Aunque se encuentre de gira, como ha sucedido durante todo este verano en nuestro país, el productor de música electrónica argentino Bizarrap no descuida su inspiración. Cada vez que tiene la oportunidad de respirar un segundo, encuentra un hueco y busca un estudio para juntarse con otros artistas. Pura creatividad. “En la maleta llevo mi controladora para hacer música. También unos sintetizadores que uso mucho y con los que siento que consigo sonidos que ya le dan mi propia firma a las canciones. Los uso desde el tema que grabé con Nathy Peluso, desde entonces siempre aparecen”.
Se refiere a la Bzrp Music Sessions #36, publicada hace menos de dos años, uno de esos temas cuyos vídeos acumulan millones de visualizaciones en YouTube y que han convertido en una estrella a Bizarrap. Quizá esa necesidad creativa a la que es imposible poner freno y su talento musical innato para sorprender sirven para explicar su éxito a nivel planetario. A lo que también hay que sumar su capacidad para anticiparse y conectar con el gusto del público.
Él es uno de los últimos y más potentes fenómenos mundiales en la industria de la música. “Antes trataba de hacer beats (ritmos) todo el tiempo, pero ahora intento solo producir música que vaya a salir. Hago canciones completas, cuando antes hacía diez beats al día. Ahora me junto con los artistas en vivo y surge en el momento. Si llego a Madrid y quiero colaborar con alguien, simplemente lo llamo y lo hacemos”, reconoce durante la sesión de fotos en la que posa para la portada de Forbes.
Los conciertos del argentino han sido uno de los fenómenos estivales, un boom a la altura de los protagonizados por las giras de Rosalía o El Madrileño (C. Tangana) a nivel de respuesta por parte de los fans. Aunque su propuesta en directo vaya orientada al baile, sus actuaciones acaban convertidas en una verdadera comunión musical con sus fans. A la vez que iba tachando fechas en su calendario, Bizarrap se enteró en el mes de julio de que su tema con el artista canario Quevedo alcanzaba el número uno global en Spotify.
El estribillo «Quédate, que las noches sin ti duelen» se ha coreado en discotecas, chiringuitos de playa, fiestas, karaokes colectivos convertidos en vídeos virales y, por supuesto, en reproducciones en streaming. Bizarrap ha conseguido con su BZRP Music Sessions #52 sobrepasar el entorno propio de su música –el de sus seguidores naturales, los jóvenes que abarrotan sus conciertos– para llegar a todo tipo de audiencias (el mainstream). Convertirse en lo que tradicionalmente se conoce como ‘canción del verano’, pero que en realidad no es más que la culminación de años de trabajo en el estudio y de acumulación de temazos.
“Justo lo hablaba con Quevedo cuando conocimos la noticia, no nos lo podíamos creer. Había canciones que habían creado más revuelo antes de salir… Por ejemplo, con Paulo Londra llegamos al segundo puesto mundial y me había quedado con esa espina (risas). Y esta sabía que podía ir bien, porque la canción me encanta, pero tuvo una recepción de la gente impresionante. No me lo esperaba, pero la música sorprende”, cuenta a Forbes.
«TRATO DE NO ANALIZAR EL ÉXITO NI ME FIJO MUCHO EN ESO DE CÓMO ME VE LA GENTE ME JUNTO CON LOS ARTISTAS QUE QUIERO EN VIVO Y SURGE TODO EN EL MOMENTO»
Acostumbrado a batir récords, Bizarrap (conocido como BZRP, la marca que aparece en su inseparable gorra, y nacido Gonzalo en Buenos Aires en 1998) daba de este modo un paso más en su carrera, repleta de cifras mareantes de reproducciones en plataformas, que transciende más allá del hype para representar, a sus 24 años, la esencia actual del productor musical.
“Trato de no analizar el éxito. No me fijo mucho en eso de cómo me ve la gente. Hay colegas que me agradecen que haya ayudado a que crezca la figura del productor. Me hace feliz que la gente me vea como un referente, no puedo negar que estoy muy agradecido”, confiesa con su innata y dulce timidez, siempre detrás de esas gafas de sol que se han convertido en parte de su muy reconocible iconografía.
El argentino no resta importancia a lo que está consiguiendo, aunque no se considera pionero, sino parte de un movimiento que iniciaron otros productores a los que muestra el máximo respeto. “El reconocimiento de la música electrónica viene desde hace tiempo. Yo siempre admiré a artistas como Skrillex o Flume que sacaban sus propios discos con invitados. No sé si es por el momento o por las sesiones en las que invito a artistas, la gente empezó a enterarse de cómo es el trabajo de un productor. Siento que no fui el primero que hice eso, pero me alegra que mucha gente conozca el rol del productor a través de mi trabajo y también de otros muchos en Argentina”.
