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Carlos Franganillo: «En España nos falta capacidad de autocrítica»

Conversamos con Carlos Franganillo, presentador de la segunda edición del Telediario de La 1 sobre la actual situación de los medios de comunicación.
Carlos Franganillo en los alrededores del parque de la Fuente del Berro (Madrid), el pasado 15 de abril. Foto: Jaime Partearroyo

Carlos Franganillo (Oviedo, 1980) es uno de los periodistas más reputados y carismáticos de Televisión Española. Después de licenciarse en Comunicación Audiovisual y en Periodismo, entró a trabajar en prácticas en el diario La Nueva España y, posteriormente, en Radio Nacional de Asturias, para incorporarse en 2007 al departamento de Comunicación de la Fundación Príncipe de Asturias.

En marzo de 2008, ingresó por oposición en TVE y se unió a su redacción de Madrid. Más tarde fue nombrado corresponsal en Moscú y luego en Washington, donde se curtió como periodista. “Cuando me lo propusieron no dudé ni un segundo. Son dos modelos de corresponsalías muy diferentes, y a la vez, apasionantes. En estas dos capitales, tan distintas, se vive el periodismo muy intensamente”. Desde 2018 presenta la segunda edición del Telediario de La 1.

Actualmente conduce la segunda edición del Telediario de La 1, ¿cómo llega y quién se lo propone?

Me lo propone directamente la dirección de informativos en ese momento, que acababa de cambiar, y también la administradora provisional, que era Rosa María Mateo. Era un momento en el que yo llevaba ocho años fuera de España, me encanta el periodismo internacional y las corresponsalías me apasionan, pero también estábamos pensando en la familia, no a corto plazo, pero sí en un futuro próximo, para volver a España.

Juntando todos los elementos me pareció que era una opción interesante, me apetecía mucho el proyecto, el equipo que se estaba formando para el telediario de la noche me parecía inmejorable, y tomamos la decisión de regresar. No me arrepiento para nada, porque creo que están siendo unos años muy interesantes y, además, estoy viendo otra parte del trabajo de la redacción, que tiene otros alicientes, aunque a veces hecho mucho de menos la calle y el reportaje clásico.

Desde que se incorporó al Telediario los índices de audiencia han mejorado, pero aún se encuentra lejos de sus competidores. ¿Qué cree que habría que hacer para estar más cerca de ellos?

No tengo ni idea. Es verdad que la audiencia es un asunto preocupante, y ha caído de manera importante, pero no soy un experto en audiencias y creo que en la televisión hay muchísimos elementos que juegan en ese sentido, no solo el producto en sí, sino de qué está precedido y qué va a continuación. Y nosotros estamos compitiendo, a veces, con productos que tienen audiencias estratosféricas en otros canales. Esa puede ser una parte de la explicación, pero seguramente habrá otras que se me escapan.

Es verdad que la audiencia nos preocupa, obviamente, porque aunque seamos una televisión pública y no sea nuestra prioridad, no nos movemos por el mercado de la publicidad, evidentemente haces un informativo que quieres que llegue a cuanta más gente mejor, y eso es muy mejorable. Pero pienso que la principal preocupación del equipo, en general, es hacer un buen relato informativo, completo, que dé las claves al espectador de lo que está pasando, y que salgamos satisfechos cada día del trabajo que hacemos.

En un informativo todo puede cambiar en el último minuto y más en estos tiempos de pandemia. Cuando sucede algo así, ¿cómo reacciona?

Es un momento de efervescencia, y uno de los preferidos para un periodista, cuando algo trascendental ocurre en el último minuto y te obliga a reaccionar muy rápido, a coordinar muy rápido a mucha gente, a que los equipos se pongan en marcha y que haya un despliegue para hacer un directo de manera inmediata. Creo que esas reacciones tan rápidas son lo más excitante de la profesión en el que desempeñan un papel importante las tablas que cada uno tenga y lo bien articulado que esté el equipo.

La televisión es un trabajo de equipo completo, y no es una manera de hablar, porque si algo falla en la parte técnica o en la de producción y no hay una buena coordinación entre la persona que está en la calle haciendo un directo y el plató, eso puede convertirse en un desastre. Es importante que todo esté bien engrasado, y en esos momentos clave y tan eléctricos es donde se pone a prueba a todo el equipo.

¿Qué papel cree que deben de jugar los medios de comunicación ante la situación que estamos viviendo?

Pienso que los medios de comunicación son un elemento clave en el debate público, aunque siempre lo son en condiciones normales, pero en unas condiciones como las actuales, donde creo que los medios, en líneas generales, han hecho un buen trabajo, todo se puede recriminar y corregir.

Ha habido momentos de confusión y los medios han tenido grandes problemas para trasmitir una información clara y veraz, pero porque las fuentes no lo eran o porque había una fuerte confusión en ese momento. Por eso, los medios hemos jugado un poco con esas cartas tan complicadas de gestionar. Es una crisis muy larga, con diferentes etapas, donde el ciudadano ha necesitado información constante. En pocas ocasiones he visto una demanda de información tan enorme como la que se ha vivido durante este año, y en raras ocasiones he visto tan justificado el papel del servicio público de los medios de comunicación, en este caso de la televisión pública, porque, realmente, cada noticia que estás dando afecta la vida de millones de personas. Y también es una crisis un poco especial, porque los periodistas, además de informar y de trabajar la información, también padecemos las consecuencias de lo que está pasando, no es una cobertura en la que tú cierras, apagas el ordenador, te vas a tu casa y cambias de tema, porque también tienes padres que necesitan vacunarse, niños que van al colegio o familiares y amigos que lo están pasando mal.

