Este domingo, a las tres de la madrugada fueron las dos. Así, los españoles han visto cómo sus relojes se han atrasado una hora para estrenar el horario de invierno. Un ajuste que se realiza desde hace décadas para, teóricamente, acompasar las horas de luz solar con la jornada laboral y así ahorrar energía. Pero ¿cómo se traduce ese ahorro en el bolsillo de los españoles?
El Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica, estima en un 5% el potencial ahorro energético que supone el cambio de hora en nuestro país. Es decir, cerca de unos 350 millones de euros, de los que en torno a 100 millones corresponden al consumo doméstico. Esto significa que cada hogar puede llegar a ahorrar entre seis y ocho euros en el mejor de los casos. En otras palabras: el impacto económico del cambio de hora es prácticamente marginal.
Así lo ha reconocido incluso el Parlamento Europeo en un informe de 2018 que señala que, aunque los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, «estos son marginales». Ese mismo año, después de llevar a cabo una consulta pública en la que más del 80% de los participantes se mostraron a favor de eliminar el cambio de hora, la Comisión Europea decidió poner fin a esta medida en 2019, aunque luego se aplazó la puesta en marcha hasta el pasado año, en el que tampoco se ha avanzado al respecto.
«En este momento no existe justificación suficiente para mantener el cambio horario«, ratifica José María Yusta, profesor de la Universidad de Zaragoza y experto en mercado energético. Y lo cierto es que la medida se implantó para fomentar el ahorro energético cuando estalló la crisis del petróleo en 1973.
Tampoco existen datos actuales que avalen la continuación del cambio de horario. De hecho, las estimaciones de IDAE son las mismas desde 2015, ya que no existen estudios actualizados sobre el ahorro energético y económico del cambio de horario en una realidad como la actual, según confirma la entidad. Un anacronismo que está también en las cifras positivas que maneja la Comisión Europea: son de un informe de 1998, en el que se expone que el ahorro energético en países del sur como España es mínimo y se mueve entre el 0,1% y el 0,5% del consumo eléctrico nacional.
Faltan datos claros, y ninguno de los dos estudios refleja información actualizada como el número de hogares que hay hoy en nuestro país, el consumo energético real de los ciudadanos o el precio actual de la luz. Claro está que tampoco tienen en cuenta los tramos de discriminación horaria de la nueva factura eléctrica que se establecieron en junio de 2021 con precios diferentes para los algo más de diez millones de usuarios domésticos acogidos a la tarifa regulada (PVPC).
Un cambio de hora… ¿y de precios?
Desde este 30 de octubre amanece antes (sobre las 7:30 horas) y se hace de noche un poco más pronto (sobre las 18:10 horas). Con esto se gana una hora de luz natural por la mañana, por lo que se necesitará menos electricidad en el tramo horario más barato –el valle–, que va desde las 00:00 hasta las 07:00 horas. Sin embargo, se pierde luz del sol en las horas más caras (de 18:00 a 22:00 horas), lo que se traducirá en mayor consumo de electricidad. En esta línea, todo apunta a que la factura de la luz puede llegar incluso a aumentar con el horario de invierno.
Sin embargo, Yusta explica que, «con la situación del mercado eléctrico actual, el efecto de las bandas horarias ha quedado diluido». El experto se refiere a uno de los dos componentes que forman la factura de la luz: el coste de la energía en el mercado de generación, que no h aparado de batir récords históricos en los últimos meses.
«Sus precios, estos meses, están disparados de tal manera que, el peso del segundo componente, las tarifas de acceso que se ven determinadas por esas franjas horarias, es ahora muy baja», detalla Yusta. Y concluye: «Para que haya un ahorro, el consumidor debe estar más pendiente de los precios que marca el mercado cada hora, que de la discriminación horaria de las tarifas de acceso«.