Las derivadas deportivas son las que todos pueden ver y por supuesto no hay gloria sin esfuerzo, sin sacrificio, sin entregar el alma y la vida. Pero por lo demás, comparto el ansia por el despilfarro de Lamine Yamal. Comparto su desenfreno. Lo quinqui que llega a ser. Es muy divertido ser un nuevo rico. Ser rico no es divertido. Es un coñazo y normalmente estás amargado porque has tenido una familia muy pesada que te ha dicho siempre lo que tienes que hacer, con gran hipocresía, y te ha destruido la infancia. Ser un nuevo rico es mucho menos cargante, todo va más rápido, todo es más emocionante, porque tienes mucho dinero de golpe y lo gastas de la manera más hortera y salvaje posible y no puedes parar de reír. Sin complejos, sin miedo, sin sentido de responsabilidad, sin pensar en nada más que en aquel instante. Eres un nuevo rico, no tienes pasado. Detrás de ti no hay nada, delante sólo el abismo y saltas porque eres tan bruto que por no saber no sabes ni qué es caer, y crees que si al final te da miedo podrás comprar un aterrizaje suave. No sé qué será de Lamine Yamal. No sé qué decidirá hacer con su maravilloso talento. Pero esto será otra historia, que también contaremos.
De momento me cae bien por cómo está haciendo lo que yo habría hecho si a su edad hubiera tenido tal cantidad de dinero y una familia sin ninguna conciencia. Gastar a lo bestia. Gasolina para los billetes de 500. Darse gustazos aunque no sepas ni qué es lo que te estás comiendo o bebiendo. Probar las cosas por el simple hecho de que son caras y que siempre te llamaron la atención cuando las hacían otros y tú mirabas con cara de idiota. Ahora lo puedes hacer tú. Hazlo. Quema. Incendia. Todo esto quedará y será más importante que el dinero.
Podemos hacernos los escandalizados, las estrechas, los responsables. Pero seremos igual de hipócritas que los patriarcas de las grandes familias de toda la vida que dieron consejos que ellos fueron los primeros que ignoraron cuando tuvieron su edad. A los millones de euros hay que mirarlos a la cara, y decirles: ¿de verdad creéis que no me voy a atrever? No hay nada mejor que ser un sarraceno con brackets y cobrar 20 millones de euros al año.
Hay análisis empresariales, políticos, deportivos en los que tenemos que ponernos serios. El camino hacía la élite es una decisión: el talento hay que tenerlo y todo es unútil sin él, pero de nada sirve si no tomamos la difícil decisión de dar todo lo que somos en sacrificio para moldearlo, estilizarlo, y elevarlo a las muy solitarias alturas donde sólo muy pocos consiguen hablarle de tú a tú a Dios.
Pero recuérdenlo, por lo demás somos mortales, y entre mortales nos sabemos lo nuestro, y salvo los muy reprimidos y mojigatos, o los faltos de imaginación, los demás hemos soñado todos, en algún momento de la vida, no sólo quemar millones con despiadada brutalidad -que esto algunos lo hemos hecho- sino poderlo hacer sin ninguna mala conciencia. Corre Lamine, sé el fuego que no pudimos ser y que tu luz, fugaz pero luz, nos maraville y nos atraviese.
