¡Ay los españoles y su orgulloso individualismo! Nos traen al mundo a cada uno con una piedra en el bolsillo para que se la lancemos al prójimo. El deporte nacional es volver a casa sin la piedra, elegir una víctima al día, a sabiendas que mañana, por arte de birli birloque, nos nacerá otra. Y vuelta a empezar.
Conviene recordar que somos el país de Durruti y de Alonso Quijano, que antes del Dúo Sacapuntas existió Rinconete y Cortadillo y que desconfiamos de todo lo que sea el bien común, porque nuestro deporte nacional es llevarnos los jabones de los hoteles. En este contexto de pandereta y “yoísmo” extremo que presiento no nos quitaremos nunca de encima porque vivir así es morir de amor, hoy la Asociación de la Prensa de Madrid ha cumplido 125 años y merece ser celebrado.
Soy vecino del barrio de la APM, de su bulevar y de sus abuelas de visón. He sido periodista de la Complu, aprendiz, locutor, redactor, despedido, subdirector, coordinador editorial, director editorial, empresario, director, editor, consejero y tertuliano… si hay que fregar los platos los friego porque este es mi oficio, me hace feliz y con él sustento a los míos.
Creo firmemente que 125 años juntos ayudando a contrarrestar los abusos del poderoso con la información más libre posible es digno de celebración. Y por eso milito orgulloso desde hace unos meses en su Junta Directiva, a las órdenes del capitán Juan Caño, maestro del colorín y demiurgo de equipos humanos. Estoy allí porque creo que tenemos intereses comunes que defender, así que cuando me crucé con Juan en el funeral de Alfonso de Salas me ofrecí voluntario.
“Tú no tienes tiempo”, me espoleó Juan con ese tono de voz que se utiliza en las iglesias para que no te regañe el cura por estar a los negocios y no a las oraciones. Al día siguiente me invitó a participar en su junta directiva que finalmente ganó las elecciones y que hoy tiene uno de los grupos de WhatsApp más ilusionados de la profesión, se lo puedo asegurar. Los grupos de WhatsApp son los mentiremos de antes. Mis compañeros en la junta parecen chiquillos recién licenciados, llenos de ilusión en la defensa del mejor oficio del mundo. Yo también lo estoy.
¿Por qué el periodismo tiene que ser defendido? ¿Ante quién? El periodismo necesita defensa porque su tejido laboral es enclenque, y sin periodismo libre no hay democracia. Los modelos de negocio de las empresas periodísticas están en plena transformación, si no en demolición. Periodismo precario es sinónimo de democracia endeble. Y también necesita defensa ante esa disfunción que considera periodismo a comunicar cualquier cosa, al entretenimiento y a sus derivados.
Me opongo al olvido. Y por eso no doy por amortizados los esfuerzos de la Asociación en la defensa de los periodistas más débiles, de los perseguidos por la política, de los indefensos ante la crueldad laboral, ante mil cosas.
Como taurino irredento y vecino de Las Ventas me he ofrecido al presidente a que la Corrida de la Prensa se convierta en un acto social como merece, y hasta a pintar las rayas del albero si fuera menester. El bicho ha podido este año con el morlaco. Entre bestias anduvo el juego. La Corrida tendrá que esperar. Como también esperará la exposición sobre cómo la prensa y sus moradores han acompañado a la sociedad española desde la dictadura a nuestros días.
Teníamos mucha ilusión por celebrar por todo lo alto nuestro aniversario, que es el tuyo aunque no estés asociado, aún la tenemos. Estrenamos logo nuevo, bien atinado por Diego “Quinta Tinta” Aresoy. Verlo rular en el Twitter mola mucho.
Frente a la casa en la que se salvaguardan los derechos hay un parque de atracciones para adultos, la Ferretería León. A estribor el edificio más caro de los madriles presume de metro cuadrado frente a las penurias laborales de nuestro oficio. Parece gritarnos: “Ni un solo periodista con el sudor de su frente podrá comprarse un pisito aquí”.
Para nuestra vocación estos cantos de sirena del capitalismo feroz resuenan lejanos. Porque uno no es periodista para llenar las alforjas, ni se asocia tan solo para que el seguro médico le salga más barato, ni para otros beneficios –que los hay–, uno se asocia para militar en defensa de las noticias, para que cuando pasea por el bulevar del comunero Juan Bravo, le diga a su acompañante, mira ves aquella esquina, es la Asociación de la Prensa de Madrid, es mi casa, te tengo que llevar a que la conozcas.
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