Bizarrap, antes de serlo, tenía 14 años y era fan de la música por influencia familiar. Podía haber probado con otra disciplina artística, de pequeño le encantaba dibujar, pero volcó su talento hacia la composición de una manera natural. “En mi casa hubo siempre música. Justo el otro día estaba escuchando junto a mis padres Juana La Loca, que es una banda que me gusta de Argentina, y me dijeron que antes de que naciera me llevaron a un recital suyo y desde la panza ya estaba pateando (risas). Después siempre escuché mucha música, a mi papá le gustó tener discos”.
Los primeros pasos los dio por su cuenta, una forma de trabajar con la que se sigue identificando. Consiguió un programa (que sigue usando aún ahora) para producir, probó su talento con amigos y luego siguió su camino autodidacta hasta encontrar un sonido propio. Ese que ahora es tan fácil de identificar y que de inmediato suena a BZRP. Era solo un adolescente y lo que tenía entre manos apuntaba alto.
“Me gustaba mucho el rap y la música electrónica y me descargué el software para producir. Empecé a aprender solo. Cogía canciones que me gustaban, les extraía ‘a capella’ y las mezclaba. Fueron años en los que hice música sin grabar voces, solamente remixes. Un par de amigos del colegio también lo empezaron a usar y aprendimos juntos a producir. Luego yo seguí, viendo tutoriales de YouTube”.
Hasta 2018 no empezó a crear su propia música y entonces comprendió lo que significaba producir una canción más a allá de hacer el beat (ritmo) o el instrumental. “Se trata también de entender la estructura del tema, es la composición de cero. Porque cuando te mandan una voz, tú ya tienes una guía. Pero en la producción eres tú el que tienes que guiar al cantante. Y esto sucedió hace cuatro años, empecé a marcar mi estilo y ahora lo tengo formado”.
«SIGO PENSANDO QUE MI LUGAR ES ESTAR AHÍ, DETRÁS DE LA COMPUTADORA, PRODUCIENDO, Y QUE ES EL ARTISTA EL QUE TIENE QUE DAR LA CARA»
Eso es lo que comenzó a hacer con lo que santificó musicalmente como Bzrp Music Sessions, quizá el torbellino más grande al que han tenido que enfrentarse las plataformas (y la música) en los últimos meses. Se trata de colaborar con los grandes representantes de la música urbana de la actualidad con un método creativo que se basa en la complicidad.
“Me gusta trabajar al mismo tiempo con el artista que viene al estudio. No soy de preparar el beat antes. Prefiero hablar, ver en qué situación está él. Le pido que me muestre música qué está haciendo en ese momento. Y después doy mi punto de vista y digo: ‘Conmigo creo que debes hacer este tipo de canción’. Me gusta conectar antes de empezar a trabajar”. Como dice el también canario Don Patricio en su sesión: “Solo quería una canción. Y me junté con el Biza”. Así de simple y complejo a la vez.
“La letra casi nunca viene escrita. Generalmente, se escribe en el momento o se tiene una idea y se llevan el beat para seguir escribiendo en su casa. Por ejemplo, Villano Antillano tenía algunas barras (rimas), pero la mayoría las escribió en el momento. Con Quevedo también, en una noche se escribió. Con los que hacen freestyle, improvisan en el momento y eso queda. Pero otros se toman varios meses para acabar de escribir”.
Artistas como Residente, Cazzu, Nicki Nicole, Bejo, Trueno, Morad… Y los que quedan por venir y sumarse a las más de cincuenta sesiones que hay colgadas y que se reproducen en YouTube acompañadas de unos vídeos con una estética que ya es marca BZRP.
“A mí me gusta poner al artista delante de mí, incluso su nombre aparece antes que el mío. No sé, siento que desde mi lugar de productor puedo situar al artista dando la cara y, sin embargo, tener mi protagonismo. Supongo que es algo que viene de mi timidez, de mi personalidad. Pero también sigo pensando que mi lugar es estar ahí, detrás en la computadora produciendo, y que es el artista es el que tiene que dar la cara y rapear. Además, es una estética que me gusta como queda y también está el mensaje de que no es necesario mostrarte todo el tiempo para que la gente te escuche”.
Y Bizarrap sabe bien de lo que habla, de ser un productor (con) estrella y que ya se ha situado más allá de los ritmos.
Fotografía: Q&CUMBER.