Tras un año de tributos y recitales en Valencia, ha decido poner punto final a su carrera. Será este mes de mayo, tiempo en el que ofrecerá doce conciertos en el Palau de la Música. ¿Por qué ha tomado la decisión de dejarlo ahora, cuando está viviendo una segunda juventud en los escenarios y cada vez acude gente más joven a sus conciertos?
Porque ya tengo 76 años y considero que es un buen momento por dar por acabada mi carrera. Inicialmente, mi mujer y yo queríamos darla por concluida en Valencia el pasado año 2016, pero a mediados nos dimos cuenta de que todavía nos quedaban cosas por cerrar. Pensamos que sería mejor ofrecer doce recitales en el Palau de la Música, porque hay que organizarlo con mucha antelación para poder disponer de esas fechas libres, ya que el Palau acoge conciertos continuamente. Así que después de 55 años de carrera, y siempre actuando ante el público, he decidido retirarme con unos conciertos especiales. Me gusta acabar bien y que el público se lleve un buen recuerdo. Hubiera podido escoger hacer dos conciertos en el Palau Sant Jordi, que tiene un aforo de más de 16.000 personas, pero a mí me gusta más el teatro, y por eso hemos elegido el Palau, que aunque es mucho más pequeño, puede reunir más de 2.000 personas en cada uno de los recitales.
En su amplia carrera tiene grabados cerca de 200 temas, pero hay uno que destaca por encima de todos los demás y del que se han vendido miles de copias, ‘Al vent’. ¿Cómo surgió la grabación de esta canción?
Estaba estudiando arte en Valencia y un día que iba de paquete en la Vespa de un amigo nos daba el viento de cara. Al final del trayecto pensé que podría ser interesante componer una canción que se llamara así, Al Vent. Después, en el año 1962, vine a Barcelona y canté en el Fòrum Vergés con Els Setze Jutges y hubo dos casas interesadas en hacer mi disco; una era Vergara y la otra Edigsa. Me decidí por esta última, así que grabamos en febrero de 1963 mi primer LP, con temas como Al vent, La pedra, y A colps, y en marzo de ese mismo año salió al mercado.
Fue pionero en poner música a los poetas. ¿Qué han representado en su carrera personas como Salvador Espríu, Joan Fustér, Ausiàs March…?
Yo empecé a escribir poesía a los 15 años, evidentemente desaparecida en combate porque eran malos versos, pero también he leído mucha poesía. Me interesa mucho, y la continúo leyendo. Cuando leí a Espríu en 1962 me impresionó mucho la parte menos conocida de él, porque aunque su obra más famosa era La pell de brau, yo me fijé en El caminant i el mur, en el capítulo central, que son las Cançons de la roda del Temps, y pensé que podía musicar los doce poemas. Comencé en 1963 y di por terminado el trabajo en 1965. La casa de discos era reticente a que se publicaran porque pensaban que me podía apartar de mi público, porque era otro tipo de trabajo, y yo no lo entendía. Ahora lo puedo entender por razones comerciales, pero no por las mías, que eran estrictamente artísticas.
Finalmente, el disco se publicó en 1966, después de conseguir que la portada la hiciera el pintor Joan Miró, al que había conocido en París en 1964, y le gustaba mucho lo que yo hacía. También conseguí que Joan Fuster y Salvador Espríu escribieran dentro del disco. Quizás, si no hubiera sido así, el disco no hubiera salido.
¿Cómo recuerda los conciertos que daba en la dictadura? ¿Padeció mucho la censura?
Durante la dictadura era más difícil actuar, porque entonces se cantaba donde se podía: en los campus, en las universidades, en las sacristías… Después, poco a poco, ya pude cantar en teatros, que es lo que a mí me gustaba. La censura era arbitraria, que es la peor que te puede tocar, porque no sabes nunca lo que puedes hacer.
Por ejemplo, cuando cantaba en la universidad o en las sacristías, no pasaba censura alguna. Es decir, los responsables eran, en el caso de la universidad, el rector en última instancia; y en el caso de la iglesia, era el párroco, o si había algún problema, el arzobispado. Así que allí pude cantar sin censura, mientras que cuando actuaba en un teatro, o en un pabellón, sí que tenía que pasar previamente por ella. La llevaba a cabo el delegado de Información y Turismo de cada provincia, de manera que, para cantar en público, tenía que pasar primero el repertorio que quería cantar, y él te decía “esto sí y esto no”, y tú tenías que adaptarte a eso. España, como dijo un filósofo, era una dictadura atemperada por la mala organización.
¿Ha tenido que pagar altos peajes para no dejar de ser quién es?
Sí, claro, pero yo siempre he intentado ser libre y coherente conmigo mismo, aunque no lo he podido ser en público, o en mis discos, que eran conceptuales, porque en principio quería algo que tuviera una ligazón, que estuviera estructurado, y que no fueran sólo canciones. Pero eso no lo podías hacer durante la dictadura casi nunca. Después sí y, de hecho, regrabé en 1981 todo lo que había cantado con nueve elepés de estudio y uno en directo. Me pasé todo el año grabando, con orquesta, con arreglos distintos, y se publicó con un estudio literario de Espriu, de Fuster y del musicólogo Enric Gispert. Creo que es lo que mejor se ha escrito sobre mí y mi música. Esta recopilación funcionó muy bien, pero yo la hice porque durante la dictadura no había podido hacer las cosas tal y cómo yo quería. Posiblemente soy una persona incómoda, y eso siempre molesta.
