Opinión Eugenio Mallol

Llamada a filas masiva a los dispositivos autónomos

La innovación en dispositivos y vehículos autónomos, especialmente los aéreos, se acelera por la tracción de los ámbitos civil y militar, que proyectan crecimientos muy significativos.
Foto: laboratorio de Toyota

Se ha abierto el debate para armonizar los intereses de los espacios de aviación tripulados y los no tripulados en un cielo cada vez más concurrido. La Administración Federal de Aviación (FAA) estima que el número de drones no comerciales, recreativos y de aficionados alcanzará los 1,48 millones en 2024, sólo en Estados Unidos. Por eso, se trabaja en una normativa de identificación remota, dirigida a aumentar la seguridad.

Los drones se utilizan también en el ámbito empresarial y en el de la Administración, como herramientas industriales y de apoyo a la seguridad pública. En la reciente Cumbre del Espacio Aéreo Avanzado se ha hablado de cómo mejorar su aceptación pública, incluidos los vehículos eVTOL (Electric Vertical Take-Off and Landing), en especial de cuándo podemos esperar que comiencen los servicios de taxi aéreo.

El sector aéreo civil será, por tanto, uno de los impulsores de la fuerte dinamización de la industria de fabricantes de vehículos autónomos que se avecina. Otro será el de Defensa, en guardia tras el trágico fin de semana en Israel y varios años ya en alerta por lo que pueda suceder en el sudeste asiático.

La gran novedad reciente ha sido el anuncio de la iniciativa Replicator por parte de la subsecretaria de Defensa de EEUU, Kathleen Hicks. La idea es integrar miles de sistemas autónomos y no tripulados en el Ejército norteamericano de forma inmediata, en apenas 18 a 24 meses.

Hay que superar el valle de la muerte en la producción, dice Hicks, y acelerar el escalamiento de los llamados sistemas autónomos atribuibles en todos los dominios (ADA2). EEUU cree que China ha pasado los últimos 20 años construyendo un ejército moderno cuidadosamente diseñado para mitigar las ventajas operativas de las que ha disfrutado el norteamericano durante décadas.

Desde pequeños aviones no tripulados hasta buques de guerra de gran capacidad, el Gobierno de Xi Jinping construye a un ritmo que no sólo deja atrás a EEUU, sino que lo está poniendo en una desventaja grave. Una inversión en masa, más barcos, misiles, fuerzas, que se pretende doblegar con innovación. “Nuestro ADA2 para frustrar su A2AD (sistemas anti-acceso y de denegación de área)”, ha afirmado Hicks.

“Si queremos tener alguna posibilidad de éxito con nuestra política de disuasión –evitar una situación en la que nos veamos obligados a decidir si defendemos o no la democracia en el Mar de China Meridional– debemos actuar más rápido con la integración de tecnologías avanzadas y la reconstrucción de nuestra capacidad de fabricación industrial”, acaba de decir Michael Robbins, de la Asociación Internacional de Sistemas de Vehículos Sin Tripulación (AUVSI).

En plena carrera por desplegar nuevas capacidades industriales en vehículos y sistemas físicos autónomos, una oportunidad única para los innovadores, con el frente civil y el militar tirando con fuerza, se acaba de presentar un avance tecnológico que puede revolucionarlo todo. El Toyota Research Institute (TRI) ha conseguido probar un singular enfoque de inteligencia artificial (IA) generativa para enseñar a los robots nuevas habilidades de forma rápida y segura.

Esta innovación se basa en una tecnología denominada “política de difusión” desarrollada en sus laboratorios. Mejora sustancialmente la utilidad de los robots porque permite concebir la construcción de modelos extensos de comportamiento (Large Behavior Model), análogos a los modelos extensos de lenguaje (Large Language Model) que recientemente han revolucionado la IA conversacional.

Los desarrolladores de robótica necesitaban pasar muchas horas escribiendo código sofisticado y utilizando numerosos ciclos de prueba y error para programar comportamientos. Pero, como sucede con ChatGPT o Bard, el modelo diseñado por TRI ya ha enseñado a los robots más de 60 habilidades difíciles utilizando el nuevo enfoque, sin escribir una sola línea de código nuevo.

El único cambio en el proceso de aprendizaje ha consistido proporcionar nuevos datos al robot. Ahora son capaces de verter líquidos, usar herramientas y manipular objetos deformables. El instituto de Toyota está convencido de que podrá enseñar cientos de nuevas habilidades antes de que acabe este año y que alcanzará las 1.000 a lo largo de 2024.

Lo que resulta más llamativo del LBM es la velocidad y la fiabilidad con la que se pueden agregar nuevas habilidades a partir de imágenes de cámaras y sensores táctiles, utilizando solo representaciones aprendidas. «Hace un año, no habría predicho que estuviéramos cerca de este nivel de destreza diversa», ha dicho Russ Tedrake, vicepresidente de Investigación en Robótica del TRI y profesor en el MIT.

A la directora de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) de EEUU, Stefanie Tompkins, se le pidió recientemente que identificara las tecnologías en las que trabajan sus directores de programa. Señaló inmediatamente el objetivo: la mejora de las cadenas de suministro. “Hacer lo que se necesita, donde se necesita, para liberarse de algunas de las importantes cargas logísticas actuales”, dijo. El LBM contribuirá a ello, sin duda.

Muchas empresas españolas pueden responder a esta llamada a la innovación que no sólo proviene del sector militar, sino también y muy intensamente, del civil, aunque lo más probable es que acaben influyéndose mutuamente. Hemos entrado en un nuevo ciclo de cooperación con las máquinas, ya advertí de que la carrera tecnológica por el envío de paquetes con drones podía considerarse el primer gran prodigio digital de la década. Quizás se acerca una de las grandes locomotoras de cambio tecnológico que esperábamos.