El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, ha afirmado, sobre el impuesto establecido por el Gobierno para gravar con el 1,2% las ventas de las energéticas con unos ingresos superiores a 1.000 millones anuales, que considerar extraordinario un beneficio derivado de un «gran esfuerzo inversor» es «injusto e incomprensible».
«Considerar extraordinario un beneficio que se obtiene de un gran esfuerzo inversor y penalizarlo frente al que se dedica a importar productos de otros continentes sin crear un solo empleo industrial, es, además de injusto, incomprensible y perjudicial para la economía española», ha resaltado.
Según ha indicado con motivo de la presentación de resultados de la compañía, el debate social sobre los beneficios empresariales hay que ponerlo en contexto.
«Los mensajes populistas solo sirven para dificultar la actividad empresarial, provocar desconfianza en los inversores, reducir la inversión y la actividad económica, disminuir la recaudación de impuestos y poner en riesgo el empleo industrial. Frente a estos mensajes, Repsol apuesta por un camino de responsabilidad con la sociedad», ha señalado.
Asimismo, ha resaltado que la transición energética que están haciendo Europa y España «debería ser una transición menos ideológica y más tecnológica; una transición que aborde cómo ser más sostenibles, pero también, cómo garantizar el suministro energético y una energía más barata y competitiva para los ciudadanos y empresas».
«Los altos precios energéticos que pagamos hoy no son solo consecuencia de la guerra de Ucrania. La escasez de productos energéticos ya existía antes. En Europa somos altamente dependientes de las importaciones porque los reguladores han preferido olvidar la necesidad de invertir en petróleo y gas y, también, en capacidad de refino», ha añadido.
Imaz ha afirmado además que los precios energéticos se incrementan porque la demanda sube, «a la vez que, contrario a lo que dictaría la lógica, se imponen dificultades a la producción de algunos productos energéticos». «Los precios altos no son ‘caídos del cielo’, son consecuencia de las incorrectas decisiones adoptadas en Europa», ha afirmado.