Carlos Franganillo en los alrededores del parque de la Fuente del Berro (Madrid), el pasado 15 de abril. Foto: Jaime Partearroyo

¿Qué transformación debe afrontar TVE ante las nuevas tecnologías y la revolución digital que se avecina?

Esa es una gran pregunta de la creo que muy poca gente tiene la respuesta. Todos los medios de comunicación estamos disparando ahora en todas las direcciones, y TVE lo está haciendo. Me refiero a no sólo trabajar en lo que serían los medios y canales tradicionales, sino otros formatos para conectar con otro público más juvenil que no ve tanto la televisión, pero sí atiende a Tik Tok, Youtube, etcétera.

Todo esto se está experimentado de maneras más reducidas, pero esos caminos ya están abiertos y se está trabajando en esa dirección. Sin embargo, creo que, al final, todo medio, y entiendo que TVE también, tendrá que mantener esa doble alma: por un lado, el canal tradicional y principal, como sería el telediario, pero a partir de ahí, y con ese mismo material que se genera, traducirlo a lenguajes muy diferentes o incorporarlo a muchos canales.

Es una cuestión de adaptación, y por ello hay que tener esa mirada múltiple y abierta a diferentes pistas para tratar de llegar a todo el mundo, sin saber muy bien qué es lo que va a funcionar o no. Lo único que no debe cambiar es la base, que es el periodismo, porque al final la narración audiovisual sigue funcionando y siendo muy eficiente.

¿Le preocupa el rumbo que está tomando la política en España?

Sí. Estamos entrando en un círculo de política muy superficial, muy peligroso y demasiado basado en el sentimiento, pero no solo en España, sino en todo el mundo en general. Este fenómeno se está reproduciendo en muchos países, pero creo que ahora mismo hay una alianza perversa entre las consecuencias de diferentes crisis económicas, con las nuevas tecnologías que, mal utilizadas, desde mi punto vista, son una grave amenaza para la democracia y para el discurso público, ya que lo devalúan y lo degradan enormemente. Y todas esas olas de populismo que han aparecido en el mundo occidental, de izquierdas y de derechas, que con muy pocos escrúpulos son muy hábiles para pescar en ríos revueltos. Es verdad que toda esa agitación tiene sus riesgos, los veo, y a pesar de que vivamos en una democracia asentada, muy avanzada, estas cosas pueden cambiar en muy poco tiempo porque si se van cruzando líneas y límites cualquier sistema se va a resentir. Lo hemos visto en España, hasta qué límites ha llegado el fenómeno nacionalista en Cataluña, o lo que ha pasado en EE UU en el Capitolio.

¿Qué opina de la gestión que está haciendo el Gobierno sobre la crisis sanitaria?

Creo que es un tema complejísimo y, sobre todo, porque el análisis que hago después de un año es que la coordinación entre el Gobierno central y los autonómicos ha dado síntomas de disfuncionalidad muy clara. Es una prueba de fuego durísima. Y en ese sentido, se han visto mucho las costuras del Estado y de cómo se ha articulado.

Creo que en muchos momentos no funciona como debería y no hay una coordinación eficiente en infinidad de campos, y la Administración está troceada, a veces de manera estanca, en 17 departamentos que no se comunican, no se contraprograman o cada uno tiene un enfoque diferente, y creo que eso resta como país, le quita potencia y al ciudadano le desconcierta bastante. Debería servir para aprender y a mejorar. De todos modos, también pienso que eso no va a ocurrir, porque cuando todo esto pase no va a haber una revisión de los fallos, de las fragilidades, como seguramente sí se haría en un país anglosajón. En España nos falta esa capacidad de autocrítica, todo está hiperpolitizado.

Rosa María Mateo ha sido relevada hace un mes por José Manuel Pérez Tornero. ¿Qué le pide al nuevo presidente de RTVE?

Le pido que aproveche una oportunidad que creo que puede ser de oro. Afortunadamente, se ha logrado un acuerdo más o menos trasversal, que me parece positivo, aunque algunas fuerzas políticas se han quedado fuera y no han querido participar de ese acuerdo y, obviamente, muchos habríamos preferido un concurso como estaba concebido en un principio, pero la realidad es que se había ido malogrando con el tiempo y que ya no tenía demasiada salida.

Dicho esto, creo que es el momento en el que RTVE tiene que fijar un rumbo a medio-largo plazo, que haya un proyecto de al menos a seis años, como es el mandato que está empezando ahora, y que se diseñe el papel de lo que queremos ser en el futuro.

El ecosistema mediático ha cambiado enormemente en estos años, pero pienso que la RTVE tiene un enorme sentido para ser el punto de encuentro público y de ofrecerle al ciudadano información y datos sin crispación, sin sensacionalismo, sin atender a los extremos y tratando de buscar un debate sosegado y enriquecedor. Ese punto de encuentro posiblemente no les interesa comercialmente a las televisiones privadas, pero al margen de lo comercial o no comercial, creo que como servicio público tenemos que estar ahí y servir de plataforma de información fiable y honesta, pero también de punto de encuentro en el debate público, de análisis y de ver cómo se encuentra el país.

Creo que el papel de RTVE tiene que definir claramente qué queremos ser. Seguramente, lo que queríamos ser hace 10 años ahora ya no tiene mucho sentido porque el sistema ha cambiado, y a lo mejor tendríamos que enfocar nuestra mirada en otros puntos, quizá hay que mirar más a América. No lo sé…

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