La gestora española Q-Impact ha realizado el primer cierre de su segundo fondo de capital riesgo, Q-Impact II, con el que ha duplicado el volumen de activos bajo gestión respecto a su fondo predecesor.
Este vehículo se dirige a inversores institucionales y grandes inversores familiares «permitiéndoles aunar una rentabilidad de mercado con su compromiso social y medioambiental». De momento, ya ha formalizado su inversión en Bioenergy Ibérica, compañía especializada en el diseño e instalación de plantas de biomasa para grandes clientes industriales.
«Los inversores institucionales van a generar un gran empuje para la inversión de impacto en España, que continúa estando muy poco desarrollada en comparación con otros países de Europa, Reino Unido y Estados Unidos», ha señalado el socio director de Q-Impact, Pablo Valencia.
Asimismo, la firma ha finalizado el periodo de inversión de su primer fondo, Q-Impact I, tras haber invertido en diez compañías desde su lanzamiento en 2020.
Este primer fondo promueve la empleabilidad de personas con discapacidad, moderniza la agricultura para favorecer el desarrollo rural y facilita la formación de jóvenes en algunas de las profesiones con más proyección de futuro, entre otros.
En 2022, Q-Impact I realizó dos desinversiones y repartió el 16% de los compromisos vía distribuciones en apenas tres años de vida. Además, la gestora ha recibido la certificación B-Corp, con una puntuación que la sitúa entre las diez mejores gestoras a nivel mundial y la primera de España.
La estrategia de Q-Impact en sus dos fondos es emplear la inversión para ayudar a crecer a lo que definen como mejores pymes, que son aquellas empresas rentables que además aporten soluciones a los principales retos sociales y medioambientales tales como el paro juvenil, el desarrollo rural, el calentamiento global o la contaminación.