A las dinámicas de descentralización tecnológica han seguido siempre otras de recentralización, hasta que comienza un nuevo ciclo y la rueda vuelve a girar. Lo impresionante es que el debate se haya abierto en el caso del metaverso, cuando el fenómeno ni siquiera ha adquirido carta de naturaleza oficial: no existe todavía una definición consensuada para describirlo y ¡ni siquiera Apple ha sacado aún al mercado sus esperadas gafas!
Las dos opciones sobre el tapete son poderosas: por un lado, el sector de la Realidad Extendida (XR), se atribuye el papel de director de orquesta; y, por otro, el de la Web3, con el soporte del blockchain y el reclamo de la propiedad de los datos en manos de los usuarios, con la criptografía y los NFT como ramificaciones sofisticadas, opta probablemente a ser la partitura. Los dos se necesitan, pero cuál tendrá la iniciativa, cuál marcará las reglas. La respuesta a esa pregunta es muy importante para establecer una estrategia en innovación.
En la reciente edición de Augmented World Expo (AWE) en Santa Clara, su influyente chairman, Ori Inbar, proclamaba que “la XR tiene que ver con los sueños… pero no con la variante de Freud, sino con la de Martin Luther King”. Entre las sugerentes propuestas de dispositivos para integrar la realidad virtual y la física vistos en el certamen quedó claro cuál es, con toda probabilidad, el asunto que podría decantar la batalla a largo plazo: los datos.
De ahí el interés en el mundo profesional, el más avanzado en gestión de gemelos digitales con datos de la realidad. La esperada presentación del Magic Leap 2, por parte de su jefe de gestión de productos, James Meskill, estuvo orientada a seducir a las empresas con sus desarrollos en AR (realidad aumentada).
Tanto Sravanth Aluru, de Avataar, como el CEO de Metadome, Kanav Singla, incidieron en que su tecnología está orienta a potenciar el comercio electrónico. Y John Riccitiello, CEO de Unity, cuya plataforma se usa para crear el 60% de los contenidos de AR y VR (realidad virtual), aseguró que el metaverso está llamado a ser la próxima generación de Internet «en tiempo real y en su mayoría en 3D, interactivo, social y persistente».
Esa es la clave. ¿De dónde provendrán los datos para que funcione la inmersión digital en tiempo real? Hoy en día, estamos en las cavernas todavía en ese aspecto. Vivimos en un mundo repleto de silos, incluidos los sectores más aparentemente digitalizados como el financiero, el asegurador o el ecommerce. ¿El gaming? Integrar el mundo físico y el digital va más allá de inventar mundos paralelos, aunque comience por ahí.
El hecho es que, mientras nos sumergíamos en metaversos como Fortinte y Roblox durante la pandemia, la mayoría de hospitales de nuestro país tomaban conciencia de los inconvenientes de contar con seis o siete sistemas de gestión de información en su interior, sin apenas transferencias de datos entre ellos.
La Web3 ofrece la atractiva doble promesa de arrebatar a las grandes corporaciones la titularidad de los datos del usuario y ceder a las tecnologías basadas en blockchain la responsabilidad de validar toda la actividad del metaverso. Además, es más eficiente para los usuarios porque no se ve afectada por el actual problema de falta de conexión entre plataformas. Su mantra es la descentralización de internet.
Pero el modelo está demostrando no ser fiable: la falta de gobernanza acrecienta el riesgo de que internet tome decisiones arbitrarias cuando consulta a sus usuarios; los productos basados en critpo y NFT se convierten en ocasiones en activos financieros de especulación con vaivenes brutales; y la ansiada descentralización a lomos del blockchain ha quedado ensombrecida por la puesta en marcha de iniciativas de control por parte de regímenes autoritarios, como la red de servicios basada en blockchain (BSN) de China.
Muy probablemente el debate sobre si debe tomar la iniciativa el sector XR o la Web3 quedará zanjado cuando Apple lance sus gafas, y comience a marcar las pautas del nuevo internet. En el AWE 2022 el ambiente era de máximo entusiasmo, porque la tecnología está avanzando a un ritmo espectacular. No olviden el criterio central: el metaverso para ser verdaderamente disruptivo será en tiempo real o no será, para lo cual la clave son los datos, pero debes entrar en él, ni te lo cuestiones.