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Cómo ahorrar calefacción este invierno (sin congelarte)

La calefacción representa casi la mitad de la factura energética de los hogares. Por suerte, hay algunos hábitos que pueden ayudar a reducir el consumo durante el invierno.

La bajada de las temperaturas nos obliga, un año más, a encender la calefacción de vez en cuando. Y eso suele traducirse en un incremento de los gastos domésticos, ya que según los datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la calefacción representa cerca del 47% de la factura energética.

De hecho, según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), cada hogar español se gasta, de media, unos 600 euros al año en calefacción. Una cifra ya de por sí nada desdeñable, que puede ser aún más elevada si los precios de la energía se disparan como han estado haciendo en los últimos meses. Por eso conviene tener en cuenta algunos consejos ofrecidos por IDAE y la OCU para reducir el consumo y, por supuesto, ahorrar en la factura energética.

Puesta en marcha

Revisar los radiadores antes de que empiece el invierno es una de las principales medidas que se pueden llevar a cabo para mejorar el rendimiento y la eficiencia energética de la instalación de la calefacción. Es tan sencillo como abrir las llaves de todos los radiadores y comprobar que el agua circula con normalidad. Si el radiador no funciona o hace ruidos extraños, lo más probable es que se hayan acumulado burbujas de aire que impiden el paso del calor. Por eso conviene purgarlos (con el sistema apagado y el radiador frío) para sacar todo el aire.

Dejar pasar este sencillo paso puede jugarnos una mala pasada, ya que, cuando un radiador no calienta, el termostato no salta, pero la caldera continúa funcionando e intentando llegar a la temperatura indicada. Eso solo hace que la caldera trabaje el doble y nosotros gastemos más energía. Por este mismo motivo no conviene colocar ropa mojada encima de los radiadores: aunque seguramente se seque más rápido, dificultará la difusión correcta del aire caliente por la casa y aumentará el consumo.

Una vez se ha acabado el purgado de los radiadores, hay que revisar la presión del agua de la caldera que, por norma general, debería oscilar entre entre los 1 y los 1,5 bares. Si la cifra –que viene indicada en la zona verde del manómetro– está por encima, el gasto energético podría aumentar considerablemente, y si está por debajo, seguramente la caldera no funcione.

Mantener la temperatura adecuada

Que en invierno hace frío es una obviedad que a veces parece que nos cuesta aceptar. Y es que poner la calefacción no significa que tenga que parecer verano dentro de casa. Al menos debemos evitar alcanzar altas temperaturas (25ºC ya es excesiva) si no queremos tener un gasto extra y contribuir al desaprovechamiento energético. Desde IDAE aconsejan ajustar el termostato a 20-21ºC durante las horas del día que estemos en casa y utilizar ropa de abrigo.

Por la noche, lo más eficiente es apagarla: “Cuando estás en la cama arropado, con 15-17ºC es suficiente para dormir confortablemente, por lo que no es necesaria dejar la calefacción encendida”, apuntan desde el Instituto. De esta manera se puede conseguir un ahorro de hasta un 25% en el consumo, ya que, por cada grado en que se incrementa la temperatura de una casa, el gasto energético aumenta en un 7%, al igual que las emisiones de dióxido de carbono (CO2). Colocar válvulas termostáticas en los radiadores es una buena manera de llevar un control de la temperatura.

Mejorar el aislamiento

El aislamiento de las ventanas también es clave a la hora de ahorrar en calefacción. Por suerte, existen pequeños hábitos que ayudan a evitar que el calor se escape. Uno de ellos consiste en bajar las persianas durante la noche y correr las cortinas para evitar el frío que desprenden los cristales. Y es que, según señalan desde IDAE, entre el 25 % y el 30 % de nuestras necesidades de calefacción son debidas a las pérdidas de calor que se originan en las ventanas.

Hay además otras maneras de mejorar el aislamiento a través de la decoración. Por ejemplo, se pueden utilizar alfombras o cortinas de color oscuro que absorban la radiación solar y ayuden a mantener el calor, o cubrir las paredes con cuadros o estanterías. Y no se trata de una broma: se calcula que la temperatura de una pared donde hay algo colgado puede llegar a ser 1,5ºC más alta que la de una pared desnuda.

¿Y si tengo calefacción eléctrica?

Todos estos consejos de ahorro sirven también para aquellos hogares donde haya radiadores eléctricos. En caso de ser un usuario acogido a la tarifa regulada (PVPC) siempre puede instalar temporizadores que permitan programar el encendido de la calefacción en las horas más baratas –horas valle–, según los tramos de discriminación horaria.

Sin embargo, tal y como explicaba a FORBES José María Yusta, profesor de la Universidad de Zaragoza y experto en mercado energético, hoy en día –y hasta que haya un reajuste–, los efectos de esta medida podrían ser prácticamente imperceptibles. ¿El motivo? Que los precios de la energía en el mercado de generación están disparados de tal manera que el peso que tienen las tarifas de acceso que se ven determinadas por esas franjas horarias es muy bajo.

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