A Miriam González Durántez (Olmedo, Valladolid, 56 años), la política le viene de herencia. Su padre, José Antonio González Caviedes, fue uno de los alcaldes más queridos de su Olmedo natal. Esta vallisoletana de pura cepa se ha convertido por mérito propio en mucho más que la esposa del ex viceprimer ministro británico, Nick Clegg. Con una exitosa carrera profesional y un compromiso apasionado con diversas causas sociales como la igualdad de género, la educación y el empoderamiento de las mujeres, Miriam se ha convertido en una figura inspiradora a nivel internacional.
En la actualidad, su ajetreada vida transcurre entre Madrid y Londres, después de haber vivido en Palo Alto (California), donde su marido, la actual mano derecha de Mark Zuckerberg, ejerce como Presidente de Asuntos Globales en Meta. Ella ha sido un apoyo constante en la vida de Clegg, su confidente y el «hombro en el que apoyarse» durante los altibajos de la política británica. Su papel discreto pero significativo en la vida política de su esposo le ha valido el respeto y la admiración
de todos sus adversarios.
Además, Miriam es la fundadora de España Mejor, una nueva iniciativa que tiene como misión apoyar tanto propuestas públicas como proyectos sociales con el claro objetivo de mejorar las políticas públicas de nuestro país.
¿Qué le parece el auge de las extrema derecha en las elecciones europeas?
Lo importante no es que suba sino preguntarnos por qué sube. Los extremos solo suben cuando falla el centro. Las opciones moderadas en Europa se están desentendiendo de la falta de crecimiento europeo y no están poniendo las medidas para atajarlo. En Europa tenemos que volver a las esencias: hay que dejar de obsesionarnos con reglamentar y centrarnos en reducir barreras y burocracia para eliminar la fragmentación del mercado interior.
¿Cuándo y cómo nace su interés por la política?
Mi padre fue alcalde de Olmedo. Yo soy una niña de la Transición. Realmente, mi interés por la política o por las políticas y por cómo se organiza la sociedad, viene de mi adolescencia, y de haber tenido la suerte de crecer en un momento en el que nuestro país iba a más. España entonces era un país en el que las generaciones mayores creían en los más jóvenes y apostaban por nosotros. Y fue esa suerte de nacer en un momento de mucho subidón lo que fomentó mi interés por la política.
En cierto momento escribió un artículo sobre el Brexit en el que definía a Europa como un continente tocado de muerte por la salida de Reino Unido. ¿Cuál es su opinión sobre ese tema ahora?
He escrito mucho sobre el Brexit, especialmente desde el punto de vista de su impacto en el Reino Unido. Es innegable que el país se ha debilitado enormemente. Creo que esta situación aún es recuperable, pero siempre pensé que les llevaría diez años, y seguramente les llevará de 15 a 20, si se recuperan de lo que se han hecho a sí mismos. También argumenté que el Brexit tiene un efecto negativo en la Unión Europea. Esto se ve claramente en el tema de la seguridad y en el impacto internacional, por ejemplo, con la crisis de Ucrania.
¿Con qué España se ha encontrado una vez que ha vuelto después de tantos años viviendo en Reino Unido?
No me he encontrado con España porque siempre he estado muy involucrada con ella. Aunque he vivido en muchos sitios distintos, nunca he sentido que me he ido del todo. Pero creo que si miramos las cosas con perspectiva, somos un país que ha perdido la confianza en el futuro. Parece que ya no tenemos esa ambición ni esa confianza en que podemos mejorar las cosas, en que podemos crecer por nosotros mismos, en que podemos ser más productivos, en que nuestra educación puede ser competitiva, en que nos vamos a enganchar a esa ola de la tecnología y la inteligencia artificial. Existe mucha desesperanza en que podamos hacer esa segunda parte de la transición, ese capítulo de controles y garantías que siempre nos faltó en la Constitución Española. Yo creo que hay una sensación, no sé si de pesimismo o derrotismo, pero desde luego de complacencia. Creo que como sociedad necesitamos despertar un poco más. Hay mucho interés a nivel individual, pero no logramos hacerlo en colectivo, y ahí es donde estamos intentando incidir, reactivando la sociedad civil.
¿Cuál es su valoración de la política española en estos momentos?
Muy parecida a la que tiene la mayoría de los españoles. A veces, miramos lo que ocurre en el Parlamento y no nos reconocemos en lo que está pasando allí. No reconozco la polarización y creo que la clase política y el Parlamento están mucho más polarizados que la sociedad. De hecho, creo que la sociedad no es así naturalmente, los españoles logramos relacionarnos entre nosotros. La verdad es que un símbolo de la sociedad española son las sobremesas, donde podemos discutir y luego estar todos bien. Eso realmente no se traduce en la política. Me preocupa la falta de foco en los problemas reales del país. Veo el debate político y pienso: ¿qué tiene esto que ver con lo que realmente nos ocurre? No estamos creciendo con tracción propia, no tenemos la productividad que necesitamos, tenemos un grave problema de desempleo juvenil y de abandono escolar. No nos estamos adaptando adecuadamente a la tecnología y la inteligencia artificial, ni las estamos utilizando eficazmente en los servicios públicos y para mejorar las políticas. Es como si el Parlamento fuera otra historia, una película distinta que no refleja la realidad del país.
