En medio de un contexto global marcado por crisis superpuestas y una creciente desigualdad, la financiación para el desarrollo está en un punto de inflexión. A pesar de su papel esencial, los modelos tradicionales —como la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD)— resultan insuficientes para garantizar un futuro justo, especialmente para las más excluidas: las niñas y las jóvenes.
La Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FfD4), que se celebrará del 30 de junio al 3 de julio en Sevilla, será una oportunidad única para repensar cómo financiamos los derechos de la infancia y la juventud. Las decisiones que se adopten afectarán de forma directa a los 1.800 millones de jóvenes que viven hoy en el mundo, el 90% en países en desarrollo.
Sin embargo, las generaciones más jóvenes siguen sistemáticamente ausentes de las decisiones financieras globales. Solo el 5 % de toda la AOD se destina a intervenciones específicas para la infancia, y apenas el 1 % de la ayuda internacional centrada en mujeres llega directamente a organizaciones lideradas por ellas —menos aún a las niñas y adolescentes.
Desde Plan International, presente en 84 países, sabemos que invertir en las niñas y jóvenes no es solo una cuestión de justicia: tiene un enorme potencial económico y social. Puede dinamizar economías, fomentar la innovación y acelerar el progreso. Y sin embargo, los recortes recientes —un 7 % menos en AOD en 2024 respecto a 2023— ponen en riesgo programas vitales de educación, salud y protección para ellas.
Mientras la Agenda 2030 se aleja —con solo el 15 % de sus metas en camino y una brecha de financiación de 4.000 millones de dólares anuales— urge evolucionar hacia un modelo más ambicioso e inclusivo. No falta capital: faltan mecanismos que orienten la inversión hacia quienes más lo necesitan. Necesitamos enfoques de financiación transformadores, como una fiscalidad con perspectiva de género, la reestructuración de deuda hacia inversiones sociales o la financiación basada en resultados. También es clave impulsar la inversión de impacto y la financiación combinada que movilice capital privado en favor del desarrollo, desde una lógica de transición justa. El sector privado tiene una oportunidad real de reducir el número de generaciones que aún tendrán que vivir en desigualdad.
Invertir con enfoque de género no es solo justo: es estratégico. Significa destinar recursos a iniciativas que generan resultados sostenibles para mujeres y niñas. Medidas como la reasignación del servicio de la deuda a la educación de las niñas o la inversión en sistemas de cuidados ofrecen eficiencia y retornos sociales a medio y largo plazo.
Las jóvenes no son solo beneficiarias: son agentes de cambio. En todo el mundo, lideran soluciones frente a los desafíos más complejos, pero reciben una fracción ínfima de los recursos. Financiarlas es permitirles liderar, innovar y multiplicar su impacto. En Sevilla tenemos la oportunidad de inspirar compromisos concretos para ampliar la financiación inclusiva y garantizar su participación en el ecosistema global del desarrollo.
Desde Plan International llegamos a la FfD4 con un llamado claro: lograr un desarrollo verdaderamente transformador requiere ampliar de forma sostenida e inclusiva la financiación para la igualdad de género. Pedimos a gobiernos, donantes y al sector privado que inviertan en las niñas y mujeres jóvenes más marginadas, mejorando su acceso a servicios financieros, educación, salud —incluida la salud sexual y reproductiva—, protección social y sistemas de cuidados. Reclamamos además su participación significativa en la toma de decisiones, y un aumento urgente de la financiación flexible y accesible para organizaciones de base lideradas por niñas. La FfD4 debe consolidar compromisos estructurales que protejan y avancen sus derechos, con una arquitectura financiera centrada en la igualdad, los derechos humanos y la justicia climática.
*Concha López, directora general de Plan International en España
