Opinión Eugenio Mallol

Por qué sufres, banca, en plena revolución digital

Mientras la banca no entre de lleno en el negocio de financiar la revolución digital, el pez más atractivo sigue llevándoselo quien sí ha aprendido a pescar.
Los neobancos y el nuevo impulso de la confianza financiera
Foto: Unsplash.

Se ha convertido en topic habitual en los grandes eventos del sector de salud analizar lo que se conoce como “intoxicación financiera” de los nuevos fármacos y tratamientos. Ya no se trata de calibrar su posible incidencia sobre órganos vitales o el riesgo de combinación con otros medicamentos, sino su impacto sobre la sostenibilidad económica del conjunto del sistema de salud.

Aunque suene duro, se debate cómo encontrar el equilibrio: financiar un fármaco o tratamiento puede significar detraer recursos de otros ámbitos y eso, en tiempos de escasez, debe tomarse en consideración. Algo similar sucede también en el ámbito de las tecnologías digitales aplicadas a la industria.

En el último IoT (internet de las cosas) Solutions World Congress de Barcelona, se hablaba mucho de la financiación como uno de los factores que más relevancia había cobrado a la hora de implantar el internet de las cosas en las empresas. Ya no basta con convencer al tecnólogo, sino que son sobre todo el director financiero y la banca quienes deben entender la utilidad de un proyecto de transformación digital para que salga adelante.

Los propios proveedores de IoT han decidido implicarse en la tarea y, en el caso de las grandes corporaciones, el mensaje es claro: “elígeme, quién mejor que yo para convencer a tu CFO y al banco”. Siempre el dinero en el punto de mira, obvio.

Se diría que la crisis que atraviesa la banca es, por eso, un contrasentido en plena revolución tecnológica y digital. Dispone de herramientas mucho más eficientes para llevar a cabo su tarea y atender al cliente 24/7 y, sobre todo, tiene ante sí un océano azul de empresas que necesitan financiación para dar el salto de la economía analógica a la digital. Por tanto, ¿qué es lo que falla?

Los departamentos de crédito de los bancos “generalmente no pueden evaluar los valores y riesgos potenciales de un proyecto digital”. Es palpable una “falta de conocimiento y experiencia en los bancos” que pone a los proyectos digitales “en desventaja en comparación con otros tipos de proyectos”. Algo “particularmente cierto para los nativos digitales, que a menudo tienen proyectos exclusivamente digitales, pero no tienen garantías ni antecedentes”. Todas estas frases llevan la firma del Banco Europeo de Inversión (BEI).

Los expertos del sector llevan tiempo advirtiéndolo. El director general de Lanzadera, Javier Jiménez, me decía que España es un país que se ha financiado históricamente a través de la banca convencional y, de hecho, “en torno al 80% de la financiación se hace así todavía”. Poco a poco aparecen fondos de inversión, business angels, family office, se profesionalizan y, además de invertir en inmobiliario, empiezan a diversificar la cartera y entrar en startup.

Podría servir como analogía lo que ocurrió con el sector inmobiliario durante los años ebrios de liquidez de la década del 2000. Una figura clave asumía todo el riesgo de la valoración de los activos: las tasadoras (nadie ha exigido responsabilidad a las tasadoras, verdadero paño de lana que blanqueó las operaciones de crédito… y demás). Pero los departamentos de riesgo, los profesionales de la banca, no cuentan con ‘tasadoras’ para la revolución digital.

“Teniendo en cuenta las capacidades limitadas de los bancos, existe una oportunidad para que las nuevas empresas de tecnología financiera y los proveedores de financiación alternativos intervengan y demuestren que pueden apoyar la digitalización de manera efectiva”, afirma el BEI. Pero ¿está realmente dispuesta la banca ‘tradicional’ a renunciar a esta oportunidad de negocio por no aprender a reconocer una buena inversión en tecnología?

Al tener que recurrir a vías alternativas de financiación, muchos emprendedores tienden a sobreactuar en determinados ámbitos que no necesariamente implican rentabilidad ni fortaleza tecnológica. Eso explicaría que el emprendimiento en España ponga un foco muy fuerte en propuestas consumer facing (orientada al consumidor), como me decía el investor platform manager para EMEA de Techstars, Eduard Steimle.

Sin una tecnología fuerte detrás, exhibiendo altos niveles de facturación sin apenas beneficio, sobreinvirtiendo en marketing… se alimenta el círculo vicioso, porque cuanto más distorsionan su balance y su cuenta de resultados, más lejos se sitúan de los esquemas a los que el departamento de riesgos de las entidades financieras está acostumbrado.

Mientras la banca no entre de lleno en el negocio de financiar la revolución digital, el pez más atractivo sigue llevándoselo quien sí ha aprendido a pescar. Estados Unidos es responsable del 70-80% de las inversiones globales de capital de riesgo en todas las tecnologías, incluida la inteligencia artificial, según la OCDE.

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