Opinión Javier Ortega Figueiral

Un portaaviones en el Bidasoa

San Sebastián-Hondarribia: el aeropuerto boutique del País Vasco va por buen camino.

Es como un portaaeronaves. Parece atracado en las aguas de la desembocadura del rio Bidasoa. Una pista de vuelo pegada a Hendaya, Irún y la población que le da nombre: Hondarribia, una preciosa población marítima tan cercana a la terminal que se puede llegar paseando al centro tras desembarcar del avión.

Hoy les quiero hablar del aeropuerto de San Sebastián/Donostia por los buenos resultados que ha obtenido en 2023. También porque merece la pena dar a conocer que la capital de Guipúzcoa tiene un aeropuerto boutique y porque he volado a este lugar encantador esta misma semana. Ha sido para conocer el tercer The Social Hub abierto en España: el hotel que no es un hotel… pero sí lo es, aunque les contaré sobre el sentido de este juego de palabras dentro de unos días en Forbes Travel.

Casi medio millón

Hasta hace poco, Hondarribia, aeropuerto que sirve al hinterland de San Sebastián, era muy limitado en destinos. Las compañías que operaban allí se ceñían a dos apuestas seguras: Madrid y Barcelona. Sin embargo, el año pasado tuvo vuelos regulares directos con Gran Canaria, Palma, Sevilla, Valencia, Málaga, Menorca y Londres, además de mantener enlaces con las dos principales ciudades españolas.

Este incremento de destinos ha conseguido que la instalación cerrase 2023 con más de 482.000 pasajeros, de los que la mayoría volaron por Iberia en la ruta de Barajas y con Vueling a El Prat, aunque más de 80.000 viajaron con Volotea, por encima de 20.000 con Binter (una aerolínea boutique para un aeropuerto que también puede considerarse así) y cerca de 5.000 fueron pasajeros de BA CityFlyer, la subsidiaria de British Airways que vuela al aeropuerto de Londres City. De nuevo, el estilo boutique, que en este caso se parece aún más a Hondarribia por el hecho de ser una instalación aeronáutica totalmente integrada en su entorno, al este de la capital de Reino Unido.

Precisamente a partir de mayo, este aeropuerto, una de las 46 instalaciones que gestiona Aena en España, ganará un nuevo destino en Reino Unido: Edimburgo, Escocia. Allí también se llegará con los aviones de BA CityFlyer: reactores Embraer 190, aparatos de construcción brasileña muy parecidos a los que Binter utiliza para sus líneas no interinsulares.

Una organización empujando

Una de las claves de seguir ganando pasajeros, destinos y nuevas aerolíneas es la implicación del territorio en el desarrollo de la actividad del aeropuerto. Se hace a través de una sociedad promotora coordinada con el gestor de la instalación, a modo de win-win mutuo. En este caso, la organización se llama Ortzibia y está constituida por el Gobierno Vasco, la Diputación Foral de Guipúzcoa, los ayuntamientos San Sebastián, Irún, Hondarribia y Cámara de Guipúzcoa.

Si quería crecer, el aeropuerto necesitaba acciones para resultar más atractivo a los operadores, pues desde 2012 a 2016 la cifra de usuarios de la terminal se había quedado clavada alrededor de los 250.000 y repuntó algo los años siguientes, hasta los 300.000 viajeros de 2019, que se celebraron como tendencia positiva sin imaginar que al año siguiente la pandemia global iba a bajar las cifras hasta 80.000 en el global de ese ejercicio.

De récord

La pandemia ya queda muy atrás si nos atenemos al casi medio millón del año pasado, una cifra en la que también han participado los vuelos corporativos, cada vez más frecuentes en la plataforma de aeronaves de Hondarribia. Quizá son pocos viajeros en cantidad, aunque el perfil que llega a la ciudad en jets privados es muy interesante para un San Sebastián sofisticado que recibe con gusto a quienes saben perfectamente a lo que van a esta parte de Euskadi.

