Si en los últimos días te ha aparecido algún análisis sobre su nuevo disco en redes sociales o un fragmento de su nuevo videoclip –da igual si eres o no consumidor de Rosalía–, es porque algo está haciendo bien. Muy bien. Desde su irrupción con El Mal Querer (2018), la artista catalana ha demostrado un dominio poco común del concepto de marca personal y ha utilizado estos canales como extensiones naturales de su propuesta artística.
Al ritmo de los trends virales “Pa’ ti naki, chicken teriyaki. Tu gata quiere maki, mi gata en Kawasaki” o “Te quiero ride. Como a mi bike. Hazme un tape. Modo Spike” y marcada por la pandemia, en marzo de 2022 presentó su álbum Motomami en un directo de TikTok de apenas 30 minutos que marcó el comienzo de una nueva era. Unos meses antes y teniendo en cuenta el lanzamiento, hizo pública su cuenta secundaria de instagram @holamotomami. Un perfil más natural que empieza con apenas seguidores y un grafiti de pollo frito en 2021 y termina en 2023 con el final de gira y el agradecimiento de una de sus fans.
7 de noviembre de 2025. Habemus Lux
Lo viral
Para describir su campaña necesitamos saber dos cosas: la primera, el silencio puede ser una estrategia. La segunda: no es necesario publicar en todas las redes sociales, tienes que saber dónde enfocar tu atención.
El silencio: La primera vez que Rosalía apareció de blanco en la Met Gala vestida de Balmain no llamó la atención, pero era una pista de lo que se avecinaba. Tras la semana de la moda de París (octubre 2025), una evidencia. Las fotografías y los vídeos circulaban en redes con miles de teorías a su alrededor sobre la salida inmediata de un nuevo disco. Lo mismo pasó con la partitura. Si ahora miramos su Instagram, veremos que en junio publicó una foto con una camiseta un tanto peculiar. El 13 de octubre, publicó la partitura en Substack y stories y comenzó la magia: miles de músicos con diferentes instrumentos publicaban cómo sonaría esta ‘obra’ llamada: BERGHAIN.
19 de octubre. Un story que rezaba: Mañana. 20 de octubre. Un directo que empezaría en el paseo del Prado en Tiktok (fue censurado por fumar, ni Rosalía se libra de ello) y acabaría en Callao en instagram desvelando la portada de su nuevo disco.
Tras la portada, empezaron las filtraciones. Una labor que no hubiese sido la misma sin el movimiento de los clubs de fans. Fueron ellos lo que dieron la voz de alarma y los que más tarde se apenaban de no poder escucharla más.
Lo emocional
Aquí entran los fans y las personas que generan contenido sobre ella. Es una acción que en medio de toda la viralidad casi pasa desapercibida pero es tan importante como la otra. Rosalía ve las redes sociales, interactúa con su público, contesta mensajes privados y a veces, sigue a los más afortunados.
La experiencia completa
El álbum en sí es una obra de arte. En tan solo 24 horas, Lux se ha convertido en el disco más reproducido por un artista hispanohablante con 42,1 millones de reproducciones. En apenas tres días, 12 de sus 15 canciones han entrado en el top 50 de Spotify. Y, aunque suene completamente diferente a todo lo que ha hecho, ella apuesta por una experiencia única. De hecho, su disco físico contiene algunas canciones en exclusiva. Ahora es el momento de hablar en otros medios más tradicionales porque, en la era del consumo rápido, la atención es el activo más valioso. Rosalía lo ha conseguido.
