La primera vez que Kim Kardashian West apareció en las páginas de Forbes–allá por 2011– fue para hablar de sus seguidores en Twitter: 6,6 millones, justo por debajo del entonces presidente Barack Obama y por encima de Ashton Kutcher.
Cinco años más tarde, fue portada de la revista gracias al éxito de su juego para móviles, que le ayudó a ganar 51 millones de dólares en 2016. Ahora, entra oficialmente en la lista de más multimillonarios del mundo por primera vez.
Forbes calcula que la fortuna de Kardashian West tiene ahora un valor de 1.000 millones de dólares, frente a los 780 millones de octubre. Una subida que se debe a dos lucrativos negocios: KKW Beauty y Skims.
A sus aventuras empresariales hay que añadirle el dinero que le reporta el reallity show que tiene junto a su familia–Keeping Up with the Kardashians–, los acuerdos de patrocinio, y a una serie de inversiones menores.
KKW Beauty, un éxito de ventas
Kim fundó KKW Beauty en 2017 tras el éxito de su hermanastra Kylie Jenner en el mundo del maquillaje, Kylie Cosmetics. Así, la más famosa del clan utilizó un modelo de negocio similar al de la benjamina que se basa en gran medida en el marketing a través de las redes sociales.
Su primer lanzamiento, 300.000 kits de contorno, se agotó en dos horas. En 2018, el negocio se había expandido a sombras de ojos, correctores, barras de labios y fragancias, y estaba aportando unos 100 millones de dólares en ingresos. “Es la primera vez que me alejo de tener acuerdos de licencia y paso a ser propietaria”, declaró por Kardashian West a Forbes en 2017, cuando anunció su línea de cosméticos.
Una propiedad que cobró el año pasado cuando vendió el 20% de KKW Beauty al conglomerado de cosméticos Coty por 200 millones de dólares, un acuerdo que valoró la compañía en 1.000 millones de dólares.
Aunque Forbes estima que esa cifra es más elevada que la real, su participación restante del 72% sigue valiendo unos 500 millones de dólares.
Skims, una firma con valor de 225 millones
Luego está Skims, la línea de ropa que Kardashian West lanzó en 2019. Para ello, contó con el respaldo de personalidades del mundo de la moda como Natalie Massane, de Net-a-Porter, y Andrew Rosen, de Theory. Para dar visibilidad al proyecto, volvió a tirar de su hábitat natural: las redes sociales.
Kim aprovechó su popularidad en la red –tiene más de 213 millones de seguidores en Instagram y 69,6 millones en Twitter– para promocionar su nuevo negocio entre su legión de fans.
Una marca que ha sabido adaptarse a las nuevas modas –o a las nuevas obligaciones– ya que, durante la pandemia, cuando los consumidores se interesaron más por la ropa cómoda para el sofá que por los trajes de noche se empezó a centrar en ropa de descanso.
Kardashian West posee una participación mayoritaria en la empresa Skims, que no ha revelado sus ingresos. Por su parte, una fuente cercana a la firma informó a Forbes de una transacción que valora la empresa de ropa por encima de los 500 millones de dólares.
Como resultado, Forbes calcula que su participación en Skims tiene un valor de unos 225 millones de dólares, suficiente para elevar su fortuna a 1.000 millones de dólares.
Propiedades, acciones y proyectos
El resto de la fortuna de Kardashian West se encuentra en efectivo e inversiones, incluyendo bienes muebles. Desde 2012, ha ganado al menos 10 millones de dólares según el recuento de Forbes.
Ingresos que provienen del programa Keeping Up With the Kardashians, los acuerdos de patrocinio y a pequeños proyectos en los que ha emprendido, como el mencionado juego para móviles y su ya desaparecida aplicación Kimoji.
También tiene tres propiedades en Calabasas, al noroeste de Los Ángeles, y una cartera de inversiones de primer orden, incluyendo acciones de Disney, Amazon, Netflix y Adidas que su pronto ex marido Kanye West le regaló por Navidad en 2017.
Pero son las empresas que ella misma ha puesto en marcha, y que ha hecho crecer con el típico afán de autopromoción de las Kardashian, las que la sitúan en la lista de multimillonarios del mundo.
Como tuiteó el día que llegó a la portada de Forbes, burlándose de las críticas que había recibido durante años: “No está mal para una chica sin talento”.