Qué demonios sucederá ahí dentro. Es la pregunta clave en dos sectores, el automóvil y la aviación, inmersos en un proceso de transformación sensacional de la experiencia del usuario. En la respuesta a ese interrogante, que aún no está clara, se verán implicadas una enorme variedad de industrias: satélites, proveedores de cloud, fabricantes de microelectrónica, pero también retail, banca y, por supuesto, el mundo del entretenimiento.

Un directivo acostumbrado a mojarse, el presidente y CEO de Qualcomm, Cristiano Amon, proclamaba en la última IAA de Múnich que “las compañías del automóvil se están convirtiendo en empresas tecnológicas”. Sí, el coche se está redefiniendo como un nuevo espacio vital y eso, desde mediados de la década de 2000, es sinónimo de plataforma informática.

“Bienvenidos a la era del vehículo definido por software”, añadía Amon, con nuevos niveles de inteligencia, conectividad permanente a la nube y experiencias personalizadas, un hub de servicios digitales que requerirá toda una nueva variedad de componentes ad hoc. “Necesitaremos todos los demás chips, no sólo los de alta computación”, decía Ola Källenius, CEO de Mercedes-Benz AG. Debe ser una propuesta holística; lo digital, coherente con los cambios en propulsión y sostenibilidad. ¡A innovar!

Qualcomm lleva más de una década diseñando la nueva cabina digital junto a BMW. Lo llaman digital chassis y trabajan en ello 1.500 personas en todo el mundo. La idea es que los consumidores puedan llevar su experiencia a diferentes coches y se sientan cómodos en espacios con ocho pantallas, gráficos y audio avanzado. La cabina se integrará también como parte de la asistencia a la conducción. Mercedes Benz está avanzando bastante con la inteligencia artificial generativa, que actuará como nuestra interface con la máquina.

Y claro, el sector anda en busca de modelos nuevos de negocio para estos dispositivos con ruedas que podrán reconocer oportunidades para prestar un servicio y tendrán pagos integrados, como el móvil. Prestaciones adaptadas al vehículo, el tipo de contrato y el usuario, porque se da por hecho que éstos querrán pasar más tiempo dentro del coche. Cómo retenerlo durante la espera en una estación de carga, cómo sacar más partido a las alertas.

¿Un nuevo big bang de la economía aplicaciones como el que se produjo tras el lanzamiento del iPhone? El futuro resulta todavía confuso, eso quedarse dentro del coche habrá que verlo. El verdadero caramelo: las compañías automovilísticas, con perdón, podrán monetizar la tecnología que desarrollen a lo largo toda de la vida del coche, no sólo hasta el concesionario como ahora.

Incertidumbres similares sacuden en nuestros días al mundo de la aviación. Delta Sync, de Delta Airlines, acaba de recibir un premio APEX 2024 por «llevar la sala de estar al aire” y los mapas interactivos de FlightPath3D y Southwest han sido galardonados como el mejor entretenimiento a bordo.

Hay mucho por hacer, no obstante. El sector se plantea ofrecer una experiencia de entretenimiento integral durante todo el viaje del pasajero. “¿Deberíamos poder ver Barbie de puerta a puerta?”, se preguntaba Kate Groth, de West Entertainment, en la reciente APEX/IFSA EXPO. Pero Delta tarda diez días en cargar en sus 800 aviones los contenidos nuevos que cada mes se ven en sus pantallas. Es como vivir todavía en 1998.

Hace falta un cambio en la forma en que se manejan los metadatos en el avión. El sector está descubriendo las enormes opciones que abre la economía de plataformas y la mala conectividad no puede ser el problema para explotarlas. Delta y Starbucks decidieron vincular sus programas de fidelización. Aspiraban a un millón de integraciones en un año y alcanzaron esa cifra en apenas 16 días.

Una de las claves puede estar en la convergencia de los servicios satelitales de órbita terrestre baja (LEO) y media (MEO) y de órbita geoestacionaria (GEO) con la conectividad terrestre. Starlink, de SpaceX, es partidaria de replicar en la cabina del avión la experiencia que tenemos usando wifi con nuestros móviles. Para John Wade, de Panasonic Avionics, la posibilidad que abren compañías como la de Elon Musk, OneWeb o Telesat, “será lo más transformador en los próximos cinco a siete años”.

Otros aspectos a definir en el futuro tienen que ver con las dificultades para integrar en un solo portal o en una GUI (graphical user interface) una experiencia en la que intervienen tanta variedad de actores: desde aerolíneas a aeropuertos y proveedores de contenido OTT (over the top). No es tan sencillo unificar la oferta y los servicios en esa selva.

SAS celebra los pasos que va dando en esa dirección, como la posibilidad de realizar reservas de un proveedor de automóviles sin salir de su página web, lo que les da acceso a nuevos datos valiosos de los pasajeros. Pero el problema va más allá de eso. Mark Cheyney, de IAG, no recomienda la tarea de crear un portal para todas las aerolíneas y los proveedores de su propio grupo “a los débiles de corazón”.

El cambio en el interior del coche y el avión no se limitará al entretenimiento. Akira Mitsumasu de SAUDIA advierte de que cuando se ofrecen artículos sostenibles a un pasajero en la cabina del avión, como un embalaje de cartón reciclado, suelen percibirlos como de menor calidad. No sólo hay que estimular el placer de los sentidos, sino también “los placeres de la mente” dice. Ya hemos dicho que la siguiente fase en la transición energética y sostenible consiste en innovar para cambiar el comportamiento de la gente.

En efecto, se van a mover muchas cosas ahí dentro, en las cabinas de los coches y los aviones. Quien siga diseñando sus servicios y componentes pensando en lo que ha sido hasta ahora probablemente se quede para servicio de reparaciones de un museo de antigüedades. Busca tu plataforma.