El Premio Cervantes 2021 recayó ayer en Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 1941). Concedido por el Ministerio de Cultura y Deporte y dotado con 125.000 euros, en el acta del galardón el jurado reconoce en ella “la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros”. Novela, poesía, autobiografía o ensayo son algunos de esos géneros por los que Peri Rossi ha transitado.
“Mi casa es la escritura”, escribió en un poema la autora uruguaya, y de su desarraigo, motivado por las convulsiones políticas de la segunda mitad del siglo pasado, bebe un talento literario de aliento experimental y políticamente comprometido. Así lo ha reconocido el jurado del premio, para el que “la literatura de Cristina Peri Rossi es un ejercicio constante de exploración y crítica, sin rehuir el valor de la palabra como expresión de un compromiso con temas claves de la conversación contemporánea como la condición de la mujer y la sexualidad”. Al mismo tiempo, señala que su obra tiende un puente entre España e Iberoamérica y es un recordatorio del exilio y de las tragedias políticas del siglo XX.
Y es que su itinerario biográfico y literario está marcado por el exilio. El 4 de octubre de 1972, ante el peligro de un inminente golpe de Estado, Peri Rossi abandonó su país natal para establecerse en Barcelona. Su participación en la revista de izquierdas ‘Marcha’, así como su militancia en el Frente Amplio, la señalaban peligrosamente. Tras un breve paso por París, regresó a Barcelona, donde se vincularía a intelectuales catalanes como Vázquez Montalbán, Barral y Castellet.
Sus libros pueden leerse a la luz del exilio interior, que se mueve en el antagonismo entre alienación y disidencia y sin que medie un desplazamiento físico. Es el caso de La nave de los locos y Solitario de amor, novelas de exilio publicadas en 1984 y 1988 respectivamente. La primera de ellas es probablemente su libro más perdurable y el que marca un hito esencial en su narrativa.
Como parte de la “generación de 1969”, la “generación de la acción”, “generación de la represión” o “los contestatarios del poder”, su obra se desenvuelve entre la rebeldía y el deseo. Porque en su obra no escasean el erotismo ni la exploración de la sexualidad femenina. Sobre su obra planea la sombra del lesbianismo, con la que mantiene una relación ambigua. Para la autora, la construcción de su identidad personal como mujer consistió en un proyecto: una manera propia de ser mujer.
La insumisa, su novela autobiográfica, es una declaración de intenciones coherente con su manera problemática de estar en el mundo, con la mirada fija en la extrañeza de un mundo incomprensible, desenvolviendose y negociando su lugar en el conflicto entre el deseo y la realidad, con una neta mirada feminista, lúcida e irónica, y con humor y ternura característicos.
Su obra es también es una vivaz lanzadera de candentes temas contemporáneos, como el rechazo del patriarcado, la crítica a la institución del matrimonio o la defensa de modelos de familia alternativos. Como dijo Carlos Fuentes a propósito del boom, este fue un cruce de caminos del destino individual y el destino colectivo expresado en el lenguaje. No otra cosa es la obra de la flamante ganadora del Premio Cervantes.
Con Peri Rossi son ya seis las mujeres que se han alzado con el galardón más prestigioso de la literatura en español, que se concede desde 1976. En 1988 lo consiguió María Zambrano, filósofa y ensayista cuyo compromiso cívico la empujó, como en el caso de Peri Rossi, a un largo exilio, y que sólo en la ancianidad tuvo el reconocimiento debido a su trayectoria. Ella y Ana María Matute, que lo ganó en 2010 por su escritura realista con proyección a lo fantástico, son las únicas autoras españolas que han conseguido el Cervantes.
Completan el elenco de mujeres premiadas la cubana Dulce María Loynaz, que en 1992 se impuso en las votaciones del jurado a Cela, Vargas Llosa, Rosa Chacel o Delibes. Recibió la noticia del premio en su jardín de El Vedado, en su Cuba natal, a los 89 años, y no asistió a recoger el galardón por estar quedándose ciega. Además, otras dos autoras sudamericanas consiguieron el Cervantes: la mexicana Elena Poniatowska (en 2013), que tantas concomitancias presenta con Peri Rossi debido a su adscripción al llamado post-boom latinoamericano y a la marcada orientación social y política de su obra, y la también uruguaya Ida Vitale (en 2018), adscrita a la llamada «Generación del 45», la que precedió inmediatamente a la de Peri Rossi, con la que la preocupación por la realidad nacional alcanzó una madurez literaria. Seis mujeres frente a cuarenta hombres en la andadura del Premio de Literatura en Lengua Castellana Miguel de Cervantes.
Novelista, poeta, ensayista, en la obra de Cristina Peri Rossi conviven voces multifacéticas. A veces romántica, otras cortazariana, casi siempre lírica e irónica, tierna y social, la voz insumisa de «la Rimbaudcita», que nació en una ciudad triste de barcos y emigrantes y descubrió a Dios entre las sábanas, fue reconocida ayer por su contribución al enriquecimiento notable del patrimonio literario en lengua española.