El sector bancario se encuentra actualmente inmerso en la transformación de su negocio, afectado tanto por la presión que ejercen en sus márgenes los bajos tipos de interés en Europa desde hace más de una década como por el impacto que las nuevas tecnologías producen en sus propias operaciones y que a la vez favorecen una creciente competencia dentro de la industria, en forma de las denominadas ‘fintechs’ o los ‘neobancos’.
Dos años después de que la Organización Mundial de la Salud declarase una pandemia que sacudió a los mercados financieros globales, trastocó las cadenas globales de suministro y desencadenó una respuesta histórica de suministro de liquidez por parte de los principales bancos centrales del mundo para tratar de reanimar la economía, el sector bancario ya se estaba preparando para unas esperadas subidas de los tipos de interés orientadas a controlar la aceleración de la inflación.
Sin embargo, la reciente invasión de Ucrania por parte de Rusia ha echado por tierra, al menos de momento, ese ansiado repunte del coste del dinero, clave para el negocio tradicional de los bancos, mientras esta situación de incertidumbre golpea a los mercados y las economías de Europa.
“La realidad es que hasta el estallido del conflicto Rusia-Ucrania, el sector había recogido en bolsa una posible subida de tipos que a día de hoy ya no se contempla. Y ello supone un retraso en el ritmo de recuperación del margen de intereses, cuya gestión lleva siendo muy complicada por el entorno de tipos negativos en el que nos hemos estado moviendo”, sostiene Nuria Álvarez, analista de banca de Renta 4.
De hecho, los principales riesgos para la industria bancaria actualmente son la falta de visibilidad sobre la normalización de los tipos de interés y “un estancamiento en la recuperación económica como efecto colateral por el conflicto Rusia-Ucrania y lo que esto pueda suponer en términos de provisiones o consumo de capital”, afirma la analista.
Por otra parte, aunque el conflicto bélico provoca incertidumbre en el futuro del sector financiero, Álvarez considera que para los bancos esta situación no alcanza la gravedad de la anterior crisis de 2008.
En aquel año, el estallido de una burbuja inmobiliaria en Estados Unidos a causa de las denominadas hipotecas ‘subprime’ provocó la caída del gigante bancario Lehman Brothers, que se extendió a otros países del mundo y tuvo graves consecuencias en la economía española, que entró en recesión, y específicamente en su sector bancario, que requirió de ayudas europeas y desde entonces está inmerso en un baile de fusiones y adquisiciones.
Las distribuciones extraordinarias, en riesgo
En cambio, los bancos europeos esta vez han llegado a esta crisis geopolítica desencadenada en Ucrania con una posición de “fortaleza”, apunta Marco Troiano, responsable de calificación de instituciones financieras de Scope Ratings. “Los fundamentales financieros son sólidos, incluyendo el capital, la calidad de los activos y la liquidez, mientras que la rentabilidad se ha recuperado desde las cotas más bajas registradas en la crisis del covid”, explica.
En una muestra de la buena salud actual del sector, los grandes bancos europeos ya estaban distribuyendo el exceso de capital en forma de dividendos y recompras para sus accionistas antes de la escalada de la crisis de Ucrania, señala Troiano en un reciente artículo de análisis.
El recrudecimiento del conflicto, no obstante, podría derivar en que los supervisores bancarios europeos recomendaran a las entidades financieras que se abstuvieran de realizar distribuciones extraordinarias en un intento por preservar sus reservas de capital, añade.
La banca europea también se expone a varios riesgos por esta crisis, que ha desencadenado una serie de sanciones económicas sin precedentes contra personas y entidades rusas que limitan la capacidad del banco central del país, el Banco de Rusia, y las empresas de tarjetas de crédito Visa, Mastercard y American Express, entre otras muchas compañías de otros sectores, han anunciado la suspensión de sus operaciones en Rusia.
Aunque las exposiciones directas de los bancos europeos a Ucrania y Rusia son, en general, “manejables”, según el analista de Scope Ratings, los efectos indirectos sobre el crecimiento de un conflicto prolongado son difíciles de estimar, especialmente porque sigue habiendo incertidumbre sobre el alcance de una posible crisis energética.
Los precios del petróleo han repuntado hasta máximos no vistos en años a medida que la escalada del conflicto ucraniano cobraba vigor, y eso repercute en las economías europeas, en general muy dependientes de las importaciones de energía.
Ciberataques y energía (aún) más cara
“A juzgar por las declaraciones de los líderes políticos, Europa parece estar dispuesta a aceptar el coste económico de una postura dura frente a Rusia, incluido el posible encarecimiento de la energía”, sostiene
Otro efecto indirecto para los bancos, aunque más difícil de medir, podría proceder de la rapidez y envergadura de las sanciones contra Rusia. Dada la velocidad de su implantación, puede existir riesgo de que algunas entidades financieras europeas no estén totalmente preparadas para aplicarlas, comenta Troiano.
Por último, aunque el analista minimiza en principio el riesgo de que el conflicto militar se extienda al resto de Europa, no descarta que pueda haber ciberataques contra organizaciones europeas, incluidos los bancos.
Aparte de los inconvenientes de la actual crisis geopolítica en Ucrania, los bancos españoles tienen por delante una serie de retos dentro de su propia operativa de negocio. Por un lado, deben gestionar los diferenciales y buscar palancas “que permitan el crecimiento de las comisiones netas a falta de un margen de interés recuperándose de manera sostenida”, según Álvarez, la analista de Renta 4.
Por otro lado, las entidades financieras deben ser capaces de aumentar sus cuotas de mercado en un negocio bancario en el que la demanda de crédito en algunos segmentos está débil, indica.
Entre las oportunidades que se vislumbran en el sector bancario figuran el establecimiento de estrategias comerciales que permitan diferenciar la oferta de cada entidad, la digitalización y los ahorros de costes, que serán palancas futuras de crecimiento, señala la analista.