Debutó en 1961 y desde entonces ha actuado en los mejores recintos del mundo. ¿Hay algún concierto que recuerde especialmente por lo mucho que significó para usted?
Recuerdo especialmente mi primera actuación en el Olimpia de París, en junio de 1966, en el que grabé un álbum en directo que ganó al año siguiente el premio Francis Carco al mejor cantante extranjero, otorgado por la Académie du Disque Français. He actuado posteriormente en él en otras tres ocasiones, la última en 2006 para celebrar los cuarenta años sobre el escenario, pero esa primera actuación fue muy importante para mí, ya que, al ser antifranquista, me dio gran repercusión en los medios de comunicación internacionales. Fue muy importante y me sirvió de escudo, ya que al ser conocido fuera impedía que aquí me enviaran a la cárcel, aunque no me libré de pagar alguna multa por acabar tarde algunos recitales, o de no poder cantar en muchos sitios porque me denegaban los permisos sin explicar por qué. Si hacía algo que se salía un poco de las normas, me llamaban, me hacían un interrogatorio y me dejaban dos años sin poder cantar.
Estuvo vetado más de 15 años en Valencia por los diferentes gobiernos del PP. ¿Cómo llevaba no poder actuar en su tierra?
Mal, porque no poder actuar en tu casa, ni entre los tuyos, me perjudicó mucho. De hecho, en esta gira que hemos realizado, muchísima gente, sobre todo los jóvenes, me escuchaba por primera vez en directo. Otros me habían visto en Barcelona, en Madrid, en el País Vasco, en Galicia o en Andalucía, donde curiosamente canté mucho durante la dictadura, pero después casi nada.
Usted es un artista muy identificado con Cataluña. ¿Cómo ve las proclamas soberanistas impulsadas por el Gobierno de la Generalitat y algunas entidades nacionalistas?
El problema básico es que no hay manera de que haya un Gobierno en España que tenga en cuenta los problemas reales, y uno de ellos es que, históricamente, Cataluña no encaja en una idea uniformista. A partir de ahí, los argumentos los tienen los independentistas. El Gobierno central, sea el PP o el PSOE cuando gobernaba, no ha dado absolutamente ningún argumento contrario al de los independentistas. Personalmente, no lo veo claro, y como no estoy convencido, no voy a ponerme ni de un lado ni del otro, aunque el problema entiendo que no es Cataluña, sino el Gobierno español, pero no solamente en lo referente a Cataluña, sino de cara a toda la situación del país. Creo que el PSOE se ha equivocado posibilitando de nuevo el Gobierno del PP. Eso sí, siempre he pensado que hacer un referéndum es la mejor solución. Saber qué hay de verdad, porque con las movilizaciones y todas estas cosas, que están muy bien, no acabas de saber de qué va todo esto. Así que para saber las cosas, lo mejor es hacer un referéndum con una pregunta clara. El problema es que la democracia es más bien partitocracia, ya que se está imponiendo la lógica del partido frente a la lógica de solucionar los problemas del país.
Ha recibido propuestas de mánagers internacionales para cantar en otros idiomas, pero siempre las ha desestimado y ha preferido hacerlo en catalán, ¿por qué?
Siempre he cantado en catalán porque es mi lengua nativa, y cuando yo empecé a cantar en esta lengua estaba prohibida o era minorizada. Nunca he pensado hacerme rico con mi trabajo, sino poder vivir de él, y haciéndolo de la manera que yo sé, que es en mi propia lengua. No me imagino traduciendo a Ausiàs March o a Salvador Espríu al inglés, ya que me sería más complicado de cantar. Alguna de mis canciones sí que podría traducirse al inglés, porque además el catalán tiene muchos monosílabos, y es fácil que pueda haber algún tipo de versión, pero a mí no me ha interesado.
¿Qué le ha parecido que le hayan dado el Premio Nobel de Literatura a Bob Dylan?
Esto es una cuestión del jurado… Los premios Nobel tiene un problema, y es que no tienen uno de música, o de teatro, pero, en cambio, han tenido que darle un premio a Darío Fo para introducir un poco el teatro, y otro a Dylan para meter la música, pero queda fuera la música clásica. Está claro que el Premio Nobel es muy importante, sobre todo porque da más dinero que cualquier otro, y todos hablan de ello, pero los jurados a veces se equivocan, y a veces, no. A mí lo de Dylan me parece que está bien, y no tengo absolutamente nada en contra de que se lo hayan dado, pero también hay otros artistas, como Leonard Cohen, que se lo merecían.
¿Qué otro tipo de música le interesa?
Me gusta todo tipo de música. Escucho bastante música clásica y pre-barroca, que siempre me ha interesado. Soy fan de Stravinski, Béla Bartók y Mozart, sobre todo. También sigo el blues y toda la música negra en general, desde Ella Fitzgerald hasta Billy Holliday.