Aprovechando su historia y recursos naturales, Baden-Baden consigue cada año atraer a un gran número de visitantes que buscan un lugar exclusivo y con estilo para disfrutar relajados del arte, la cultura, la naturaleza y las compras. ‘The good-good life’, este es el eslogan con el que la ciudad pretende abrirse al mundo y ser capaz de atrapar el interés del visitante. Y desde luego, no puede ser más acertado: con más de dos mil años de historia, este lugar parece haber nacido para convocar al bienestar, la relajación y la buena vida. Sus fuentes, festivales, museos, balnearios, termas y lujosos hoteles no hacen sino conformar un paisaje que, rejuvenecido por momentos, es capaz de congregar a todo tipo de viajeros, tanto los más depurados amantes de la música como aquellos que busquen parar el tiempo al refugio de sus aguas termales, interminables paseos o exquisitos tratamientos de spa.

Aunque en la ciudad son varios los museos que consiguen captar la atención del turista, paseando por el regio parque Lichtentaler Allee, destaca especialmente el Frieder Burda: arte contemporáneo y modernismo conviven en un atractivo y luminoso edificio (diseño del reputado arquitecto Richard Meier), que ya se erige como una pieza artística en sí mismo, donde comparten espacio obras de Picasso, Beckmann, Pollock, Baselitz, Richter o de jóvenes artistas como Rauch, JR o Kneffel. La colección del magnate editorial se ha consolidado como referente dentro del país a través de colaboraciones como la que en estos días realiza con el Centro Pompidou. Un museo que, en palabras de su director Henning Scharper, “comenzó como colección privada de un hombre que mostraba especial interés por el expresionismo alemán, pero que con el paso de los años, y gracias a una cuidada estrategia, se ha ido conformando en una excelente muestra de arte moderno. Desde que en 2004 se abrió al público, no ha hecho más que reforzar la oferta cultural de una ciudad que ya atraía a miles de visitantes con sus internacionalmente conocidos festivales de música”.

Casino de Baden-Baden

Variedad cultural

Pero si por algo destaca Baden-Baden, además de por sus lujosos balnearios y hoteles, es por su larga tradición en un festival de música que consigue acaparar cada año a los más grandes. El Festspielhausm, Palacio de Festivales de Baden-Baden, se convierte en el corazón de una ciudad marcada por la música clásica. Conciertos, ópera, ballet… Entre los atractivos de esta temporada brillan especialmente óperas como Otello, de Verdi, con producción de Bob Wilson; conciertos dirigidos por grandes maestros como Sir John Eliot Gardiner, Blomstedt o Thielemann; orquestas tan reconocidas como las Filarmónicas de Viena, Berlín o della Scala, la Sinfónica de Bamberg y la de Londres; voces únicas como las de Anna Netrebko, Jonas Kaufmann, Janine Jansen o Thomas Hampson, entre otros destacados solistas. Gestionado por manos privadas, este impresionante palacio (antigua estación) se ha convertido en el mayor escenario de ópera y conciertos de Alemania. Benedikt Stampa, director general y artístico del Festspielhausm a partir de la nueva temporada que comienza en septiembre, tiene claro que si Baden-Baden fue un importante centro de pensamiento, esa energía sigue hoy día latente en cada una de las obras que se presentan. “Es importante compartir el patrimonio musical con el mundo. Aquí, tanto el público como los artistas hallan un espacio cultural donde debatir y encontrarse a sí mismos”, comenta este amante de la música que tiene un gran reto por delante: mantener la calidad musical del festival y seguir colgando el cartel de ‘no hay localidades’.

Disfruta de Trinkhalle

Pasear por sus calles, parques y jardines se convierte en otra experiencia del más alto nivel en una ciudad donde comercios, restaurantes y hoteles parecen haberse extraído de una lujosa película, de un aclamado lienzo. Si además, el juego se presenta como opción ineludible en la apretada agenda del viajero, no puede dejar de visitar el Casino de Baden-Baden, un espacio realmente único. Considerado por la gran mayoría como el casino más bello del mundo, signo de distinción de la ciudad, su singularidad radica especialmente en esa acertada combinación de entretenimiento, juegos de azar, restaurante y club –así podrá ser disfrutado tanto por jugadores como por aquellos que no lo son–. Como bien apunta Thomas Schindler, director del establecimiento, “el casino en sí es una obra de arte única que en los últimos 160 años han visitado multitud de celebrities, un centro cultural y económico que se ha convertido en la razón principal para muchos turistas en su visita a la ciudad”.

Situada en las estribaciones de la Selva Negra, Baden-Baden es una ciudad que parece haber nacido rodeada de lujo y exclusividad. Si el balneario Friedrichsbad o la galería Trinkhalle se han conformado como iconos identitarios de la villa, sus hoteles son sinónimo de comodidad y atractivo. Es el caso del legendario Brenners Parkhotel, fiel reflejo de la perfecta combinación entre calidad, belleza y hospitalidad. Frank Marrenbach, CEO de Oetker Collection (propietaria del hotel), no duda en asegurar que su firma representa una de las selecciones más inspiradoras entre los grandes hoteles del mundo: “Cada gran hotel de Oetker es único y refleja el patrimonio cultural de Europa: con los más altos estándares de servicio, una arquitectura e instalaciones históricas excepcionales y una gran atención a los detalles. Aquí los huéspedes descubren una ‘pasión por la vida’, un aprecio por la cultura, la gastronomía y los placeres de la naturaleza que les lleva a regresar año tras año a nuestras instalaciones”. Estancias que, como la ciudad, se hacen verdaderamente inolvidables.

Museo Frieder Burda