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El G-20 respalda el impuesto de sociedades mínimo a nivel global

Cartel de la reunión del G-20 que se celebra en Venecia (Italia) entre el 8 y el 11 de julio. Foto: Ministerio de Economía y Finanzas de Italia.

Los ministros de Finanzas de los países del G-20 han dado luz verde este sábado un impuesto mínimo a nivel global para las grandes empresas. «Es un gran momento histórico», ha destacado el ministro de finanzas alemán, Olaf Scholz. Se trata de un paso más para alcanzar un «nuevo orden fiscal internacional».

Hasta 131 países han alcanzado un principio de acuerdo para imponer un impuesto de sociedades común del 15 por ciento como mínimo y garantizar que las multinacionales paguen los impuestos donde generan sus ventas para evitar que se tribute en un país distinto de donde se genera el negocio y pagar así menos impuestos, informa Europa Press. Una medida que afecta a las grandes multinacionales tecnológicas, muy cuestionadas por pagar menos impuestos de lo que deberían.

El G-20 ha apoyado la reforma a pesar de la oposición de ocho países, entre ellos, Hungría, Estonia e Irlanda. Los ministros de Finanzas, reunidos desde el viernes en Venecia (Italia), tampoco han conseguido aumentar el tipo mínimo del 15%, como pretendía Estados Unidos. «Esperamos que el acuerdo a un nivel global cree condiciones para un acuerdo total también en la Unión Europea. Espero que los países que han decidido no unirse modifiquen su postura», ha señalado el ministro italiano de Finanzas, Daniel Franco, en declaración recogidas por El País.

El acuerdo logrado por el G-20 supone un paso más para alcanzar una nueva fiscalidad internacional. Aunque todavía quedan detalles por trabajar, como la seguridad jurídica del nuevo sistema de impuestos global.

A principios de junio, los países del G-7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Francia, Reino Unido, Italia y Alemania) lograron un acuerdo de mínimos. La reforma busca que los países puedan gravar una parte de los beneficios que genera en su jurisdicción una multinacional con sede en el extranjero. Y, a su vez, que los países puedan imponer un impuesto mínimo global sobre las ganancias que una empresa con sede en su jurisdicción logra en el extranjero.

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