En el caso de la aviación de negocios o corporativa, destacan las muchas operaciones de NetJets, la compañía de Berkshire Hataway, el holding de Warren Buffet, la cuarta fortuna de Estados Unidos, de acuerdo con lista Forbes de ese país. Netjets gestiona la friolera de 900 jets privados, de los que varios han aterrizado en Hondarribia a lo largo de 2023. Lo han hecho desde lugares tan variados como Estocolmo, Olbia, Gibraltar o Paris. El cómputo total fue exactamente de 231 viajeros, la mayor parte de las ocasiones con entre dos y cuatro ocupantes por avión.  También han aterrizado en Hondarribia algunos aparatos de vistaJet. Unos para estancias de un solo día, jornadas de negocio o puramente gastronómicas. En este caso, el avión aterriza casi a mediodía y vuelve a despegar a última hora de la tarde. En otras ocasiones, el aparato deja a los pasajeros en San Sebastián y regresa a recogerlos al cabo de unos días. El número de viajeros en el caso de la compañía de jets de Thomas Flohr, subió a 94 viajeros, mientras que la compañía española Gestair también ha protagonizado varios vuelos corporativos el año pasado con vuelos tan variados como un Tel Aviv – San Sebastián o un Jerez – Donostia. Los usuarios de vuelos vip de la firma con sede en Madrid sumaron 77.

Y un recuerdo

Están leyendo a un aerotrastornado, alguien a quien ciertos momentos en aviones y aeropuertos han forjado una pasión por este sector. Una industria que sabe que es perfectamente que es un negocio, aunque también es historia, tecnología, especialización y en cierta manera magia, pues por mucho que sepa las razones por las que un avión despega, me parece un milagro cotidiano.

Fue precisamente un despegue en el aeropuerto de Hondarribia el responsable incrementar mi interés por los aeropuertos y lo que se mueve en ellos. Fue en 1980 tras un viaje en familia por el país vasco. El tiempo que diluye las cosas y la edad, (por entonces tenía ocho años) hace que solo tenga algunos recuerdos mezclados de aquello. Sin embargo, tengo perfectamente en mente aquel despegue rumbo a Barcelona a bordo de un Fokker F27 de la desaparecida Aviaco. Desde sus enormes ventanas recuerdo con claridad la presencia de dos traineras navegando por el Bidasoa. Fue fascinante despegar de un lugar así y sobrevolar pesqueros fondeados durante los primeros segundos del ascenso. Fue algo que nunca olvidé.

Por eso, cada vez que vuelo a este aeropuerto solo tengo ojos para mirar por la ventana y volver a ver la maravillosa aproximación a la pista 22 que deja a la izquierda la costa de San Juan de Luz, el parque natural del Domaine d’Abbadia y Hendaya, que se sobrevuela bajito a pocos segundos del aterrizaje.

Hasta 1992, cuando se firmó un acuerdo bilateral entre España y Francia, la actividad del aeropuerto estaba muy limitada, pues la operación de reactores estaba prohibida por la parte francesa. El nuevo documento permitió la llegada de unos jets determinados que eran considerados menos ruidosos: los BAe 146 y los MD88. Los aviones actuales ya mejoran con creces aquellos parámetros y por eso Iberia, Vueling y Volotea operan a San Sebastián con el modelo Airbus A319 e incluso mayores, que en el caso de Vueling es el A320 neo. Por su parte, BA CityFlyer aterriza allí con aparatos Embraer 190 y 195 respectivamente.

La apertura a la aviación a reacción supuso un momento histórico para una instalación inaugurada en 1955. El récord del año pasado, también. Es un éxito para la ciudad, para Ortzibia y para la instalación que dirige José Manuel Sánchez-Losada, cuya empresa ha incluido a  San Sebastián en el grupo de aeropuertos donde las compañías aéreas podrán recibir incentivos con el reembolso del 100% de la tarifa de pasajeros si los números de la ruta crecen en comparación con la temporada anterior.

Los actuales son buenos tiempos para el portaaviones del Bidasoa, una instalación pequeña y encantadora como el territorio al que sirve. Un aeropuerto fácil para los viajeros, donde volar es un placer… y también es contárselo. Lo merece. No todo va a ser hablar del clásico ‘top 4’: Madrid, Barcelona, Palma y Málaga.

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