Cooperativas Agro-alimentarias de Castilla-La Mancha baraja unas previsiones de cosecha para la campaña vitivinícola 2023/2024 de 20 millones de hectolitros de vino y mosto en la región, es decir, un 12% menos que los 22,8 millones cosechados en la campaña del año anterior.
Una merma en la cosecha que se produce a consecuencia de la sequía a la que ha sido sometida la vid desde la vendimia anterior, con un invierno y una primavera extremadamente templados y secos, que si bien a principios de junio se produjeron precipitaciones generalizadas entre 100-120 litros por metro cuadrado aliviando en parte al cultivo, el verano está siendo muy seco y caluroso, con sucesivas olas de calor superando los 40ºC, lo que está deteriorando enormemente el desarrollo vegetativo, en especial en los secanos.
Así lo han constatado los presidentes, gerentes y técnicos de las bodegas cooperativas de toda la región durante la tradicional Asamblea de Vinos de Cooperativas Agro- alimentarias Castilla-La Mancha, celebrada este viernes en la sede del Iriaf de Tomelloso, para informar sobre las claves legislativas, productivas y comerciales de la próxima campaña vitivinícola, según ha informado Cooperativas Agro-alimentarias en nota de prensa.
La organización cooperativa, que representa más del 75% de la producción y transformación vitivinícola de la región, a las puertas de una vendimia inminente que va a comenzar con las variedades más tempranas (ha barajado unas previsiones de cosecha de 20 millones de hectolitros de vino y mosto en Castilla-La Mancha.
El pasado año la región obtuvo una cosecha de 22,8 millones de hectolitros de vino y mosto, por lo que las previsiones arrojarían una disminución de un millón y medio de hectolitros menos, suponiendo un descenso del 12%, aproximadamente.
El portavoz sectorial de Cooperativas, Juan Fuente, ha reconocido que «el cuajado de las principales variedades tintas, la Tempranillo y sobre todo la Bobal, variedad típica de Manchuela, que ha sufrido marchitez fisiológica, no ha sido del todo satisfactorio; mientras que la blanca Airén, sí que se espera una cosecha media, al estar mejor adaptada a situaciones climáticas extremas».
Por provincias, «se espera una bajada del 15-20% de la producción vitivinícola en las provincias de Albacete, Cuenca y Toledo, donde la sequía ha hecho más mella, mientras que Ciudad Real, donde abunda la variedad Airén y suele contar con mayores riegos de apoyo, se prevé una cosecha algo menor a la del año pasado».
INFLUENCIA DE LA GUERRA EN UCRANIA
Las principales amenazas que se ciernen sobre el sector vitivinícola en la actualidad, según afirma el portavoz vitivinícola cooperativo, son «la desaceleración del consumo mundial influido por la guerra en Ucrania, la aún no recuperación de las importaciones chinas, la bajada del consumo interno de los países productores europeos, y la fuerte caída en los principales mercados de exportación provocado por la inflación y los altos costes de producción», unido a amenazas legislativas, como la irlandesa, que no ayudan a recuperar el consumo en la UE.
A nivel nacional, Cooperativas Agro-alimentarias Castilla-La Mancha, a falta que Cooperativas de España ratifique su previsión oficial a mediados de agosto, cifra las previsiones en 36-36,5 millones de hectolitros para esta vendimia, lo que supondría una campaña baja, respecto a los cinco últimos años; con una reducción de entre 4,5 y 5 millones de hectolitros respecto a la campaña anterior, en la que se obtuvieron 41 millones de hl de vino y mosto.
«El mantenimiento de producciones moderadas, por debajo de la media de los últimos cinco años, tanto en España como en Castilla-La Mancha, están amortiguando en parte el desequilibrio entre la oferta disponible y la demanda, sobre todo en los vinos tintos», comenta el portavoz de vinos, aunque algunas regiones españolas, como Extremadura y Cataluña, e incluso La Rioja y el País Vasco, han tenido que acudir de forma extraordinaria a medidas de corrección de excedentes almacenados de este tipo de vinos vía destilación de crisis.
En relación con los stocks de vino en España a 31 de julio de 2023, éstos podrían rondar los 36 millones de hectolitros de vino, de los que Castilla-La Mancha contribuiría con algo más de 9,5 millones de hectolitros de vino, aparte de 1,90 millones de hectolitros de mosto en la región.
Unas cifras muy similares a como se terminaba la campaña anterior, si bien se prevé menos vino que de mosto, en concreto alrededor de medio millón de hectolitros de diferencia entre ambos tipos de producto, cifras evaluadas por la Asamblea como muy razonables.
Números que a juicio del portavoz sectorial cooperativo «suponen un buen funcionamiento de las salidas, sobre todo en Castilla-La Mancha, desde donde se habría hecho un esfuerzo importante en aligerar existencias, tanto en exportación como en las diversas salidas en el mercado nacional, habiendo sacado cerca de 23 millones de hectolitros de vino y mosto en toda la pasada campaña 2022/23», es decir, a un ritmo de 1,9 millones de hectolitros de vino y mosto al mes.
Durante la reunión también se han abordado las novedades legislativas sectoriales más significativas como consecuencia de la aplicación en Castilla-La Mancha de las medidas de intervención en el sector vitivinícola (ISV), es decir, reestructuración de viñedo, cosecha en verde, inversiones, promoción en países terceros y eliminación de subproductos, además de otras normativas que serán de aplicación durante la próxima campaña.
Asimismo, se ha analizado con cierta tranquilidad que no se aumentará el porcentaje de prestación vínica para su destino a alcohol a más del 10% debido a que las existencias y la producción de esta campaña serán muy moderadas, e inferiores a la media de los últimos cinco años.
Al igual que es muy probable que en la próxima campaña no exista en Castilla-La Mancha limitación del grado de alcohol en potencia mínimo de la uva para la elaboración de vinos para la campaña 2023/24.
Por último y para finalizar la asamblea, se ha hecho un llamamiento a la moderación y a la responsabilidad compartida en cuanto al control de los rendimientos agronómicos, la diversificación de la producción respecto a la tipología de vinos y mostos para abastecer a la industria transformadora de concentrados y alcoholes, y cuidar la gestión de entrada de uva en bodega, su pago diferenciado por calidad y el aseguramiento de la trazabilidad.