Han pasado 365 días, pero echo la vista atrás y me parece que los espacios temporales en 2020 han sido más largos que nunca. No da la sensación de que los incendios de Australia, la supuesta muerte de Kim Jong-un o, por poner un ejemplo menos serio, el estreno de “Unorthodox”, ocurriesen hace apenas unos meses. Pero así es: aún no se ha cumplido un año de estos sucesos y ya parecen del Paleolítico tras la llegada de algo que lo cambió todo en marzo. No cabe duda de que en los libros de texto de 2070 se estudiará este año como “El año de la COVID-19” (salvo que estos días traigan un cliffhanger inesperado). Sin embargo, y aunque dé pudor emplear otra nomenclatura ante semejante evidencia, creo que algunos recordaremos 2020 de otra manera, porque también ha sido el año de los mitos.

La memoria suele trabajar en el corto plazo y tendemos a considerar que lo sucedido en el último minuto tiene tintes históricos, pero es que la acumulación de efemérides sobre mitos ha sido frenética. Enero nos sorprendió a todos con el fallecimiento de Kobe Bryant y el año ha echado el cierre con la pérdida de Diego Armando Maradona. Por el camino deberíamos citar también a Ennio Morricone, que nos dejó a mitad de año. Cada seis meses, un deceso de los que trascienden todas las fronteras. Es sintomático que con ninguno de ellos haya hecho falta nombrar su profesión. Seguro que alguno de vosotros encuentra alguna fecha que derribe esta afirmación, pero me cuesta encontrar un año más funesto para los mitos, quizá especialmente para los deportivos.

Es curioso que no sólo hayan sido fallecimientos, sino también otro tipo de celebraciones de los mitos. A mediados de año se estrenó el que, al menos desde que tengo uso de razón, ha sido el documental sobre un icono más comentado, que yo recuerde. The Last Dance abordaba con maestría la figura del inconfundible Michael Jordan con un contenido que fue conversación de gran parte de las videocañas del mes de abril. Es que hasta Woody Allen, un mito del cine ahora denostado, ha lanzado su autobiografía este año. Mitos, iconos y leyendas se han puesto de acuerdo para que 2020 sea mucho más que el año del coronavirus.

Reconozco que soy un mitómano empedernido, pero creo que somos muchos los que compartimos obsesión. Los mitos son la prueba de que la perfección en una disciplina es posible, son los portadores de la belleza, nos regalan momentos imborrables. Algunos mitos son incluso capaces de trascender a icono cuando añaden un impacto cultural a su figura. Maradona fue un futbolista extraordinario, pero su legado no sólo se mide en goles; Jordan no sólo fue el mejor baloncestista, sino que reinventó la industria del deporte; Morricone ha puesto la banda sonora de nuestras vidas. Quizá Bryant sea más mito que icono, pero eso ya es muchísimo. Que se lo pregunten a Leo Messi, para muchos el mejor futbolista de la historia, pero con poca relevancia cultural. Más mito que icono.

Cuando hablemos de 2020, a todos se nos ensombrecerá la mirada. Un nuevo temor, un factor exógeno que nunca previmos, nos hará poner toda expectativa en tela de juicio para siempre. “Que le den a 2020”, que dice en su anuncio la sidra El Gaitero. Pero, cuando nos refiramos a estas 52 inolvidables semanas, yo siempre me acordaré también de los mitos caídos. Porque un día fueron capaces de enseñarnos lo bonito que es que alguien haga su trabajo con maestría, porque nos recordaron que los límites de los humanos no son tan terrenales. Porque a veces, sólo entreteniéndonos, son capaces de que nos olvidemos, al menos por un instante, de un año como éste.

Feliz lunes, que tengáis una gran semana y, sobre todo, un 2021 mejor.