Los costes directos de construcción en la edificación residencial moderaron su ritmo de crecimiento en 2022, cerrando el año con una subida del 12,7%, algo más de 6 puntos por debajo del incremento registrado en 2021, cuando repuntaron un 19%, según refleja el Índice de Costes Directos de Construcción que elabora ACR.
Este dato se elabora tomando como referencia los precios tanto de los materiales de construcción como de su elaboración y, además, la mano de obra necesaria para su instalación, unos importes que, en conjunto, representan el 80% del importe total de construcción.
La partida que más creció fue la de Impermeabilización y cubiertas, con un incremento de precios que roza el 24,8% en 2022, seguido de las fachadas y los alicatados de las nuevas obras, que marcan una subida del 20,80% y del 17%, respectivamente. En el lado opuesto, los precios de Vidriería bajaron un 2,1% interanual, y la carpintería exterior registró una leve corrección del 0,2%.
El año pasado arrancó con fuertes subidas en el precio de los materiales de construcción, que tiraron al alza del índice, motivadas por las incertidumbres asociadas a la guerra de Ucrania, el incremento del coste de las materias primas y los elevados precios del petróleo y la energía, además de los problemas generados en las cadenas de suministro.
El director general de ACR, Guillermo Jiménez Michavila, ha explicado que algunas de estas disfunciones comenzaron a solventarse a mitad de año, principalmente de la mano de la política monetaria restrictiva, y tuvieron su repercusión en el precio de algunas materias primas, como el acero, el aluminio, el cobre o la madera, que corrigieron parte del incremento asociado a la Guerra de Ucrania.
Otras disfunciones, como el caso de las partidas que cuentan con una alta dependencia del coste del petróleo y la energía para la fabricación –plásticos, aislamientos, ladrillos y materiales cerámicos– persistieron unos meses más, retrasando la corrección de los precios.
Asimismo, la mano de obra mostró cierta estabilidad, influida por el aumento en el proceso de maduración de algunos proyectos y su consecuente puesta en marcha, retrasando el arranque de algunas obras, en contraste con la tendencia que venía mostrando antes de la pandemia, cuando era el principal factor responsable de las subidas de costes directos de construcción.
Para ACR, la moderación que refleja el dato de cierre de 2022 apunta a que en 2023 «podría llegar la tan deseada estabilidad de costes, o que, al menos, el comportamiento del indicador podría ser más predecible».
De hecho, podrían registrarse ligeros descensos en algunas partidas concretas, aunque seguirá pesando la incertidumbre respecto al escenario macroeconómico, y muy especialmente el comportamiento de la política monetaria y el coste de la energía.