De su preocupación por la situación del país surge España Mejor. ¿Podría explicarnos en detalle en qué consiste el proyecto?
Estamos intentando dinamizar la sociedad civil creando un espacio al lado de los partidos políticos para que todos los ciudadanos, independientemente de su ideología, puedan contribuir al diseño de políticas públicas. Lo que queremos es que todo ese talento que está fuera de los partidos políticos pueda articularse y participar de la agenda común, que no es otra que la de los problemas reales de los ciudadanos y que la clase política no puede seguir ignorando. La democracia no es sólo acudir a las urnas cada cuatro años. Tenemos que implicarnos mucho más.
¿Cómo valoraría, desde su perspectiva, la gestión de los fondos de la Unión Europea por parte del Gobierno español?
Creo que hay aspectos positivos en algunos grandes proyectos, pero se destina mucho dinero a cosas cuyo paradero desconocemos. Es increíble que ni los españoles ni la Comisión Europea tengan un seguimiento detallado. Deberíamos conocer semanalmente quién es el beneficiario final de estos fondos y qué impacto están teniendo. Debemos saber cuántos empleos se han creado y en qué mercados se están utilizando. Si estos mercados son europeos o no, debería ser una preocupación de la Comisión Europea.
¿Cómo está progresando tu proyecto Inspiring Girls?
Ahora nos estamos expandiendo a otro país africano. Es un proyecto que surgió de la nada. Fue una idea que tuve mientras estaba de vacaciones en España hace algunos años. Comenzamos en el Reino Unido y tuvimos mucha suerte. En ese momento, mi marido estaba en el gobierno y yo tenía una gran exposición mediática no deseada. Decidí aprovecharla para crear algo socialmente valioso y duradero. En el Reino Unido, logramos involucrar a 250,000 mujeres visitando escuelas en todo el país. Después, cuando Nick ya había dejado el gobierno, pensamos en expandirnos internacionalmente debido al interés de otros países. Ahora estamos en 37 países en todos los continentes, con equipos fantásticos.
¿Cómo fueron esos años en Reino Unido?
Muy duros porque fue justo después del 2008 y yo recuerdo cinco días –curiosamente cinco días como los que se tomó el presidente Sánchez para reflexionar–, en los que se negoció todo el acuerdo de coalición, parte de ello se negoció en mi casa, la enorme presión internacional, porque creo que mucha gente se olvida que el Reino Unido en aquel momento llevaba todo el armazón financiero de toda Europa. Lo bonito en la política es repartir dinero y cuando no lo tienes, te obliga a tomar unas decisiones muy duras. Y además ahí experimenté una manera de hacer política mucho más cercana al ciudadano. Mi valoración es que tuve muchísima suerte en el Reino Unido, es un país al que quiero mucho, le debo mucho y me siento muy querida. Es una sensación muy reconfortante.
¿Sigue teniendo relación con David Cameron [ex primer ministro británico y en su día jefe de su marido y quien convocó el referéndum sobre el Brexit]?
Con David Cameron mantuve las distancias. Siempre he intentado ayudar a mi marido, pero también quería que la política no absorbiese toda nuestra vida. Mi marido tiene una relación normal con él, pero a mí me dolió mucho su intervención, su actitud con respecto al referéndum del Brexit y creo que es imperdonable. Me gustaría verle asumir la responsabilidad de lo que hizo. Hay otros políticos que han asumido su responsabilidad por mucho menos.
¿Cree que la sociedad civil en el Reino Unido está empezando a comprender las implicaciones del Brexit?
Desde hace tiempo la sociedad civil sabe que el Brexit supuso un desastre. Pero hay dos obstáculos importantes. Primero, revertirlo es difícil emocionalmente después de años de debate polarizado. Aunque la mayoría ahora preferiría no haberlo hecho, algunos se resisten a dar marcha atrás. Necesitarían líderes políticos para impulsar el cambio. El sistema electoral británico también es un problema.
Kate Middleton ha estado en el disparadero de numerosos medios de comunicación últimamente. Tu posición ha sido muy crítica con ciertos medios.
Intento no pronunciarme mucho sobre la monarquía, pero creo que como mujeres, debemos apoyarnos mutuamente. La situación de Kate Middleton generó un nivel de histeria excesivo. Olvidamos que detrás de las noticias hay personas reales. Su autenticidad al compartir su situación fue valiente y necesaria.
¿Qué opina del término «pseudo medios» acuñado por el Presidente Pedro Sánchez?
He visto barbaridades en los medios del Reino Unido, como el Daily Mail. Sin embargo, jamás me he atrevido a etiquetarlos así, ya que puede socavar la libertad de expresión, un principio fundamental en un estado democrático.
¿Cuál crees que es el papel de la mujer en la sociedad actual? ¿Se ha avanzado lo suficiente o queda mucho por hacer?
Se han logrado grandes avances, pero aún queda mucho por hacer. En Occidente hay igualdad ante la ley y hemos avanzado en el ámbito laboral, pero en todo el mundo persisten desafíos, en el reparto de responsabilidades en el hogar. La igualdad en casa es crucial para la igualdad en todos los aspectos de la vida.