Los mercados acostumbran a generar mucho ruido que en muchas ocasiones son interpretados falsamente como señales. Saber distinguir el grano de la paja es lo que lleva al éxito en todos los campos de la vida. En el campo de la gestión de activos es algo que diferencia al que tiene éxito del fracaso.
“El que sabe leer las señales en determinados momentos es un héroe”, tal y como se exponía en la publicación ‘El romance de los tres reinos’, de Luo Guanzhong. Y es que nos permite anticiparnos a las turbulencias fuertes de los mercados. Claro que, no es nada sencillo cuando la nube de la rumorología muchas veces no deja ver el contexto.
Creemos que los inversores deberían escuchar las principales señales del mercado, como los cambios de tendencia y las rupturas de tendencias bien establecidas, e ignorar los movimientos menores del mercado.
Hay múltiples ejemplos que se han producido a lo largo de los tiempos. Uno de ellos es la evolución de la libra con respecto al marco alemán. Desde finales de los 70 hemos visto cómo la divisa británica ha ido perdiendo fuerza con respecto a la germana hasta alcanzar los niveles de suelo sobre mediados de los 90.
Así, con la crisis de 2008 y en el proceso del brexit asistimos a un posible doble suelo que permite plantearnos la posibilidad de que estemos ante una señal de recuperación durante los próximos años. Algo similar a lo que se vio entre 1995 y el año 2000; y entre 2008 y 2016, justo cuando se produjo el referéndum del brexit. Los mercados de divisas son extremadamente útiles. Al estallar la crisis de la deuda europea, los rendimientos de los bonos del gobierno español dieron una señal de advertencia junto con otros estados europeos.
Esa fue una señal mientras que la reciente ruptura de los rendimientos de la renta fija italiana no se reflejó en la rentabilidad de la española. Entonces, los mercados señalaron que es un problema particular de Italia por ahora, no una repetición de la crisis del apalancamiento en Europa.
Hacer la diferenciación entre el ruido y lo que de verdad es una señal clara para los mercados es lo más complejo para la construcción de las carteras por parte de los inversores. Esto se puede ejemplificar, asimismo, con la evolución de los precios del oro. El metal dorado siempre actúa como refugio ante situaciones adversas en el entorno global. Es la mejor manera de ver cómo afecta la rumorología. Con la dura recesión que se vivió cuando voló por los aires el mercado inmobiliario norteamericano el metal precioso se encaminó hacia los 2.000 dólares la onza. En concreto, llegó a superar los 1.870 dólares.
El entorno actual puede servirnos de base para identificar señales que puedan definir una tendencia. Dicho activo dio una fuerte señal el año pasado cuando los bancos centrales comenzaron a flexibilizar la política monetaria. Y, recientemente, demostró algo de su atractivo como cobertura contra los riesgos geopolíticos, durante el estallido de conflictos en el Oriente Medio.
En definitiva, son escenarios que plantearían claras señales para decantarnos por unos movimientos u otros. En función a ellos podemos tratar de anticiparnos y tomar las medidas adecuadas para hacer la configuración de nuestra cartera.
Los riesgos geopolíticos están bien anunciados, pero podrían generar turbulencias en cualquier momento. Los mercados financieros modernos son altamente eficientes gracias a la tecnología, que permite dar con soluciones más rápidas en un abrir y cerrar de ojos.
Sin embargo, en muchos lugares la liquidez se ha retirado a través de acciones regulatorias. El último ejemplo es el mercado interbancario de Estados Unidos, donde la Fed (norteamericano Sistema de la Reserva Federal) tuvo que inyectar grandes cantidades de dinero. Los bloqueos repentinos y otros movimientos intrínsecos en los precios de los activos son un riesgo importante para los inversores a nivel mundial. Son señales que pueden indicar el calentamiento de determinadas áreas para los próximos años.