Opinión Eugenio Mallol

Un ‘elevator pitch’ para ir a la luna

La conquista del satélite requerirá unas dosis descomunales de innovación y llevará aparejada la construcción de toda una nueva economía lunar, hay que pensar en el espacio.

Piensa en la luna. Las carabelas de la Agencia Espacial Europea (ESA) partieron en febrero, con la puesta en marcha operativa de su programa Moonlight que llevará internet y un sistema de navegación similar al GPS a nuestro satélite. 

La DARPA norteamericana, habitualmente ligada al ámbito militar, se pasa en esto al lado civil y ha lanzado el estudio de Arquitectura Lunar de 10 años (LunA-10). El objetivo consiste en crear, de la mano de la NASA, una infraestructura interoperable donde mantener una presencia robótica y humana continua, con el fin de desarrollar una economía lunar sólida.

El español Javier Ventura Traveset, director del proyecto Moonlight, me traslada su convencimiento de que, en efecto, habrá personas viviendo en nuestro satélite ya en la próxima década. Para ello hay que movilizar un volumen de innovación probablemente desconocido en la historia. 

Entre las seis áreas de estudio que maneja la DARPA, hay algunas estratosféricas como la creación de “grandes obleas de silicio para microsistemas en la luna” o la “biofabricación para acelerar la construcción lunar”.

No obstante, hay que empezar por la Tierra. El 58% de los aproximadamente 240.000 millones de dólares invertidos, durante los últimos 14 años, en empresas relacionadas con las primeras etapas de exploración del espacio, se ha destinado a la fase de lanzamiento, pese a que sólo representa el 1,5% de los ingresos del sector. 

En España tenemos la fortuna de contar con PLD Space, que ha logrado captar 85 millones. La consultora McKinsey, que cifra el negocio espacial dentro de una década en 1,8 billones de dólares (que serán probablemente 2,3 billones, según admite), prevé una etapa inicial de escasez de oferta para el lanzamiento a la que seguirá otra de previsible saturación. 

Podría coincidir con la entrada en funcionamiento de la gran amenaza de SpaceX, la madre de todos los cohetes: el Starship, con capacidad para llevar al espacio 100 toneladas de carga. Si lograra una cadencia de tres lanzamientos a la semana sería capaz de poner en órbita más masa en un año que la que la humanidad ha lanzado en toda la historia. Y el plan es que despegue uno al día.

De modo que sí, quizás habría que poner más en primera línea en España la cuestión del espacio, un ámbito tecnológico que se nos ha dado tradicionalmente muy bien, pero en el que nos ha faltado siempre un punto de ambición. Y con especial atención ahora a la luna. Además del Perte espacial, nuestro país firmó en mayo del año pasado su adhesión al programa Artemis, lo que indica que queremos estar en la exploración lunar.

Hay trabajo por delante. La industria espacial europea se tiene que hacer cargo del módulo de servicio de todas las naves ORION de ese programa Artemis para permitir el transporte de ida y vuelta a la órbita lunar de los astronautas. En la construcción de la futura estación espacial Gateway, los módulos presurizados I-HAB, el hábitat principal de las personas que visiten la estación lunar, tendrá sello europeo.

Al igual que el ESPRIT (European System Providing Refueling, Infrastructure and Telecommunications) que proporcionará las comunicaciones con la Tierra, capacidad de para repostar y una ventana similar al observatorio Cúpula de fabricación europea en la Estación Espacial Internacional. En la Agenda 2040 de la ESA, obviamente se incluye el campo de la exploración lunar.

Estados Unidos y China están inmersos en una carrera por la exploración lunar acelerada y, en cuestión de meses, hemos visto a la India y Japón alunizar con éxito. La consultora de referencia en esto del espacio, Northern Sky Research, había contabilizado a finales de 2023 más de 400 misiones privadas o institucionales previstas con destino a la órbita o la superficie lunar en los próximos 10 años, con una inversión conjunta de 135.000 millones de euros.

Pero si el objetivo de la ESA es crear una próspera industria comercial privada de lanzamientos espaciales en Europa, la política de financiación debe ser lo suficientemente sólida. A mediados de la pasada década, la NASA aportó 821 millones de dólares a SpaceX y Orbital, para posicionarlas en la vanguardia de la innovación. 

La inversión privada total en el sector espacial europeo es todavía seis veces inferior a la del norteamericano. El presupuesto de la ESA en 2022 fue de 7.150 millones de euros, frente a los 22.860 millones de la NASA. El hecho de que cada decisión presupuestaria debe ser aprobada por un consejo ministerial de 22 países dificulta que la ESA ponga suficiente dinero sobre la mesa.

Además de servicios avanzados de comunicación y navegación, hay otras tecnologías que van a ser esenciales para el establecimiento permanente de seres humanos en la superficie lunar. Por ejemplo, sistemas eficaces de generación y distribución de energía; utilización eficaz de los recursos lunares para construcciones y protección contra la radiación; la explotación de las reservas de agua helada; o sistemas eficaces de soporte vital que den estabilidad térmica, oxígeno y fuentes de alimentos sostenibles para la habitabilidad lunar.

Una llamada a los innovadores que implicará a muchas industrias. Suele decir el presidente de PLD Space, Ezequiel Sánchez, que la explosión de la economía espacial va a transformar a muchos sectores como lo hizo en su día internet. Más vale que tengas listo un elevator pitch para ir a la luna.