A pesar de que sus creaciones son únicas y personalísimas, lo de ‘vino de autor’ no le hace demasiada gracia a Benjamín Romeo. “Yo me dedico a elaborar vino bueno, lo mejor que sé, y ya está. No hay que darle más vueltas”, explica mientras conduce su Land Rover, de viñedo en viñedo, por los aledaños de San Vicente de la Sonsierra, el pueblo riojano en el que nació hace 55 años y donde ha forjado su particular universo enológico. En 1995 elaboró su primera cosecha de la marca Contador en una cueva centenaria bajo el castillo de esta localidad (hoy posee tres más), donde antiguamente se almacenaban y vendían los pellejos de vino, y de cuya venta y guarda tomaba buena nota el ‘contador’ desde su puesto en la entrada. De ahí el nombre de su bodega. Y es que en el mundo de Benjamín Romeo hasta el más mínimo detalle tiene su porqué y todas las piezas del puzle encajan a la perfección, no deja nada al azar: ni las etiquetas, ni los nombres de sus vinos (La Cueva del Contador, Qué bonito cacareaba, Predicador…), ni la madera de sus barricas, ni los materiales con los que está construida la bodega… ni por supuesto, y ante todo, el cuidado de sus viñedos, piedra angular de su filosofía.

Amor a la viña 

Benjamín nos lleva a algunas de las 68 parcelas que posee (50 hectáreas), unas heredadas de su familia –también dedicada a la viticultura–, otras adquiridas poco a poco a lo largo de los años; todas impecablemente cuidadas. Estamos en los primeros días de septiembre, falta muy poco para iniciar la vendimia, y sus viñedos y uvas lucen perfectos. “Cuando veo que mi viña es la más potente me da la satisfacción de que hemos hecho un buen trabajo, y eso es fundamental. Por eso salen las cosas, no es casualidad”, afirma orgulloso mientras compara sus viñedos con los de sus vecinos (de cuyos nombres no queremos acordarnos). Y es que el extremo cuidado de todos los elementos es su manera de entender este oficio. Por eso sus viñedos, exentos de herbicidas, se trabajan siempre con laboreo manual y unas 26 veces al año de media. “Si respetas la tierra, amas la viña, la mimas, la cuidas, la proteges, la depilas, llevas la uva perfecta a la bodega… obtienes una tranquilidad tremenda, porque ya tienes el material. Luego ‘solo’ tienes que rematar la faena”.

Una faena que Benjamín culmina excepcionalmente bien temporada tras temporada. Por eso Contador es considerada una de las bodegas españolas más significativas del siglo XXI y por eso sus vinos traspasan fronteras y son reclamados en buena parte del mundo. Hasta el punto de que Robert Parker le otorgó sus 100 puntos a las cosechas 2004 y 2005 de Contador (dos años seguidos). Un gran hito en su historia al que le han seguido otros, como la inauguración de la bodega en 2008 a imagen y semejanza de su filosofía vinícola o el estreno en 2014 de Benjamín Romeo Colección, integrada por cuatro extraordinarios vinos de finca, elaborados a partir de una selección muy cuidada de uvas provenientes de un solo viñedo y “elaborados con total libertad enológica”, explica su creador.

Maridaje Contador

El último capítulo del universo Contador se escribió la pasada primavera con la apertura del restaurante REGI Jatetxea, un proyecto que Benjamín Romeo ha puesto en marcha junto a su mujer, la cocinera Iraide Somarriba, en Urduliz, la localidad vizcaína en la que residen, y que supone una elegante evolución de la histórica Taberna REGI. “Tanto tiempo en un espacio tan pequeño ya merecía un cambio”, afirma. Todo el bagaje de Iraide en casas como Jolastoki o Berasategui ha llegado a este nuevo espacio –ideal para la celebración de eventos privados– en forma de una carta y dos menús (Bistró y Degustación) en los que el cuidado producto marca el ritmo de interesantes propuestas que van desde el rape negro con crema de azafrán y refrito de cayena o el taco de cochinillo lacado sobre risotto de patata y boletus, al arroz cremoso de espinacas y bacalao con su pil-pil o la kokotxa de merluza en tempura alioli con mayonesa de piquillo, entre otras muchas. Y como no podía ser de otra manera, los vinos de Contador –junto con otras grandes referencias internacionales– adquieren un trascendental protagonismo, hasta el punto de que hablamos del único restaurante del mundo que tiene toda la vertical de los vinos elaborados por Benjamín Romeo. Que no es baladí…