La empresa con más patentes del mundo en blockchain en 2018 era Mastercard, así me lo indicó su directora general en España, Paloma Real. Una reacción inteligente: necesitaba controlar la tecnología porque, si no estaba atenta, podía acabar con su posición de liderazgo en el mercado de los sistemas de pago mundiales.

Ese mismo año, un estudiante de la Universidad de Pekin usó la plataforma blockchain Ethereum para dar publicidad en su país, fuera del control gubernamental, a un caso de acoso sexual vinculable al movimiento #MeToo. Y el MIT Trust::Data Consortium for blockchain+AI Research, tras reseñar que “el 90% de lo que se escribe sobre blockchain e inteligencia artificial hoy en día es exagerado o una postulación poco realista”, advertía también de que el “blockchain y la IA se están convirtiendo en el próximo superciclo y son el núcleo de una transformación social realmente importante”.

Corrían aires de cambio, en efecto. No pasó mucho tiempo antes de que el Gobierno de China hiciera dos movimientos clave: en 2019, la omnipresente Administración del Ciberespacio aprobó una serie de disposiciones para la Gestión de Servicios de Información de Blockchain y lanzó su propia red de servicios basada en blockchain (BSN).

Como en el caso de Mastercard, aunque en otro sentido, el Partido Comunista Chino (PCC) debió de llegar a la conclusión también de que la mejor forma de evitar que su posición dominante se viera amenazada por el sistema de intercambio de información descentralizada, fiable y transparente que prometía el blockchain era, sencillamente, controlarlo.

Hoy China duplica en patentes de blockchain a su inmediato perseguidor, Estados Unidos (6.086, frente a 3.218 en septiembre de 2021), que sólo sitúa a una empresa entre las 10 primeras en este campo, Advanced New Technologies. La posición de Europa es apenas testimonial (329), y de España no hay rastro en los puestos destacados.

El European Union Institute for Security Studies ha llamado ya la atención acerca de las consecuencias que puede tener el paradójico hecho de que el desarrollo de una tecnología pensada para crear sistemas descentralizados y seguros esté en manos de un régimen autoritario como el de China.

Desde la presencia en suelo chino de la mayoría de los nodos que supervisan la plataforma blockchain promovida por el BSN hasta el control de los nodos que crean otras organizaciones por un consorcio de empresas y una agencia del gobierno o la posibilidad de que el Estado revierta datos y transacciones, no hay duda de que China está creando ‘su’ blockchain a conciencia. Las cadenas de bloques sirven para reforzar la propaganda (en apenas dos semanas surgieron más de 20 aplicaciones basadas en blockchain para controlar la información sobre la pandemia), recopilar evidencias policiales y de disidentes, desarrollar ciudades inteligentes sin el problema de la interoperabilidad de la información…

Europa teme además que, a través del proyecto BSN, el régimen de Xi Jinping construya una red de pago digital universal (UDPN) basada en monedas digitales (CBDC) de varios países con el objetivo de habilitar un método de transferencia y un procedimiento de pago estandarizados basados en el renminbi digital. Pondría el riesgo la posición del dólar y el euro en el mercado de las transacciones mundiales. La nueva ‘Ruta de la Seda digital’ era esto.

Lo más preocupante es que la estrategia de China concuerda con el cambio de actitud del PCC en relación con las compañías tecnológicas que comenzó a ser perceptible a mediados de 2021 y que conviene seguir con atención. En su informe de cierre del año, el gigante Tencent explica cómo los cambios normativos “afectaron directamente a los servicios publicitarios”. Y en su folleto de salida a Bolsa, Didi incluía 60 páginas detallando los «factores de riesgo», entre ellos la represión regulatoria.

China ordenó a más de dos docenas de empresas tecnológicas que realizaran inspecciones internas y abordaran problemas como la seguridad de los datos. Ant, Alibaba, Meituan y Pinduoduo se han enfrentado también al poderoso brazo del PCC. Tal vez el 90% de los anuncios sobre blockchain e IA ya no sean exagerados, pero quién no preferiría la visión inocente de hace cuatro años. En fin, como dice el MIT Trust::Data Consortium, “carpe deum”.