Los ciudadanos de a pie ya hemos cumplido con nuestro derecho democrático de elegir a nuestros representantes en el Parlamento, ahora son estos los que se tienen que poner de acuerdo para elegir un Presidente que forme un Gobierno que se tendrá que enfrentar a grandes retos. Cuando la sociedad está más dividida en bloques que nunca en la historia reciente, cuando la discusión es más férrea y agresiva, cuando incluso el término “guerracivilismo” se emplea con cierta alegría (entiéndase el juego de palabras, por favor) creo que es el momento de la responsabilidad y la altura de miras.
Normalmente los ciudadanos nos limitamos a esperar, a comentar e incluso a criticar las decisiones y actuaciones que no nos gustan. En ocasiones se producen movilizaciones en forma de manifestación, concentración o similares cuando sentimos que nuestros derechos están en peligro. Yo me voy a permitir -en esta ocasión- anticiparme al pataleo y manifestar una serie de peticiones que, desde esta humilde columna, reclamo a quienes nos gobiernen.
Yo les pido que mantengan una estricta separación de poderes. Es uno de los pilares de la democracia y no debe debilitarse sino reforzarse. La discusión diaria está cargada de menciones a jueces conservadores o jueces progresistas. Me resulta curioso, pues no conozco otra profesión en la que se realice esta categorización. ¿Acaso hablamos de futbolistas conservadores? ¿Y de médicos progresistas? Creo que la etiqueta ideológica deberíamos intentar borrarla, y mucho más deberíamos intentar dejar de tintar a las instituciones judiciales con un color o el otro dependiendo de quién gobierne. No lo olvidemos, es quizás el pilar fundamental de cualquier democracia. Aunque utópico, yo lo pido.
Yo les pido estabilidad jurídica. Para cualquier participante en la sociedad es necesario que el marco legislativo sea conocido y estable. Yo no puedo comprarme un coche diésel si no sé hasta cuándo lo voy a poder usar. Yo no puedo establecer unas necesidades de ahorro a largo plazo si la presión fiscal y las pensiones varían constantemente. Es complejo tomar decisiones de inversión, a todos los niveles, desde el ciudadano a los grandes inversores (llamados por algunos fondos buitres) si no se conocen las reglas de juego, o si éstas pueden cambiar mientras el partido aún está en juego. Posible e imprescindible, yo lo pido.
Yo les pido leyes para todos, consensuadas. Sé la dificultad de alcanzar acuerdos y consensos, pero estos son necesarios para la estabilidad del Estado en todos los sentidos. Fíjense hasta donde llega mi propuesta, que yo incrementaría la necesidad de mayorías reforzadas para aprobar o cambiar las leyes en determinados ámbitos. Una de las leyes más estables, con lo que esto supone de beneficio, es la Constitución. No me pregunten por qué… Creo que si las mayorías reforzadas, por irresponsabilidad, nos condujeran al inmovilismo, tendríamos que establecer un mecanismo para inhabilitar a los representantes parlamentarios que, tras un cierto tiempo, no logren acuerdos. Yo, como ciudadano, lo pido.
Yo les pido que mantengamos el progreso social. Que facilitemos la convivencia de todos. Que permitamos a la gente ser como son y disfrutar en igualdad de condiciones. Dudo que ningún partido político no comprenda los grandes avances en igualdad y lo que esto ha supuesto para España. Aunque voy a exagerar mi ejemplo para que no pueda tener una interpretación política, recuerden que en 1910 -ahí al lado- las mujeres no podían acceder a estudios superiores. Todo lo que hemos avanzado… No parece complicado, yo lo pido.
Yo les pido que dediquen tiempo y recursos a intentar buscar soluciones consensuadas a tres problemas fundamentales: educación competitiva, vivienda accesible y pensiones sostenibles. La educación es el motor del país. La vivienda accesible es un gran problema en la actualidad, pero algo que se afrontó en el pasado con cierto éxito. Las pensiones son una garantía necesaria, pero los parches y las “patadas para adelante” no son más que una hipoteca para los jóvenes. Seamos serios, creativos y ambiciosos, porque el ciudadano -especialmente el más joven- no debe convivir con la espada de Damocles de una educación inservible, una vivienda inaccesible o una pensión insostenible. Pensar no es costoso, hablar y entenderse tampoco debería serlo. Yo lo pido.
Por último, yo les pido un cambio de actitud. Seamos creativos, conciliadores, busquemos la unión y no la ruptura, intentemos crear sentimiento y orgullo de país, tengamos un proyecto. Durante muchos años se nos consideró un ejemplo de transición de una dictadura a una democracia. Busquemos ser ahora ejemplo de progreso y convivencia. Yo lo pido.