Al finalizar el verano se habla de las vacaciones. Las mías: Sabina, comidas con amigos, largas charlas en la playa, bailar en la fiesta los sábados, puestas de sol, alguna churrascada, disfrutar con mis hijos en casa, libros, el Tour… Cosas del verano.
Pero al acabar este verano podría escribir sobre el sistema que nos alertó de la DANA: a mi me pilló conduciendo. Y tiene su gracia, porque te preguntas: debo tocar el móvil y apagar el molesto pitido, o debo intentar mantener la concentración en la carretera a pesar del aviso (ya conocía lo que decía el mensaje, pues a otros les llegó primero y circuló rápidamente en los grupos de WhatsApp). Afortunadamente me pilló conduciendo por la ciudad y lo pude desactivar en el primer semáforo sin exponerme a ser multado. Pero digo yo: ¿Cuál es la reacción correcta si te encuentras en la carretera? ¿Consultas la alerta urgente mientras conduces, no la consultas, te echas a un lado? En fin, un sistema muy interesante para informar a la población de situaciones de emergencia. No da para más.
Este Septiembre quizás debiera escribir sobre la Copa del Mundo de Fútbol femenina ganada por España, sobre las elecciones generales, el golpe de estado en Níger o la muerte de Prigozhin. Por supuesto, podría escribir sobre Rubiales, pero no creo que se merezca que se derrame una gota de tinta más.
Me parece más relevante recordar lo que pasó aquel Septiembre del año 98, hace hoy 25 años. El año que cambió el mundo tal y cómo lo conocíamos, o al menos algo cambió. Ese año Francia ganó la Copa del Mundo de fútbol masculina, yo acabé la mili, se conoció el escándalo Lewinski y Titanic ganó once estatuillas.
El 27 de Septiembre de ese año, Google lanzó su motor de búsqueda. Y desde ese momento nada ha vuelto a ser como era. En un principio podría no parecer tan novedoso como finalmente resultó. Ya existían otros motores de búsqueda como Yahoo o AOL, por lo que era uno más a pelear por la tarta del direccionado del tráfico en la web. La novedad radicaba en su forma de priorizar la presentación de los resultados: cuantos más accesos tenía una página, más arriba aparecía en la pantalla. Y cuanto más arriba aparecías, más clicks, más visitas, más tráfico, más dinero… Probablemente no era ni el más preciso ni el más rápido entre los buscadores, pero tenía una lógica detrás que le permitiría desarrollarse de forma rápida y muy rentable.
La aparición del buscador de Google transformó por completo el mundo de la publicidad. Las empresas querían mejorar su posicionamiento en los buscadores, ser fácilmente encontradas, y hallaron en Google la forma de hacerlo. Google permitió pujar por palabras que sirvieran para mejorar el posicionamiento de una búsqueda, y resumiéndolo mucho, esa inversión en keywords se convirtió en el oro de la publicidad online.
Actualmente la inversión en publicidad online supera el 50% del total de la inversión publicitaria. Y Google es el tremendo dominador de la tarta online. Fíjense cómo habrá sido la revolución que ha supuesto el motor de búsqueda para la publicidad que los dos principales conceptos que se estudian en marketing online incluyen el concepto de motor de búsqueda en su denominación: SEM (search engine marketing) y SEO (search engine optimization). Curioso, ¿no?
Alphabet, la matriz de Google, tiene hoy una capitalización en el mercado de 1,7 billones de dólares (trillones si usamos traducción del inglés, 1,7*1012 para evitar confusiones). Cierto que Alphabet ha evolucionado muchísimo desde ese primer motor de búsqueda, pero no olvidemos que esos 1,7 billones nacen ahí. Hoy, el motor de búsqueda de Google tiene una cuota de mercado superior al 90%. Una gran idea. Un gran negocio.
Algunos visionarios nos han intentado convencer de que el modelo se acaba con la llegada de las Inteligencias Artificiales. Que el motor de búsqueda es un concepto caduco y que pronto adoptaremos una nueva forma de relación con la web. Que Microsoft ha sido más audaz al hacerse con ChatGPT, y con el lanzamiento de las primeras versiones de esta Inteligencia Artificial (IA) vaticinan un lento final para Google.
Estos expertos sugieren una nueva forma de navegación que, en vez de un listado de páginas, nos ofrezca una respuesta completa basada en lo que la IA componga con la información disponible en las distintas webs, tal cual funciona hoy en día ChatGPT en sus primeras versiones.
Pero Google no está muerta, ha reaccionado lanzando su propia IA llamada Bard que, desde mi perspectiva de simple aficionado, ofrece una experiencia de usuario algo más cuidada que ChatGPT. Es evidente que Google estaba preparada, aunque por la razón que fuera no nos lo había querido anticipar. Los resultados que hemos visto en las primeras interacciones con las IAs nos han dejado a todos boquiabiertos, y parece haber consenso en que su desarrollo marcará el futuro. Aún está por ver cómo será este futuro y quién será el ganador. Microsoft y Google han presentado sus candidaturas.
Quizás haya sido pretencioso marcar el lanzamiento del motor de búsqueda de Google como el hito que cambió el mundo, pero estoy convencido de que estos 25 años habrían sido muy diferentes sin Google. Y también lo estoy de que de no haber existido algo parecido a Google el éxito de Internet y la transición al online habría sido mucho más lenta. Qué pasará ahora en la época de la IA lo veremos en los próximos años, pero les recomiendo no perder de vista a Google.