibido un millonario adelanto.
Libres de las limitaciones de La Firma, es probable que Harry y Meghan no pasen apuros económicos. Como señala Haigh, de Brand Finance, a Forbes: “Harry y Meghan podrían convertirse en una marca de mil millones de dólares.”