Se levanta a las siete de la mañana, aunque la noche anterior ya ha organizado su agenda, por lo que su trabajo comienza mucho antes. Recién despertado, hace 45 minutos de ejercicio cardiovascular en su gimnasio personal –en ocasiones también entrena y juega al baloncesto con amigos-. Este entrenamiento es irremplazable e inamovible, como la cena familiar.

Se informa mediante periódicos; lee todos los que puede y siempre prefiere papel físico, nunca Tablet o medios digitales (el fetiche del papel lo hace un hombre clásico en este sentido).

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Su desayuno es simple: detesta el café, prefiere zumo de naranja y en su plato siempre se encuentran un par de huevos, pan de molde y bacon –el cual por etapas desaparece cuando la dieta no lo permite-.

Una vez cumple estas tres rutinas al amanecer, se siente preparado para imponer su imagen impoluta y poderosa ante los ojos de medio mundo.
Ya vemos que no sigue ningún régimen estricto, entonces, ¿dónde radica el secreto de su éxito? Es algo que tendrá que contar algún día él mismo y no su asistente personal.